La riqueza arquitectónica de Guanajuato es sin duda una representación de la creatividad de los habitantes antiguos de la ciudad. Tanto las pocas calles como la profusión de callejones y plazas, fueron diseñados de acuerdo al accidentado terreno que a cada rato nos recuerda de dónde se ha sacado el oro y la plata todos estos años. La Plaza de Mexiamora es una de las más bellas porque
tiene árboles, amplio espacio, banquitas, y una fuente que invitan al descanso después de un día de trabajo; es muy tranquila. Precisamente, en esa plaza, una amiga mía tenía una tía que vivía ahí, cerca de donde se encuentra un árbol frondoso y grande que aún está. Su casa es una de las primeras que existieron en Guanajuato, de estilo españolizado con patio al centro, lleno de macetas y macetones que dan vida verde al lugar. Ella cuenta que sus primos siempre le contaban historias de miedo, de seres que se les aparecían en donde menos lo esperaban, de ruidos de cadenas por las noches que los guiaban a la salida de la casa, pues se escuchaban de adentro hacia afuera. Dice que a ellos lo que más les asustaba era ver aparecer una cadena colgada en ese árbol frondoso cada vez que escuchaban el cadenar por las noches. De hecho, las quitaron varias veces para evitar que los vecinos hicieran conjeturas sobre qué o quién las ponía un día específico de mayo, en esa fecha siempre volvían a aparecer. Mi amiga, que no les creía, se hizo la valiente y una noche de mayo, en la fecha exacta, fue a quedarse en esa casa, en casa de su tía. Todo estuvo bien: cenaron, convivieron un rato y hasta bromearon sobre el “fantasma” que arrastraba las cadenas. Temerosos reían como esperando que esa vez, por la extrañeza que la nueva huésped provocaba en las energías nocturnas, no pasara nada. Se fueron a dormir, y ya en la duerme vela, como no queriendo escuchar, de repente oyó cómo alguien arrastraba las cadenas, las escuchó lejanas, pero de apoco, el ruido se hizo cercano, pero tan cercano que sintió cómo pasaban afuera de la puerta de su cuarto. Mi amiga, entonces sí sintió mucho miedo, pero nada se compara con el terror que sintió al sentir cómo el ruido se escuchaba dentro de su recámara, cerca de su lecho…por un momento ese alguien se detuvo y cuenta mi amiga que en la oscuridad profunda de esa noche, escuchó cómo las cadenas cayeron de manera estrepitosa a los pies de su cama y ella totalmente paralizada por esa verdad que no creía, pero que fue una realidad.
Hasta la fecha en que la cuenta se estremece recordando el suceso que jamás pensó le ocurriría a ella por ser escéptica. Tiempo después –dice- cuando construyeron ese jardín en la plaza, excavaron donde estaba el árbol y encontraron los huesos que parecía ser de una niña porque tenía un vestido y también encontraron dinero que hizo que sus tíos se volvieran ricos de la noche a la mañana.
Cosas así suceden en esta mágica ciudad, ¿quieres sentirlas? Ven, lee y anda Guanajuato.
