Ecos de Mi Onda

La Distopía y la Esperanza

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El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable.

Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad.

Víctor Hugo (1802-1885)

(Foto: Especial)
(Foto: Especial)

Se ha planteado que la humanidad teje sueños de un mundo mejor, en paz y libertad, justicia y bienestar equitativo, y estos sueños utópicos han sido descritos en obras literarias de autores importantes, como Platón, Tomás Moro, Francis Bacon, Robert Owen, Henri de Saint-Simon, Julio Verne, Charles Fourier, William Morris, H.G. Wells, Karl Marx, entre muchos otros. En la utopía se concibe pues, una estructura ideal perdurable en la que los grupos e individuos se asocian libremente al interior de una sociedad, construyendo un Estado que funcione en beneficio colectivo. Sin embargo, tanto en la obra intelectual como en el terreno de los hechos, al enfrentar la idealidad con los poderes fácticos o legalmente instituidos, se desmorona. Sí, todas las utopías se desmoronan.

A diferencia de la utopía, en la llamada distopía, o antiutopía, los autores presentan un lugar o estado imaginario en el que todo es desagradable o malo, describiendo por lo general un régimen totalitario o ambientalmente degradado. La distopía muestra un futuro hipotético en el que priva el control social absoluto, pero aparentando una sociedad perfecta, con el dominio de líderes carismáticos o de poderosos grupos corporativos. Normalmente se trata de escenarios alienantes con el drama de un personaje central, quien al despertar a su propia individualidad y conciencia, para descubrir el engaño y la deshumanización del entorno. Esto produce en el personaje ciertas señales de disidencia que siempre son detectados por los sistemas de vigilancia del sistema manipulador y lo conducen a un destino fatal.

Es interesante que la narrativa distópica transcurre con frecuencia en los intestinos de una utopía degenerada, pero en la que el sistema no admite esa decadencia y trata de perpetuarse en el poder, y el individuo de rasgos románticos paradójicamente despierta sólo para soñar con las posibilidades de transitar a una sociedad renovada, pero en el camino es apabullado por la realidad imperante y la ensoñación se torna en una actitud desconfiada con niveles de esquizofrenia.

Milan Kundera diseñó a Tomás, personaje de la Insoportable levedad del ser, en la atmósfera de la Primavera de Praga de 1968, utopía checoeslovaca de liberación política aplastada por la invasión soviética. Restaurado el régimen opresor, las opiniones de Tomás expresadas en una artículo son consideradas subversivas, y de afamado médico cirujano es degradado a limpiador de escaparates. Puede decirse lo mismo del Sr. K y su búsqueda de autoafirmación en la aplastante burocracia de El Castillo de Kafka, quien logra finalmente un espacio propio y una función en un laberinto distópico interminable.

El análisis de obras literarias del género distópico, como Un mundo feliz de Aldous Huxley, 1984 de George Orwell, y Farenheit 451 de Ray Bradbury, permite revisar el estado situacional contemporáneo, con respecto a la visión futurista expuesta en estas novelas, que presentan como punto de coincidencia el asentamiento de regímenes globales de represión y totalitarismo extremo, con situaciones que pueden tomarse como advertencia seria a inhibirse, si no queremos padecerlas con toda su crudeza desde ahora. ¿Podemos considerarnos ciudadanos libres y con cierto grado de felicidad en un ambiente de paz y concordia? ¿Se puede plantear una utopía contemporánea y contraponerla a las tendencias de abuso de poder?

La distopía se sabe distopía y describe situaciones del futuro, controladas por un régimen absoluto y totalitario que ha logrado acondicionar a los individuos en formas sociales concebidas, con impacto en el concepto de familia, sexualidad, religión, estructura política y de gobierno, sistemas de producción y consumo, con una autoridad que abroga los principios de libertad y justicia ¿Qué hay más allá de este orden imperante que penetra hasta los rincones íntimos de la cotidianeidad para amortiguar cualquier asomo de subversión individual, brote sedicioso de perturbación social?

Esa sociedad controlada por un gobierno dictatorial, es la matriz en la que se mueve el protagonista distópico en cuerpo y alma, y que al despertar a la razón por un reflejo, se da cuenta que todo a su alrededor es un engaño, en ese mismo instante se convierte en transgresor y empieza su lucha por escapar de la realidad, buscando ayuda en personajes en los que atisba un rasgo de confianza, a los que trata de convencer desde su propia perspectiva, de que la cara del mundo feliz y perfecto, es la máscara de una dictadura terriblemente intolerante.

Al escribir Un mundo feliz en 1932, Aldous Huxley tenía treinta y ocho años, la Primera Guerra Mundial había finalizado en 1918 y la Segunda Guerra Mundial estaba a la vuelta de la esquina, pero eran palpables los aires de arrogancia humana, particularmente en Europa, generados por los grandes y significativos avances científicos y tecnológicos de esa fructífera época. Esta arrogancia aparece como eje central del mundo feliz en el que el ser humano no nace de vientre materno, sino de un sistema de producción que lo condiciona para vivir, aparentemente feliz, sin necesidad de ningún aliento espiritual.

Un mundo feliz se recrea en el hipotético año 632 después de Ford (tras una tercera guerra mundial que casi destruyó al mundo). Plantea que se puede tener una sociedad de clases, pero sin que esto provoque malestares pues cada clase es feliz, tal como es, cumpliendo funciones específicas en el sistema. La tecnología hace posible la predestinación y el condicionamiento, es decir, seres humanos producidos en serie, cientos de gemelos idénticos felices de su destino, las maravillas del proceso Bokanovsky, machos y hembras alfas, betas y deltas. Con esto el estado cumple a la perfección: El secreto de la felicidad y la virtud es amar lo que uno tiene que hacer. Todo condicionamiento va a esto: Hacer que la gente ame su inevitable destino. El alfa Bernad Marx descubre a John, el Salvaje, hijo de una joven beta perdida en una reserva primitiva, lugar en el que nace y crece el niño John, sufriendo el rechazo de la comunidad y la indiferencia de su madre, que al provenir de un mundo en el que la reproducción vivípara es sucia, grotesca y promiscua, sólo le queda intoxicarse con alcohol para evadir su realidad y soñar con el mundo feliz perdido. Bernard los lleva a Londres y el choque cultural es inevitable para John, quien observa que el mundo feliz es inhumano, sin amor, sin sentimientos fraternos, sin manifestaciones artísticas, y donde Dios es obsoleto.

La novela 1984 de George Orwell fue publicada en 1949. Orwell nunca tuvo una posición económica boyante y experimentó condiciones de vida de la clase trabajadora londinense, que lo encaminarían al socialismo. Testigo del ascenso virulento del nacionalsocialismo de Hitler y también de su destrucción. La degeneración del comunismo soviético le despertó gran recelo y le inspiró la trama de su novela, observando la encarnizada rivalidad entre los líderes revolucionarios, en la que Iósef Stalin resultó vencedor, sólo para encarnar un dictador que implementó un régimen totalitario rebosado de terror, en el que manejó los hilos de un centralismo burocrático, imponiendo culto a su personalidad y prendiendo los ánimos patrióticos para expandir el bolchevismo en el mundo, lo que intensificó la Guerra Fría. La dictadura se prolongó hasta su muerte en 1953 y su cuerpo fue embalsamado y expuesto en un imponente mausoleo en el Kremlin, tratando de trascender en el tiempo el culto a su personalidad. La visión Orwelliana sigue siendo una clara advertencia sobre los efectos indeseables de los regímenes totalitarios.

El personaje principal de 1984 es Winston Smith, hombre de treinta y nueve años, que por efectos de mutabilidad del pasado, no recuerda con claridad su infancia. Sobrevive en un Londres gobernado por el Gran Hermano, que simboliza los valores del estado y al que se debe culto, omnipresente en las telepantallas. Winston llega a ser consciente del engaño y es apresado por sedicioso. Busca la verdad y se la estrellan en la cara: el Partido quiere tener el poder por amor al poder mismo. No nos interesa el bienestar de los demás, ni la riqueza ni el lujo, ni la longevidad, ni la felicidad, sólo el poder, el poder puro. El poder no es un medio, sino un fin en sí mismo. No se establece una dictadura para salvaguardar una revolución; se hace una revolución para establecer una dictadura. Finalmente Winston es curado de sus desviaciones, quedando dispuesto para ser vaporizado, en el momento que decida el partido.

Fahrenheit 451 fue publicada en 1953. Se cimentaba la hegemonía de Estados Unidos, en medio de una lucha de poder con la Unión Soviética. Al interior, el MacCarthismo (1950–1956) acusaba de comunistas hasta a los individuos más prominentes. La novela se centra en la quema oficial de libros, como vehículos indeseables de información en un régimen absolutista, impidiendo a toda costa que los ciudadanos tengan la oportunidad de articular analogías históricas o emocionales con las referencias existentes, como las narradas en los libros de papel, que arden precisamente a 451 grados Fahrenheit. El sistema dicta: los autores de libros sólo inducen malos pensamientos ¿qué necesidad de mantenerlos si son como agua sucia? Hoy se puede ser feliz continuamente, podemos leer historietas ilustradas y periódicos profesionales si queremos divertirnos. ¡Ser feliz! Es el deseo de todos, por tanto hay que brindarles diversiones, placer, emociones. Diez minutos después de la muerte, un hombre es una nube de polvo negro ¿para qué utilizar su recuerdo? Olvidar todo, quemar todo, el fuego es brillante y limpio.

La distopía se monta en la desesperanza ¿Existe la esperanza para un mundo que parece encaminarse en los senderos de la distopía? Montag el ex–bombero quema libros, personaje central de Fahrenheit 451, logra conocer la importancia y la belleza del contenido de los libros y en lugar de quemarlos los empieza a ocultar, pero pronto es descubierto. Lo pierde todo y tiene que huir. Logra escapar del sabueso mecánico implacable del gobierno y tras una agotadora y penosa caminata encuentra el campamento de los ambulantes, los libros vivientes. El ave fénix resurgirá de las cenizas.