Histomagia

Horror y salmodia para mi hijo…

Compartir

Narrar las historias que me cuentan sobre hechos extranormales, es una de mis pasiones. Guanajuato es conocido por tener familias de abolengo que hasta la fecha siguen teniendo poder político y social que ejercen desde todos los ámbitos que les son posibles, por ello, no es de extrañar que las historias que les suceden al interior sean de lo más apasionantes y extrañas de las que he escuchado.

24EAyer, uno de los conocidos que tengo, me ha contado cómo es que, desde que él era niño, ha tenido que soportar los embates de ciertos seres que lo custodian y que al parecer le han sido heredados por sus ancestros. Él no encuentra otra explicación. Relata con impresionante fascinación, que cuando él nació, hubo una serie de acontecimientos desafortunados que privaron a su familia de heredar una cuantiosa fortuna y, a algunos, de la vida. Estos hechos se iniciaron con la muerte inexplicable de una de sus tías, sana y fuerte, que vivía ahí por donde ahora es Dos Ríos: un día después de que él nació, fue encontrada muerta en su recámara, con un rictus de horror en su rostro; al parecer se encontraba haciendo oración en una especie de ritual pagano para proteger al recién nacido de las desventuras que le aguardaban, pero no lo logró. Le siguió la violenta muerte de su padre a manos de unos facinerosos que lo asaltaron cerca de la glorieta del rumbo, hombres tan altos y de raza negra que nunca jamás, para la época, se habían visto por aquí. Extraño.

Todo esto hubiera quedado en el olvido –son desgracias que le acontecen a cualquier familia—si no ha sido por lo que le sucedió a su madre.

Estando él de bebé en su lecho, una tarde su madre lo vio que tenía en las manitas sangre fresca, ella pensó que era de algún rasguño hecho por él mismo en su carita; desesperada buscó la fuente del sangrado y, sin dar crédito, se horrorizó al ver que el niño le había rasgado su pecho del cual salía lenta y continuamente su sangre roja mezclada con la leche materna; pensó rápidamente y lo atribuyó a que alguien seguro había entrado a su habitación o que ella misma lo había hecho dormida. Pero no fue así.

Le contaron sus tías que en la búsqueda de una explicación racional, su madre buscó debajo de la cama, en el ropero, en la cuna que había heredado de su abuela y sí, ahí lo encontró. Ahí lo vio, sentado en la cuna, relamiéndose el alimento que recién le había succionado. Era un ser que parecía un bebé, pero que no lo era en absoluto. Era pequeño, pero tan horrible que tenía garras y un rostro muy velludo, como si fuera una especie de perro, pues de hecho, gemía con dolor al lamerse las gotas de sangre con ahínco y desesperanza, como si le fuera en ello la vida. Esa criatura no había visto a la mujer, pues ella despacito, poco a poco, salió de debajo de la cuna, pero en el instante en que el ser monstruoso la vio, se abalanzó contra ella en busca de calmar sus ansías de sangre y leche de sus pechos. Aterrada la mujer sólo atinó a aventarlo con furia a la pared, y buscar a mi conocido para protegerlo y salir de ahí lo más pronto posible. El niño, estaba sereno, como si supiera que debía compartir a su madre con ese horripilante ser que buscaba con desesperación el pecho de la señora, pero ahora ya tenía incipientes colmillos que podrían arrancarle la carne si le daban la oportunidad. Fue entonces que arrastrándose y quitando con sus manos, ahora ya sangrantes por las mordiditas y rasguños, todos los obstáculos que la hicieran llegar a la puerta. La lucha era en silencio, no podía espantar a su niño con gritos del horror y asco que le provocaba tener tan cerca esa cosa…Cuando al fin pudo alcanzar la puerta, el ser la tomó por los cabellos intentando detenerla, ella abrió de un tirón la puerta, y suavemente hizo rodar el niño hacia afuera, a salvo. Ella dio un portazo, cerrando la puerta, y se quedó adentro, luchando por la vida de su hijo y la vida misma, diciendo salmodias tan antiguas como la humanidad misma. Ahora sí gritaba, enviando a ese ser al lugar que le corresponde en el universo. Pasaron escasos minutos y luego, silencio. Fue entonces cuando su madre abrió lentamente la puerta, sonrió al ver a su niño a salvo, salió y cayó desfalleciente cerca de él. Días después, murió de un ataque al corazón. Del ser maligno ya no supo nada, al parecer su madre logró desterrarlo de aquí.

Mi conocido me dice que él valora mucho el tener esta oportunidad de vivir, gracias a su madre que literalmente dio la vida por él. Ahora él sigue viendo a seres de oscuridad que sólo lo ven de lejos, dice, porque su madre lo cuida siempre.

No sé si agradecer al instinto materno o a la naturaleza sagrada de las cosas mismas este desenlace al parecer para nada feliz; sin embargo creo que las historias al interior de las familias guanajuatenses, pueden ser tan o más espeluznantes que la que acabo de contar. Conócelas. Ven, lee y anda Guanajuato.