Amigas y amigos, la verdad. Esa complicada afirmación que solamente está allí, dispuesta a plantarse con dignidad para darnos a conocer lo que es, más allá de todo cuestionamiento; o que nos hace pensar en olímpicas manipulaciones que provienen de mentes febriles apelando a teorías de la conspiración contra lo que a todas luces, parece pero no es.
Charles Berlitz, una de estas mentes conspiradoras, publicó en 1972 su libro «Misterios de los mundos olvidados», donde afirmaba y exponía diversos descubrimientos que cambiarían la historia de nuestros tiempos, y en los que irónicamente al desear obtener mayores detalles, siempre concluía en que eran celosamente censurados por diversos Estados a lo largo del planeta.
Este matiz que apela a nuestra necesidad humana de tener la mayor parte de certezas y respuestas ante lo desconocido no es algo que se pueda dejar de lado en el siglo XXI. Hoy, más que nunca, con la manipulación de la información en las redes sociales, podemos hacer creer a una buena parte de la población acerca de hechos ya sea reales, engrandeciéndolos o disminuyéndolos, o inexistentes, haciéndolos ver reales. Ya en su momento, Joseph Göebbels, ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Partido Nacional Socialista alemán en la Segunda Guerra Mundial, acuñaba para Adolfo Hitler aquella frase que reza: ”una mentira repetida mil veces se convierte en verdad».
En mi columna de la semana pasada, daba cuenta del riesgo en el que se veía envuelta la ratificación del Tratado de Libre Comercio con América del Norte —anteriormente NAFTA o TLCAN, y ahora conocido como T-MEC—, por las presiones comerciales de China hacia Canadá, y el escenario electoral ante las elecciones en Estados Unidos para el 2020.
En este sentido, ante los inminentes posicionamientos por un lado, de los demócratas que analizan a detalle el capital político que la ratificación del tratado puede representar para los republicanos, surge la preocupación nuevamente de la generación de los paneles conjuntos con representantes nacionales y extranjeros para supervisar las condiciones laborales en las empresas que se benefician del tratado en nuestro país.
En días pasados, el Presidente López Obrador estableció que «no está dispuesto a aceptar que inspectores extranjeros supervisen la implementación de nuevas leyes laborales en su país”.
Sin embargo, parte fundamental dentro de las modificaciones al tratado en las últimas reuniones entre los tres países, ha sido la inclusión de estos paneles, promovidos por los sindicatos estadounidenses, donde se supervise que se tengan condiciones similares de trabajo para quienes realicen productos de exportación, que de manera directa desincentivaría la inversión de Estados Unidos y Canadá en nuestro país para fabricarlos, donde los costos son menores y nuestra capacidad de fabricación es competitiva.
No perdamos de vista que al detonar un tratado de este tipo, mientras no se tengan las condiciones laborales al mismo nivel que en las economías de nuestros vecinos del norte, se puede decidir dejar de importar por ellos la producción local, favoreciendo el consumo de las economías canadienses y estadounidenses. En este momento, cuando la economía nacional se encuentra en recesión, sería completamente desfavorable para nuestro país.
¿Habrá o no tratado antes del cierre del año? Lamentablemente en nuestro mundo olvidado, a pesar de todo lo que podamos seguir repitiendo, se ve bastante complejo.
No confundamos los deseos con las necesidades.
