Ecos de Mi Onda

El Amor en los Tiempos del Huachicol

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Love is you  /  You and me  /  Love is knowing  /  We can be…

John Lennon, Love (1970)

Es curioso como los incidentes que ocurren en el entorno pueden llegar a generar un efecto significativo en la sociedad. Lo digo por lo que acontece en estos días con respecto a la escasez de combustible, que en esta región alcanza proporciones sin antecedentes históricos, desde que los autos que consumen gasolina han sentado sus reales en México y en el mundo entero. Ha sido realmente más agudo el problema en Guanajuato que en el resto del país y se ha prestado para que los habitantes se dediquen comentarios diversos entre sí, a través de las redes sociales, abordando este tema espinoso, divididos en bandos que tratan de explicar, justificar o descalificar las opiniones contrastantes profusamente vertidas.

El tema resulta muy interesante puesto que la escasez de combustible se relaciona de manera directa con la lucha contra el robo de gasolina, llamado huachicoleo, tanto mediante la peligrosísima perforación de ductos para extraer la gasolina, almacenarla y venderla de alguna forma, como a través de los embarques en las pipas que salen de PEMEX, donde los delincuentes coludidos al interior de la empresa alteran las cantidades a favor, generando una línea criminal con gasolineras cómplices, en los contratos de compra-venta. El problema al parecer ha resultado ser de dimensiones colosales, con un saqueo inconcebible que ha agraviado a la nación, de tal suerte que para frenarlo, el gobierno federal optó por cerrar los ductos de abastecimiento. Una estrategia que muchos defienden y otros consideran una aplicación muy dudosa en eficiencia, que está más bien marcada por un sesgo político de autoritarismo centralista, cuyos efectos negativos se han visto particularmente intensificados en la región del Bajío, con una reducción de abastecimiento que ha provocado en determinados momentos la parálisis del tráfico vehicular. Miles de personas que no llegan al trabajo, que se ven impedidos a viajar para resolver un negocio, otros a quienes les resulta imposible llegar a una cita importante, enfermos y accidentados que retardan el proceso de tratamientos, estudiantes que faltan o llegan tarde a clases, familias que se ven varadas en un punto alejado de sus hogares, filas largas de autos en las gasolineras esperando horas por un poco de gasolina, y la desesperación que esto produce cuando la situación se alarga por días, sin contar con información clara y precisa sobre la posible regularización del abasto.

Este marco complejo se presta para reflexionar sobre los efectos causados individualmente y en el colectivo, con la aparición de neurosis en algunos, el fortalecimiento de la esperanza de cambios efectivos en otros, el incremento de la desconfianza sobre las estrategias en algunos otros más. La sociedad se ha dividido en sus puntos de vista, con ataques y defensas a ultranza, al grado de producir el deterioro de amistades antes consideradas firmes, e incluso rencillas al interior de las mismas familias. Una polarización que se mide por la posición en los extremos, muchas de las veces sin atender una lógica de los aconteceres, sino dejándose llevar por las especulaciones afines a las aparentes convicciones, en medio de un panorama político de grandes inquietudes.

Bueno, la fantasía puede describir argumentos embrollados o simplistas y aligerar tal vez, o quizás hacer más pesada, la carga de experimentar circunstancias inéditas tan contradictorias.

Laura y Manuel decidieron viajar a Guanajuato para pasar un fin de semana romántico, celebrando el aniversario de un año de feliz noviazgo, con grandes perspectivas para ambos, de consolidarse en una relación estable y convincente. Partieron en auto de su ciudad de origen sin ningún contratiempo y tras instalarse en el pequeño hostal, pasearon por los callejones estrechos, plazas y jardines de Guanajuato. En el callejón del Beso cumplieron el rito de besarse y prometerse amor eterno, comieron en un restaurante al aire libre en la plaza de la Paz, tomaron copas de vino en un bar del jardín de la Unión, brindando por la felicidad que les envolvía de cuerpo entero, cantaron felices con la estudiantina en la Callejoneada y pasaron una noche en la que se intercalaba la ternura y la pasión, fundidos en el anhelo ferviente condensado en un acto de amor sublime. Ajenos a todo lo que acontecía en el mundo, este proceso entrañable se repitió casi exactamente al día siguiente. La mañana del domingo, a pesar del frío fue festiva, con caricias y besos matutinos, un agradable baño de agua caliente compartido y un desayuno reparador.

Con un tono agridulce subieron las maletas al auto para iniciar el largo retorno a casa; para Manuel era claro que tenía que acudir a una gasolinera para abastecerse de combustible, pues el tablero le indicaba que el contenido del tanque estaba ya en la reserva. La sorpresa fue mayúscula cuando se enteraron que no había existencia de gasolina en la ciudad y que había que hacer grandes filas esperando que alguna de las gasolineras fuera aprovisionada. Al constatar la certeza de las noticias, trataron de informarse sobre el depósito que tuviera mayores posibilidades de ser surtida y alrededor del mediodía se formaron en la fila de una gasolinera ubicada a la salida de la ciudad, que ya sumaba varias decenas de automóviles, pensando aún que el problema se resolvería y que pronto estarían rumbo a casa. 

Instalados en la fila y convencidos de hacer un pequeño ejercicio de paciencia, tras abrirse la burbuja de fantasía que los había blindado de ecos externos en los dos días anteriores, ambos revisaron sus celulares con cientos de mensajes sin leer y noticias recientes turbadoras en las redes sociales, sobre las condiciones de escases de combustible en el centro del país. Cada uno por su cuenta se informaba del cierre de ductos, del período de desabasto que ya era de más de una semana en algunas ciudades y de la conmoción que esto estaba produciendo, así como de la diversidad de opiniones sobre la interpretación de las causas que estaban originando esta situación problemática.

Permanecieron callados por varios minutos y fue Laura la que dejó de mirar el celular y rompió el silencio para expresar con vehemencia ¡Por fin alguien se fajó los pantalones para frenar la corrupción! – ¿Qué dices?, repuso Manuel ¿Jodiendo a la gente? Los dos volvieron cavilando a atender los celulares. Luego de una prolongada pausa fue Manuel quien casi gritó ¡Cómo es posible que suceda esto! Este tipo está loco, lo que va a causar va a ser un estallamiento social. El loco eres tú que no comprende, pareces partidario de huachicoleros, le contestó Laura. Cállate tú chaira burguesa ¡De cuándo acá tan socialista de Starbucks!¡Anda, ve a comprar huachicol, eres pequeño, incapaz de un sencillo sacrificio por algo más importante para México. – Jamás compraría ni medio litro de gasolina ilegal, jamás; creo que me estás retando porque eres tú la loca a quien le urge llegar a X para chismear con tus amigas, bájate tú y consigue la gasolina. – Me ofendes, yo lo más que odio es la corrupción y más este robo artero de los mafiosos del país.  Avanzada la noche y cansados después de toda una sarta de frases agresivas y mutuos insultos optaron por tratar de dormir un poco. 

En la madrugada Manuel decidió caminar hasta la gasolinera para tratar de obtener algo de información, pero no sólo sin ningún resultado alentador, sino además contagiándose aún más del ambiente ya neurótico del entorno. Camino de regreso compró dos cafés en una tienda, trató de aclarar la mente y tranquilizarse para dialogar con Laura y llegar a un acuerdo de pacificación, pero con la tensión, Laura sólo escuchó frases sueltas expresadas en voz alta y tono rudo, que le dieron la impresión de que la actitud agresiva continuaba. Cuando Manuel extendió el brazo para darle el café, Laura lo botó de un manotazo y eso prendió la mecha, los dos no se bajaban de loco uno a otro. Laura salió del coche y sacó del asiento trasero su pequeña maleta, Mario la conocía bien, se había rebasado el límite y la situación era irreversible.

En la hoja de una libreta escribió su destino X y la sostuvo en alto pidiendo aventón, una camioneta se detuvo y después de acordar con el joven conductor, subió imprudentemente sin pensar en los posibles riesgos. Por varios kilómetros no se dirigieron la palabra y fue al pasar frente a una gasolinera con largas filas cuando el joven comentó Parece que se ponen feas las cosas ¿Verdad? Ella, con prudencia para no dar pie a posibles discusiones sólo contestó un lacónico sí. Pero ya el Presidente está tomando las medidas para acabar con la corrupción en México, dijo él. Esto fue una especie de click y Laura sintió al menos un aire leve de tranquilidad que dio espacio a conversaciones sueltas en el camino. Casi por llegar el joven bajó a satisfacer una necesidad; en el celular que llevaba en el tablero apareció un mensaje y Laura alcanzó a leer algo como te regresas hoy mismo, ya tenemos más garrafones, a río revuelto ganancia de pescadores. Cortés la bajó en una estación cercana a su casa. Odiaba la corrupción. Opiniones y actitudes, pensó con desconsuelo en Manuel.

Hola ¿Quieres gasolina? Preguntó la agradable chica tras la ventanilla, tengo veinte litros. – No compro gasolina ilegal, contestó Manuel – ¿Cómo crees? Ayer nos quedamos sin gasolina y mis hermanos salieron a conseguirla en Silao, consiguieron de más, la tengo en mi casa, aquí cerca, vamos si quieres; traes placas de fuera y tienes que regresar ¿verdad? Sólo quiero ayudarte. Bajó y con ciertas dudas siguió a la chica. Señalando la larga fila de coches ella dijo Parece que se ponen feas las cosas ¿Verdad? Con prudencia para no dar pie a posibles discusiones sólo contestó un lacónico sí. Pero este presidente está haciendo sólo estupideces y perjudicando a quien no la debe, dijo ella. Esto fue una especie de click y Mario sintió simpatía por la chica y un aire leve de confianza en que hacía bien y no faltaba a su palabra. Vació la gasolina al tanque y fue a una tiendita donde vendían tortas y jugos. Perdería un día de trabajo, pero finalmente iba en camino y vio a la misma chica agradable asomada a la ventanilla de otro auto realizando un negocio. Jamás compraría gasolina ilegal. Opiniones y actitudes, pensó con desconsuelo en Laura.