Los azares de la vida son tales, que toda eventualidad se hace posible.
André Maurois, novelista y ensayista francés.
- Sacaste boleto
Al bajarse del camión llovía ligeramente, pero de pronto se vino una lluvia intensa de gotas gordas que hizo que buscaran donde guarecerse. Se metieron a un supermercado, ambos estaban empapados, pero el Jipi tenía su larga melena escurrida, aplanada sobre la oblonga cabeza, en cambio, los pelos erizados y grasosos del Perro, al igual que su risita de hiena, se notaban exactamente igual que antes de mojarse. Entraron a la fuente de sodas y se sentaron en las sillas incómodas frente a una mesita metálica redonda, con la intención de pedir algo de comer.

En unos letreros escritos a mano sobre láminas de cartoncillo blanco se podían leer las ofertas de sincronizadas, tortas, perros calientes, hamburguesas, tacos de guisado y hasta sopa maruchan preparada con agua caliente, incluyendo asimismo los precios de cada uno de estos alimentos. Había colas en los cuatro cajeros automáticos del pasillo, una señora de edad avanzada, acababa de sacar dinero del cajero y lo contaba con calma casi frente al Perro. Contó dos mil quinientos pesos y los introdujo en su bolso de piel negra. ¡Qué fácil de robar!, se dijo el Perro, bastaría con jalarle el bolso y salir corriendo. Acostumbrado a esos menesteres, ya había recorrido con la vista a todas las personas que se encontraban en el entorno, ninguna se veía con los arrestos para apoyar a la anciana, había señoras con niños y bolsas de mandado, señores circunspectos indiferentes que no les gustaría verse envueltos en un lío de violencia, jóvenes bromeando y empujándose, ningún policía a la vista, sonrió para sus adentros, pero ya no tenía que perder su tiempo en esos trabajos menores, incluso, pensó, tal vez hasta si apareciera un ratero, se daría el lujo de detenerlo portándose como todo un héroe.
El Jipi parecía ausente, en la cabeza le sonaba Tomorrow Never Knows de los Beatles, repitiendo una y otra vez la única frase que se sabía y de la que tenía cierta idea del significado… Turn off your mind relax and float down stream, it is not dying, it is not dying. Alto, muy flaco, ojitos melancólicos, le decía su novia, no sentía ningún remordimiento cuando le llegaban flashazos de las escenas del crimen, el cuerpo inerme con el piquete en el lado izquierdo del pecho, la sangre en el piso, el desorden que provocaron en el cuarto para aparentar que se trataba de un robo. Nadie los vio entrar y nadie los vio salir, estaba seguro y por ello la confianza, el sentirse relajado, como flotando en la inercia de la corriente… Turn off your mind relax and float down stream…
Los dos pidieron un sándwich de pierna, papas a la francesa y un refresco, y comiendo con calma observaban tras los ventanales si amainaba el aguacero. – Oye Jipi, te voy a hacer una pregunta a ver si me la contestas. – Tú dirás. – A ver, si estás corriendo en una carrera y estás ya por llegar a la meta y rebasas al segundo lugar ¿en qué lugar llegas? – Pos en primero (contestó el Jipi en automático). – Jajajaja, pos claro que no, no seas pendejo, si rebasas al segundo lugar, pos llegas en segundo lugar güey, jajaja.
Esta situación le cayó como bomba al Jipi, no le gustaba para nada que se burlaran de él y la risita del Perro la sintió humillante. El Perro por su parte no advirtió en la mirada de los ojitos meláncólicos (como le decía su novia), que había sacado boleto.
- El paseo por la orilla del río
– Eres un desgraciado, no sabes lo que se siente pero ya lo vas a saber. Tal vez desde mañana cuando amanezca, tendrás una idea más clara y vas a saber lo que es bueno, vas a llorar de rabia. También ella lo sabe ¡yo se lo mandé decir en un recado! ¿Cómo la ves? Ella creía que era tu reina y le fallaste corazón, así como me fallaste a mí. Nos quieres reventar el cerebro con tu palabrería y tu egoísmo maldito ¡Te vas a quedar solo infeliz! ¡Mírate cabrón ya eres un viejo estúpido!
– ¿Ah sí? Me vale lo que digas, estás ardida. ¿Te gusta mi corbata amorcito? mírala bien, es cara, son mis lujos, es de color turquesa, el color que te gusta, el color de tus ojitos ¡Mírate en el espejo! Un reflejo apagado ¡Mírate! Eres fea por fuera, pero más por dentro. Sé muy bien que puedes verte, pero no te dejo girar el cuello ¿verdad?, sólo ves lo que te queda al frente ¿es aburrido? debe ser muy aburrido ¿no? Estaré viejo, pero te voy a demostrar… les voy a demostrar que no las necesito, no me van a volver a ver nunca, ¡ah! todavía las puedo, salgo driblando y me enfilo hasta la meta y ¡gol!
Camino por la ribera del gran río, todo oscuro como galería subterránea rota sólo por los destellos tenues de la luna reflejada en las ondas del agua. Silencio, sólo escucho mis pasos al pisar los guijarros. Sus ladridos no me espantan, ni siquiera volteo a verlos, deben ser al menos cinco perros corrientes del vecindario, que sienten al invasor solitario en sus dominios orinados cientos de veces. Avanzo flemático, pero mi indiferencia se transforma en alerta al sentir la dentellada en la pantorrilla, rasgada la piel, atravesó el casimir, me doy la media vuelta y allí están, amenazadores, mostrando dientes y colmillos, gruñendo con el hocico afilado. La tensión me aviva la vista y a pesar de la borrachera que me cargo, puedo inclinarme rápido para coger unas piedras, los perros advierten el propósito y siguen amenazantes con sus gruñidos guturales, pero tengo la puntería suficiente para atinarle en la pata delantera derecha al líder de la manada, un perro grande que me parece aparentemente de color amarillo en la penumbra, el maldito perro que se atrevió a morderme a sabiendas de que, según yo, mi mayor protección era la indiferencia… perro en ti, Dios en mí, la Sangre de Cristo me libre de ti, como me enseñaba a rezar mi madre.
Se me cortó la borrachera sonámbula del paseo forzado, esa embriaguez demandante. Muchas copas de cólera en esta atribulada noche, en medio de la escandalosa muchedumbre del comercio de putas en las calles perpendiculares al gran río. En ese ambiente de densa humareda me faltaba el aire y decidí salir a respirarlo fresco dirigiéndome al río, una cuadra hacia abajo del congal. Le di en la pata derecha delantera. Mañana tendré que venir a buscarlo para saber si está vacunado contra la rabia, maldita sea, encajó el colmillo, pero la herida no sangra. Recuérdalo… la pata derecha delantera del maldito perro amarillo. Me unto la herida con salivazos para tratar de limpiarla, no me atrevo a hacerlo con la maloliente agua del río, pues creo que aquí se descarga hasta la mierda de todo el vecindario. ¿A dónde vine a parar? Eso me pasa por pendejo ¿Cómo se me ocurrió venir a estos lupanares corrientes? Infelices perros me arruinaron el traje, pero esas dos pinches viejas celosas me las van a pagar.
- Perdiendo el tiempo
Pasaba las horas distraído, leyendo el periódico, apagando y prendiendo la televisión, nada de videojuegos (le prohibió la mamá), recostado, evadía la responsabilidad de terminar la tarea, bien lo sabía, el tiempo pasaba y no avanzaba, no movía un dedo para retomar el trabajo con seriedad. Luego su mamá se asomaba al cuarto y rápido se enderezaba sentadito frente al escritorio simulando que escribía, pero ella no era nada tonta y algo se olía. De rato se volvió a asomar y le pidió que le ayudara con un mandado, que fuera a la tienda a comprar alguna cosa, lo que le vino como anillo al dedo como la justificación perfecta para vociferarle su impotencia, mostrando sin ningún pudor el falso malestar que significaba que se atreviera a interrumpirle en la importantísima tarea que tenía que entregar ¡imperiosamente! el fin de semana y fingiendo el drama de hacerse la víctima y proclamarse un auténtico hijo incomprendido. La madre por supuesto que se enojaba y así ambos le daban rienda suelta al juego.
Digresión, desviar el hilo del discurso para expresar algo que se aparte del tema que se está tratando. Yo no soy del montón, soy especial, no me pueden juzgar con el mismo rasero, no puede haber igualdad en la desigualdad. Ellos no pueden calificarme pues no distinguen mis habilidades. Me piden valores que no tienen, me dicen ¡vamos! ¡esfuérzate por sobresalir! ¡Corre! ¡conjuga los verbos! Mejor juego con las palabras: en un santiamén, en un tris, en un abrir y cerrar de ojos, en menos de lo que canta un gallo, se tardó un siglo, a la velocidad de la tortuga, la hora del meridiano de Greenwich, el horario de verano, el horario de invierno, un día a caballo. La rama delgada de un árbol y un gran peso encima. Las manecillas del reloj y el tiempo inclemente cabalgando.