Histomagia

Dinero o carbón

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Guanajuato es una ciudad que posee muchísimos relatos de contactados con espíritus, demonios y otros seres de luz y de oscuridad que deambulan por los callejones y plazas. Uno de los más comunes, dado que aquí existen casas muy antiguas, es el que se refiere al encuentro de ollas llenas de oro emparedadas o enterradas, pues en la época en que no había bancos, las personas así protegían su dinero. Un muy buen amigo mío me ha contado una historia que realmente te hace reflexionar si el dinero es la respuesta a todos los males que aquejan al ser humano.

md_20065Cuenta que por Tepetapa hay un callejón que se llama El Mandato y que junto con otro llamado Rayo confluyen una escalera que da hacia la entrada del Carrizo. Ahí, hace casi ocho años, la casa que estaba en el centro de esta delta, se quedó sola, pues sus propietarios murieron en circunstancias muy extrañas, la casa quedó abandonada. Demolida de a poco, dado que, pese a su grandeza, era frágil y ya en verdad era necesario usar el solar que quedase para construir alguna nueva vivienda, el ahora dueño, Don Cuco, contrató a algunos albañiles para continuar con la obra que el tiempo había comenzado. Arruinada y pese al peligro de derrumbe, los trabajadores se dieron a la tarea de iniciar por lo que quedaba del viejo techo. Un albañil vio un agujero y pensó que sería más fácil provocar la caída de esas ruinas si golpeaba con fuerza ahí. Ninguno de los que estaban esa tarde noche se imaginaban lo que sucedería.

Sin piedad, el trabajador golpea el techo una vez, otra vez y, a la tercera, se escucha que golpea algo hueco. Vuelve a golpear y es entonces cuando una catarata de monedas de oro le golpea el rostro. Incrédulo de lo que pasa, se da a la tarea de avisarle de inmediato a Don Cuco, quien ni tardo ni perezoso, sale de su casa tropezando con la gente para ver lo que habían encontrado en su propiedad. Cuando llega no da crédito a lo que ve: varios cántaros repletos de monedas de oro y aún los albañiles sacaban más. Sin pensarlo, les otorga el día libre.

Cuenta mi amigo que desde ese día no se ha sabido nada de Don Cuco. La casa siguió algún tiempo así, derruida, hasta que alguien terminó por demolerla, tal vez en un intento de tener la suerte de aquél albañil, porque, cuentan los que saben, que cuando encuentras dinero es para ti, porque quien te encuentra es el oro, no tú a él. Sabe la suerte que tendría Don Cuco, pero lo que sí es que cuentan que él ya sabía de la existencia de ese tesoro, pero que cuando logró ver una de las ollas, cegado por la avaricia, el oro se convirtió en carbón, por ello contrató a alguien que sí pudiera verlo y así quedarse con esos centenarios que tanto habían esperado en el tiempo para encontrar a la persona indicada, quien, como leemos, no se quedó con nada, fue despojado por Don Cuco.

No tardes en venir a visitar el lote baldío que da fe de este relato. En serio, no es ficción, es una de las tantas historias que esta mágica ciudad tiene. Ven, lee y anda Guanajuato.