Dr. José Eduardo Vidaurri Aréchiga
Cronista Municipal de Guanajuato
Las cofradías o hermandades devotas han servido, a lo largo de la historia, para ejercitarse en obras de piedad, como gremios, compañías o fraternidades de personas que se unen para un mismo fin. Las hermandades o cofradías son asociaciones de fieles establecidas por la autoridad eclesiástica y siempre, además de las obras de caridad y ayuda mutua, han servido para darle forma y sentido al culto público.
Las fraternidades cristianas existen desde el surgimiento de esta doctrina y su origen y principal fundamento ha sido siempre buscar un socorro espiritual después de la muerte, y en vida, la búsqueda de ese socorro serviría como un ánimo y promoción de una vida plenamente cristiana y como entidades de auxilio y socorro entre sus miembros.

Durante el periodo colonial se introdujo en la entonces Nueva España el cristianismo por la intervención de las órdenes mendicantes como franciscanos, dominicos y agustinos que se entregaron por completo a la evangelización y al fomento del culto cristiano. Fueron las mismas ódenes las que, entre sus primeras acciones, promovieron la fundación de cofradías y, por ende, la práctica de los actos de amor al prójimo, de caridad y de asistencia social.
La primera de las cofradías o hermandades que existió en la Nueva España fue la de “Los caballeros nobles de la Santa Veracruz” y fue fundada por Hernán Cortés en la ciudad de México en el año de 1523.
Para el caso de la localidad encontramos que una de las primeras cofradías fue la del Santísimo Sacramento la cual fue erigida en el año de 1589 en el hospital de indios tarascos del Real de Santa Ana, misma que luego, en el año de 1595, fue trasladada al hospital de indios tarascos de Santa Fe de Guanajuato y, en 1695, fue trasladada a la iglesia matriz de Guanajuato.

Con los años se fundaron nuevas cofradías, algunas respondían en su estructura a criterios raciales, por ejemplo: cofradías de españoles, cofradías de indios o cofradías de negros; otras eran gremiales, por ejemplo: de panaderos, de sastres, de carpinteros y así, y en otros casos se trataba de cofradías de caridad y beneficiencia, pero todas absolutamente todas tenían un importante papel en mantener la vitalidad de la fe y de la piedad cristiana, por ello, muchas tuvieron en su momento, la responsabilidad social del fomento del culto a los santos y la celebración de los rituales de la Semana Santa como un acontecimiento de primera importancia.

Las cofradías fueron las responsables de organizar, durante siglos, las procesiones durante la semana mayor y otras celebraciones religiosas de importancia durante el año litúrgico, fueron las encargadas de celebrar el viacrucis.

La devoción en honor de la pasión de Cristo ha gozado en Guanajuato de mucha popularidad y arraigo. Las diversas estaciones de la cruz, también llamadas víacrucis, que existen adosadas a las paredes de las viejas casonas y templos en diferentes puntos de la ciudad son un testigo mudo de esas representaciones en épocas pasadas, nos ayudan a recrear, en la imaginación, cómo pudo haber sido el recorrido procesional por las 14 estaciones de cada uno. Podemos imaginar también que en casi todos los templos se celebraba un viacrucis en la semana Mayor y además, no solamente en los templos de la ciudad sino también en los de las pequeñas poblaciones como Mellado, Cata, Santa Rosa, Santa Ana, La Luz, Puentecillas, Cuevas, El Cubo y otras. No tenemos muchas referencias sobre la antigüedad de algunas pero si de la instituida en el Oratorio de San Felipe Neri que cumple 225 años de existencia.

La hermandad de cargadores del Oratorio de San Felipe Neri
La Compañía de Jesús se estableció de manera formal en Guanajuato a partir del año de 1732, es verdad que antes había tenido presencia esporádica a través de misiones que, por temporadas, atendían a la población, pero a partir del año referido se estableció un hospicio-colegio y una misión permanente. En 1747 comenzaron la construcción de su magnífico templo al que la población denomina cariñosamente “La Compañía”, el templo fue dedicado con solemnidad en el año de 1765, pero dos años después, en 1767, se ejecutó la pragmática sanción de Carlos III a los integrantes de la Compañía de Jesús consistente en expulsarlos de todos los territorios pertenecientes a la corona española.
Fotografías: J.E.V.A.
Fotografías: J.E.V.A.
Fue el 23 de enero de 1794 cuando el Virrey Segundo Conde de Revillagigedo ordenó al Intendente Riaño que procediera, sin demora, a establecer en la ciudad de Guanajuato el Oratorio de San Felipe Neri, dotándolo de las facultades necesarias para tal fin. Poco después, el 11 de abril, el Obispo de Michoacán Fray Antonio de San Miguel, otorgó su bendición a los fundadores de la Congregación del Oratorio de San Felipe Nerí en Guanajuato y, finalmente el 16 de mayo quedaba canónicamente erigido el Oratorio en nuestra ciudad.
El Intendente juan Antonio de Riaño y Bárcena en nombre del Rey puso a disposición de los padres del Oratorio de San Felipe Neri el templo y casa que había sido de la Compañía de Jesús en Guanajuato, convirtiéndose en la sede, desde entonces del Oratorio.

Lució Marmolejo, en sus efemérides, dejó constancia de los padres fundadores del Oratorio en Guanajuato: José Gudiño, Manuel Leal y Araujo, José Clemente Arías, Rafael de Eguía, Francisco de la Concha, Ignacio López y Mariano Ramírez. Como primer prepósito resultó electo el padre José Gudiño
Es de nueva cuenta Lucio Marmolejo quien dejó testimonio de la procesión del viernes santo:
“1795. Marzo. Se celebra por primera vez, el viernes santo de este año, el paso de las agonías en el templo de la Compañía o del Oratorio, quedando desde luego establecido permanentemente, por devoción y empeño del R.P.D. Francisco de la Concha”

Con el inicio de la celebración del viernes santo en el templo del Oratorio de Guanajuato, podemos inferir que se produce simultáneamente la fundación de la hermandad de cargadores, misma que desde sus orígenes ha promovido entre sus integrantes el uso de la particular indumentaria de nazarenos o penitentes como se les denomina a los cargadores y que se caracteriza por el uso de una túnica que es un áspero cilicio de ixtle que suele ser entintado con los colores morado y/o negro y eventualmente rojo. También se colocan una soga o dogal en el cuello, y un capirote que en realidad es una capucha que les cubre el rostro y, encima del capirote se colocan una corona de soga.
La hermandad de cargadores es muy grande en la comunidad de fieles del Oratorio de San Felipe Neri en Guanajuato, lo que ha permitido que incorporen su activa participación por “secciones” en las diversas celebraciones y representaciones que se efectúan en la Semana Mayor.

La tradición y el honor de pertenecer a las hermandades de cargadores es una orgullosa expresión de fe que tiene un profundo arraigo en Guanajuato y forma parte, en muchos casos, del legado familiar que cuenta ya con más de dos siglos y un cuarto de presencia en la ciudad.
En el año de 1850 con motivo de una epidemia que tuvo fuerte impacto en la ciudad se suspendieron todas las celebraciones y representaciones de la Semana Grande en Guanajuato. En el siglo XIX y con motivo de la estricta aplicación de las Leyes de Reforma se volvieron a suspender las celebraciones. La prudencia se impuso y no afectó a la tradición por mucho tiempo, lo que permitió que se reanudaran las actividades públicas que expresan la profunda relgiosidad popular guanajuatense.
Durante algunos años de la Revolución Mexicana y sobre todo durante la etapa de la guerra cristera el culto también se vio interrumpido pero se reactivó siempre, con prontitud, en cuanto era posible.
Las procesiones han cobrado fuerza, de nueva cuenta, desde la década de los setenta del siglo XX y han tenido, además, una gran aceptación que se ha vuelto un acontecimiento muy representativo de la ciudad que se recarga año con año de misticismo.
Este 2020 se deben atender las medidas de confinación sanitaria y no será posible presenciar los eventos de la Semana Santa pero, debemos estar seguros que vendrán tiempos mejores. Quédate en casa.
¡Felicidades HERMANDAD DE CARGADORES por esos primeros 225 años¡