Candil de la Calle

Versos incómodos

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Los tiranos se rodean de hombres malos porque les gusta ser adulados y ningún hombre de espíritu elevado les adulará.

Aristóteles

Guillermo Velázquez en foto de archivo

El trovador Guillermo Velázquez y los Leones de la Sierra de Xichú han protagonizado una nueva escaramuza producida por la intolerancia de algunos. Esta vez… sí, también en un territorio gobernado por Acción Nacional.

Intolerancia vestida de azul.

Hace casi una semana, los trovadores xichulenses participaron con una presentación en el Festival Internacional de Culturas Indígenas, en Ixmiquilpan, estado de Hidalgo.

Este es un municipio gobernado por el PAN.

El director de Cultura del gobierno municipal, Eddy Rodríguez, incluyó al grupo de trovadores y cronistas. Ni siquiera es necesario explicar el por qué. Los Leones son contadores de historias, historiadores de lo cotidiano de los pueblos de Guanajuato y de otros rincones de México que viven la pobreza, la migración, las tradiciones vivas, la oralidad para dar forma a la historia y a la cultura que se hereda a las siguientes generaciones.

Y tampoco callan el brutal retrato que inspiran gobiernos lejanos de la representación ciudadana, tocados o inmersos en corrupción, autoritarismo, mediocridad.

Intolerancia.

Al presidente municipal panista no le gustó que Guillermo llevara sus décimas sobre Felipe Calderón, sobre los candidatos, sobre la vida que se vive hoy en este país marcado por la violencia, en el tono acostumbrado, con las palabras que le conocemos y que muchos tenemos en la mente, pero pocos se atreven a dejarlas salir.

Los testimonios descritos en varias notas informativas refieren que colaboradores del presidente municipal intentaron callar a los Leones de Xichú. Querían desconectar el sonido, apagar los micrófonos, bajarlos del escenario.

“Los músicos recibieron aplausos y todos los presentes halagaron su participación por la valentía para decir cosas que no todos se atreven a decir”, reseñó un diario de la localidad. “Muchos de los presentes compraron sus discos y las autoridades no hicieron mayor comentario al respecto; sin embargo, los ingenieros de audio recibieron la orden de cortar el sonido, pero eso no sucedió”, dice la nota.

El director de Cultura, Eddy Rodríguez, se opuso y no lo permitió.

Al día siguiente de esta presentación, Rodríguez fue cesado de su cargo.

El ex funcionario denunció la injusticia —no merece un nombre menor—, que iba acompañada por conflictos debido a que se había negado a integrar a la organización del evento a personas recomendadas por el alcalde.

El hombre sólo tenía un “contrato verbal” y apenas había iniciado el trámite para incorporarse formalmente a su puesto.

El pretexto oficial para sacarlo fue la participación de Guillermo Velázquez.

Sus palabras sin rodeos, sin pretensión de adornar a los hombres del poder, sino desvestirlos y desnudarlos.

Pero la causa tiene otros nombres: intolerancia, autoritarismo.

Abuso de poder.

Eso es lo que Guillermo Velázquez les echa en cara.

Y lo seguirá haciendo.

*

Verónica Espinosa es periodista. Ha desarrollado una importante trayectoria en medios impresos y electrónicos de la región desde hace ya varios lustros. Actualmente es corresponsal del semanario Proceso en el estado. Con más de una década de emisiones radiofónicas a sus espaldas, Candil de la Calle, prestigiada columna de opinión, análisis y crítica política ahora llega cada miércoles a través de igeteo.mx por escrito, para descubrir la desnudez de la política y la observación acerada sobre la cosa pública.