
Tan alejados como estamos del concepto original “medios de comunicación” —como herramienta para informar, en algunos casos educar y en última instancia divertir— la incomunicación se instala en el planeta, pues el espectro de las audiencias prefiere cancelar su interés por los noticieros y los programas de “análisis” convertidos por el exceso de manipulación en verdaderos estímulos para la depresión, la angustia y la desesperación.
Suman décadas, las que hemos sido víctimas de una campaña de descalificación, que arribó ya al enfrentamiento y nos tiene a un paso de la substitución. ¿Con qué o quiénes se puede sustituir a mexicanos creativos, ingeniosos, alegres —nuestra riqueza en música y baile folclórico es basto— y chambeadores? Nos hemos dejado convencer que los maestros son nacos, flojos, medio guerrilleros y por supuesto sin nivel para la enseñanza ¿Será por ello que los negocios educativos —desde los grandotes hasta los patito— producen profesionistas de medianía y para nada en correspondencia a lo que les costó la carrera? ¿Cómo es que gana más un creativo publicitario que un maestro de la escuela que se promueve?
Otro tema es el ambulantaje: Llego Morena a Xochimilco y se levantaron puestos y paraderos de camiones anárquicos. En la delegación Benito Juárez —panista— se atrevieron a quitar de Avenida Universidad puesto fijos con 25 años de antigüedad, muy similares a los colocados en Tlalpan frente a la zona de hospitales. ¿De verdad son pobres los comerciantes que pueden pagar 400 pesos a la semana —algunos tienen hasta 5 puestos—, más 2000 pesos al mes, más cuotas especiales a sus líderes que se embolsan según cálculos casi medio millón de pesos mensuales por permitir este tipo de comercio no higiénico e ilegal?
A propósito del manglar Tajamar el linchamiento mediático incluye a autoridades de medio ambiente desde Vicente Fox pasando por el gran Felipe, hasta el favorito presente para pegarle como en el circo al negro; y pareciera que del otro lado —los inversionistas privados— solo hay ángeles, víctimas y héroes creadores de empleos y de riqueza turística. ¿Por qué los encargados de medir la corrupción y la impunidad no se toman la molestia de incluir a los hombres de empresa? Qué pena que México ocupe un lugar 95 en el conteo de corruptos e impunes, pero los malos no son solo policías, funcionarios de diversos niveles, legisladores e incluso personajes de crimen “organizado”. ¿Sabía Usted que la mayoría de los puestos callejeros de comida son patrocinados por una empresa embotelladora de refrescos? ¿Quién cree que provee a los “toreros” —algunos menores de edad— que le venden chicles, cigarros, agua etc. en los semáforos?
No pretendo exonerar a tanto burócrata que cobra sin cumplir con el mínimo de su trabajo y mucho menos a funcionarios que en vez de servir se sirven y no desahogan sus obligaciones; pero ojala que si decidimos que todos vayan coludos esto incluya la contra parte que llega a destruir a sus competidoras en mala lid, usando la coyuntura de un “cuate” que llegó a la dependencia de donde salen las compras, los contratos de obra y la contratación de servicios.
Coludos o rabones, pero todos parejos; tan responsable es el que mata la vaca como el que le ata la pata, ahora resulta que la sociedad en su conjunto —otra vez el tema del manglar— es revoltosa, mentirosa, usa fotos falsas y por lo mismo debe quedarse con la puñalada adentro porque la destrucción de esta barrera natural se hizo conforme a derecho pues los “inversionistas” privados comprobaron y cumplieron con todo lo ordenado y así como en la ciudad de México debemos soportar las polvaredas de febrero desde que se secó el lago de Texcoco —donde por cierto se construirá un aeropuerto— los naturales de Quintana Roo, vale más que se alejen de la playa para que no les extinga el siguiente ciclón.
Más que enojo, el doble discurso empieza a entristecernos a muchos. Los gobiernos han renunciado a muchas de las facultades que les permitían atender a sus pueblos en materia de salud, educación, vivienda, seguridad y otros. Cuando la gente no tiene agua se enfurece contra el gobierno, pero el manejo de esta se ha concesionado a empresas privadas como está ocurriendo con la salud y como casi se consolida con la educación. De materias primas que son propiedad de la nación y que se habían protegido para garantizar ciertos niveles de calidad de vida ya ni hablamos. Todos hemos oído hasta el cansancio los pro y contra de entregar el petróleo, concesionar el manejo de energía eléctrica, disfrazar la entrega del espacio por donde cursan las ondas magnéticas a empresas monopólicas con el disfraz de concesión… ¡pero qué haces tú y qué hacemos todos para que las cosas cambien! Hablar, señalar, festinar la caída —ver cómo andan las cosas en España— del propio o el extraño, no aporta soluciones. Mientras haya vecinos que se aprovechan del más débil para quedarse con su propiedad, jóvenes incapaces de respetar al otro, hombres y mujeres dispuestos a sacrificar a sus hijos con tal de perpetrar su venganza; la espiral de decadencia seguirá su curso destructivo.
Es tiempo de redimir, rescatar, salvar, eso no se logra si nos mantenemos con los brazos cruzados. Si acaso todavía te queda orgullo por ser mexicano, decide que no más calificativos negativos tienen que distinguirnos, empieza por ti mismo, contagia a tu familia, convence a tus compañeros de trabajo, anima a tu vecindario a lograr un viraje positivo.