Una Colorada(vale más que cien Descoloridas)

Hacerlo bien o evitar el mal

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(Foto: Especial)

Cumplir y hacer cumplir… es parte de la fórmula sacramental con la cual se inicia la función —desde la presidencial hasta la más modesta en el tablero de ajedrez— de cualquier gobierno. Quienes gobiernan están facultados para hacer todo lo que la ley les permite, a diferencia de los gobernados cuyo límite no se determina por lo que pueden hacer si no lo que expresamente esté prohibido en la ley. Así las cosas, los titulares del gobierno de la República debieran darle una revisada cotidiana a lo que dice la Constitución, las leyes que de ella emanen y en general todo el entramado jurídico que les señala sus deberes. ¿Hacer el bien o evitar el mal? Es un dilema que surge cuando conocemos del gasto multimillonario para expedir ciertos documentos, con 72 horas de validez, a migrantes procedentes del sur de nuestra frontera con destino a la América del Norte. Pero dicho gasto no parece servir como medida humanitaria para migrantes que han sido el tema de ratings de los últimos días. ¿Con esa identificación temporal se evitará que las bandas del crimen —oficiales y no oficiales— les extorsionen? ¿Habrá menos violaciones a mujeres y niños? ¿Disminuirán los secuestros? ¿Se cumplirá el objetivo de reunir a las familias o abatir el maltrato intra y extrafamiliar?

Las respuestas parecen ser todas negativas y en el ejemplo, salvo la posibilidad de alguna estadística que nos dé mayores datos acerca del problema migratorio, parece que estamos nuevamente ante una reacción para nada sustentada en ningún tipo de método de planeación al cual obliga la norma suprema.

Casi a igual resultado se llega luego de analizar la “genialidad” de haber cambiado el IFE, por el INE, aumentar el número de partidos a 10, el de consejeros a 9 y todo ello por supuesto pagado del dinero contribuido por los ciudadanos. Del desvío de recursos en campañas publicitarias cuyos postulados no corresponden con la realidad ni hablamos; la gente —aun no robotizada por la manipulación mediática, gubernamental o de algún perverso en particular— que todavía conserva su sentido común, no requiere de un diplomado de ética o religión para saber quién está optando por hacer el mal, conducta que, llámese infracción o pecado, de inicio parece ser algo fácil, ventajoso y a veces hasta atractivo. Ejercer el poder alejados del bien —es decir hacer única y correctamente lo que la ley manda[1]— casi siempre emociona, da sensación de superioridad si la afectación es en el otro[2] y con ello aumento mis bienes, paseo a mi familia y mis amigos, salgo en las revistas de sociedad y doy la impresión de persona exitosa. Pero a la larga actuar mal acarrea consecuencias negativas para el que infringió la norma. ¿Pensarán en ello los funcionarios encarcelados por enriquecimiento de origen dudoso? ¿Viven sin sufrimiento los que sucumbieron a la tentación de engañar, abusar, mentir, perseguir sin causa legítima, difamar y manipular la mente de quienes esos malos suponen más débiles que ellos?

Tarde que temprano, a pesar de los jueces corruptos, la justicia se impone. Y una vez concluido el encantamiento, realidades como el posponer inversiones por parte de empresarios y borrarse de la lista de contribuyentes[3], se convierten en espada de Damocles, para funcionarios disfuncionales que además de imponer sus criterios —en el caso del ejemplo, fiscales— se dan el lujo de amenazar con la negativa al arrepentimiento cuando menos hasta el 2018.

Ha dejado de ser secreto el listado de empresarios, que luego de caminar el calvario de la apertura de su negocio —muchos de ellos en la delegación Coyoacán por ejemplo— de plano se retiran y están analizando las posibilidades de establecerse en la frontera sur, pero del lado de Guatemala. Ahí ofrecerán empleo, disminuirán el flujo de migrantes, ganarán dinero y esperarán en el quicio de su puerta a ver pasar el cadáver de su enemigo, en este caso gobernantes mexicanos que optaron por incumplir por las razones que sean: ambición, ignorancia, falta de experiencia, ausencia de sensibilidad y hasta avaricia o prepotencia.

Hay quienes justifican tales lamentables hechos calificando a quienes los cometen de “poderes emergentes que tiene derecho a cuajar”. Lo indudable es que al que aumenta el costo de entrega del agua, duplicando o falseando la medición de todos los servicios, robando los insumos de los hospitales hasta quebrarlos, talando los bosques en vez de podar los árboles de las ciudades, legislando a modo, vendiendo los bienes nacionales a mercaderes sin escrúpulos etc. no le importa el país, ni siquiera su partido, solo está viendo por si mismo mientras sigue robando y vaciando las arcas de la nación.

Por más que la propaganda manipuladora quiera evitar que pensemos en estas cosas poniendo el dedo flamígero en temas como si los diputados están obligados a saber leer o escribir, más temprano que tarde “van a ganar los buenos” como me dijo un niño de ocho años preocupado por el triunfo constante de los villanos de las caricaturas y programas infantiles.

Hoy, tres nuevos grupos de “demócratas” tienen asegurado cada uno, cuando menos 36 millones de pesos de aquí a diciembre ¿Piensa votar por ello en el 2015? ¿Le van a compartir a usted parte de esa tajada de pastel, que por cierto se cocinó con lo que Usted aporta al comprar —gasolina, luz, agua, gas, alimentos etc.-— y pagar IVA y al declarar su ingreso aun cuando cada vez se lo compliquen de manera increíble y le traten como siervo de la Edad Media? El mundo está urgido de seres humanos que además e evitar el mal, hagan el bien.

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[1] Antes mandaba, pero ahora con la diarrea legislativa, se hace vigente la frase de “La abundancia de la ley excusa su cumplimiento”.

[2] “Hágase la voluntad de Dios en los bueyes de mi compadre”, decían en el campo.

[3] Muchos miembros de la clase media que ya no pueden con el hostigamiento fiscal lo están haciendo señor Videgaray; y la gente de su equipo desperdicia recursos en notificaciones a personas que ya fallecieron o empresas que se extinguieron hace mÁs de dos décadas.