Amigas y amigos, las cajas chinas. Aquellas de las que se refiere la comunicóloga Ana Aguilar, como las que contienen otra un poco más pequeña dentro de ella, y dentro hay otra más pequeña, y luego otra, y así sucesivamente, y que en materia de comunicación política son historias y no necesariamente noticias, para entretener y estimular el morbo de los ciudadanos arriba de otras, particularmente, las que tienen que ver con los modelos económicos de un país.
Y es que la política económica (es decir, las decisiones que toma el Estado en esta materia) que nos afecta a todos los ciudadanos es como diría Bush en su caso —refiriéndose a la guerra con Irak—, la “madre de todas las guerras” pero en este caso, la madre de todas las políticas. No se puede hablar de política fiscal ni educativa, por ejemplo, si no hablamos de política económica.
Luego de los sucesos relacionados a la aprobación mexicana del T-MEC (antes conocido como TLCAN,) en el camino a la renovación del mismo, durante esta semana han sucedido eventos interesantes. Por un lado, el pronunciamiento en la Cámara Baja de los Estados Unidos para iniciar el proceso de enjuiciamiento político o impeachment en contra del Donald —que al final, más allá de perjudicarlo, lo favorecerá al supremo estilo del “compló” tan conocido por los mexicanos en las elecciones del próximo año — y por otro, las declaraciones del mismo Donald acerca de la eventual firma de un nuevo tratado con China, preparan un terreno amplio y apropiado para la posición política republicana.
¿Y nuevamente, a nosotros en qué nos afecta? Pues luego del “chamaqueo” denunciado por el Ejecutivo donde expuso su falta de profesionalismo, junto con la del del Legislativo nacional con la aprobación del T-MEC particularmente en ese momento, en cuanto a los paneles laborales, la mejor idea que se tuvo fue el incremento de los salarios mínimos, como una base -propuesta en las rodillas- para competir de entrada con la cuota del 40% de la fabricación de vehículos pesados y ligeros que paguen a sus obreros 16 dólares la hora (a lo cual, con el incremento, no le llegamos ni al dedito pequeño del pie).
Sin embargo, no se puede olvidar con esta medida que el incremento del salario mínimo en un país, así como el incremento a la emisión de la moneda circulante (que esperemos no se les ocurra), o la disminución de las tasas de interés de los bancos nacionales o bien, cualquier medida enfocada al incremento a la moneda circulante tienen un efecto inmediato: el incremento a la inflación.
En el año de 1930, Robert Towne escribió el libro “Chinatown”, el cual trataba al respecto de un detective privado especializado en casos de infidelidad conyugal, siendo paradójicamente, el último hombre verdaderamente ético en una ciudad corrupta. Quizá el ambiente, como decía Sutherland, es el primer factor de invitación para el delincuente corrupto, y esto también tiene que ver con la capacidad de tomar decisiones al frente de un Estado.
No perdamos de vista también, el incremento a los impuestos al ahorro y la eventual persecución en el uso de las tarjetas de crédito por parte de los encargados del cobro de impuestos, al más puro estilo del Sheriff de Nottingham. Pero mientras tanto, veamos si acaso Barttlet es corrupto o no, sin tomar en cuenta su pasado: aquél que lo liga a la DEA en el caso de el asesinato de Manuel Buendía en los 80’s (sí, la DEA, quienes nos visitaron antes del Cualiacanazo) y con importantes grupos en un Estado del que fue Gobernador que, a puro golpe de caja china, ha quedado en el olvido luego de la caída de un helicópetro: Puebla.
Recuerden: no hay crisis que soporte 15 horas de trabajo diario. Pero tampoco política económica sana que lo respalde.