Las fotos post mortem o memento mori, en latín significa «recuerda que morirás», sirven como recuerdos preciados, un recuerdo valioso de un ser querido fallecido.
Guanajuato es un lugar de estudiantes, cada semestre la población de la ciudad se incrementa porque llegan desde varios puntos de México y de otros países, estudiantes a la Universidad de Guanajuato. Todos y cada uno de ellos tienen el júbilo al inicio y que, dadas las diversas actividades de aprendizaje que realizan durante el curso, los ánimos decaen ya a finales de semestre.

Siendo maestra universitaria, puedo contarles muchas de las anécdotas sucedidas de todos colores y sabores, de las que he sido testigo, pero en verdad ninguna como la que sucede cuando hacemos “Memento mori”, actividad que se basa en la investigación documental sobre el Romanticismo como movimiento literario y de las fotografías postmortem del siglo XIX, actividad realizada cada abril para conmemorar el día del libro, y que consiste en tomarse una fotografía propia de acuerdo a la narrativa hecha sobre un personaje que tenga una muerte fatídica, horrible, en la que ellos son protagonistas. La hemos realizado varios años y en verdad es un éxito en la escuela porque desmitificamos el concepto del término romántico, no solo se habla de amor, sino que el terror, el horror, la sangre, los espectros y fantasmas, la libertad, son parte medular de este movimiento literario, hablamos de sus autores y los chicos se inician como escritores, logrando un acercamiento con el proceso creativo fictivo por mottu propio. Así, con la ambientación adecuada, entre penumbras y representaciones narrativas de la propia muerte de los personajes evocados en la práctica narrativa, comenzamos a invitar a los compañeros universitarios a visitarnos en el aula preparada para tener un acercamiento al conocimiento literario.
La mayoría de los que entran saben y se dan cuenta de la diferencia del concepto romanticismo que ellos tenían y lo que representa como pensamiento ideológico, filosófico y en práctica literaria; y algunos, solo algunos, han notado situaciones que se salen de lo normal y que nos han sorprendido sobremanera. Alumnos me han narrado cómo es que la atmósfera cambia de repente cuando va a pasar algo: un silencio sepulcral a sus oídos –porque el trajín de la escuela sigue, pero para ellos no—y entonces son testigos al ver objetos que se mueven y cambian lentamente de lugar a otro, objetos que parecieran tomar vida y se desplazan solos, velas que se apagan en un aula cerrada, sin viento, ni ráfagas de aire que pudieron haberlo hecho, velas que de repente se encienden sin explicación alguna, vocecitas que acompañan las representaciones de los muchachos al narrar de manera dramática la muerte tormentosa que sus personajes tuvieron, cuadros cuyo vidrio se estrella sin ejercer ninguna fuerza física, cortinas que se mueven cual ventarrón en un salón cerrado, la sensación de que te siguen en el pasillo después de terminar las actividades, réplicas fantasmales de compañeros que pensamos siguen con su caracterización dentro del salón y no, ellos están regresando del baño y al entrar ven cómo de manera inexplicable el fantasma se desvanece en la penumbra ante todos; pero lo más impactante es ese silencio indescriptible que se escucha, y que da entrada a lo sobrenatural y desconocido para muchos, silencio que sólo se rompe con el sonido de las ramas de los árboles que están en la preparatoria oficial.
Casos como estos, son experiencias que no se olvidarán nunca, y son actividades didácticas que refuerzan el aprendizaje, pero con colaboraciones espontáneas de experiencias sobrenaturales románticas que, aunque no seas creyente de que sucedan, de que pasan, pasan, en cualquier lugar, esta vez, en una escuela. ¿Quieres venir este abril a nuestro “Memento mori”? Ven, lee y anda Guanajuato.