Guanajuato es sin duda uno de los mejores destinos turísticos mundiales porque representa una época que llenó de esplendor al mundo entero por todo el oro y plata que sacaban de las aún activas minas. Ser un pueblo minero es lo que determina su personalidad, puesto que el estar entre sierras y montañas inspiró sin duda a Jesús Elizarrarás quien compuso la canción Guanajuato de mis amores. El detener el tiempo es una virtud y su arquitectura es un orgullo, tanto que se detuvo en el tiempo para mostrar cómo era la época de la colonia.
Aquí he hablado de fantasmas, momias, muertos, aparecidos, minas, presas, casas que los contienen, porque son temas inevitables si eres de Guanajuato. A la mayoría de los habitantes se les ha despertado un sexto sentido y ven, oyen, conviven de manera cotidiana con estos seres.
Una amiga me contó que en su casa los fantasmas son como de la familia, de hecho hasta su mamá les llama a la mesas que “para que no se enojen” porque eso sí, el respeto ante todo, y me dice que sienten cómo llegan y están con ellos a la hora de la comida. Su hermanita les narra cómo son físicamente pues al parecer tiene el don, tal vez por su inocencia, de verlos a todos. Ella dice que son seis fantasmas, entre ellos dos niños.
Otra conocida me platica de cómo en su casa le cambian las cosas de lugar, le dibujan diversidad de imágenes en las paredes o en la luna del baño.
Muchos de mis compañeros universitarios me han contado que en el mismo Edificio Central de la Universidad, se les han perdido documentos que juran los dejaron en un lugar y pidiéndoles a los seres en un “quien sea que…” los regrese, se los vuelven a poner ahí o en el lugar menos pensado como otra oficina a la que no visitan de manera regular o en los baños. No si de que son traviesos son traviesos.
Alguien muy cercano me relata que incluso a veces no son fantasmas, sino que son duendes que viven en las casas viejas y que a ella le han robado: una colección de lápices de colores carísima, una blusa, dos camisas, tres vasos floridos, una taza de café y un libro de filosofía. Cultos los duendes ¿no?
Bueno, historias como éstas hay un sinfín, pero lo verdaderamente impresionante es vivirlas: ver cómo se mueven las cosas, se abren los cajones, los roperos, seres de luz que se aparecen, seres de oscuridad que también se manifiestan, pero de estos malosos hablaré en otra ocasión. Por lo pronto, ten por seguro de que si vienes a Guanajuato sabrás mucho más sobre todos estos temas, en esta ciudad que más que producir leyendas ya es leyenda. Por eso insisto: ven, lee y anda Guanajuato.