Distrito Capital

El amigo americano

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Allá por 1847, en la intervención estadounidense hacia México, se comenzó a popularizar el término « Gringo », en alusión a supuestos gritos de nuestros soldados hacia los enemigos: « Green Go Home! », y por sus -también- supuestos uniformes verdes. Nada más alejado de la realidad: en aquel tiempo los uniformes eran confeccionados con lana azul y galones y mangas en amarillo, para distinguir sus rangos, y no fue sino hasta la guerra hispanoamericana, medio siglo después, que cambiaron su color a caqui y para inicios del siglo XX, pasaron de color marrón a color oliva.

Hay quien afirma también que el témino « Gringo », no viene de México, sino de España. En un diccionario del uso del español, para el año 1787, recoge el término para referirse a « los extranjeros que tienen cierta especie de acento, que los priva de una locución fácil y natural castellana ».

Cualesquiera que sea su origen, el efecto de su uso en nuestra cultura ha sido continuo: desde el denuesto en la defensa de la soberanía hasta su representación aspiracional y malinchista. No son pocos los articulistas, como Fernando Zapata, que establecen que « …la palabra “gringo” equivale a problemas. Equivale a arrogancia, uso excesivo de fuerza, manipulación de la economía y el mundo en favor de la gran potencia. Equivale, en fin, a que los norteamericanos son lo peor que le ha podido ocurrir a este vapuleado mundo nuestro… »

No es de extrañarse que ese es, como cualquier extremo, risible desde la caricatura. Sería equivalente a validar el cliché del mexicano huevón, resentido, valemadrista y gandalla. Como todo extremo, es peligroso.

Por allá del 26 de diciembre compartía en esta columna que Trump anunciaba el « gran acuerdo » con China: muchos cambios estructurales y compras masivas de productos agrícolas y energía y productos manufacturados, retirando las tarifas de penalización anunciadas para el 15 de diciembre -que limitaban la entrada de de productos chinos- para fortalecer la economía local. Eso, lo realizó luego de la promesa de China de aumentar las compras de bienes y servicios estadounidenses por $200 mil millones durante los siguientes dos años, a cambio de que Estados Unidos redujera algunos aranceles impuestos contra los chinos.

Y después, vino la pandemia. Trump y su vicepresidente, Mike Pence, han especulado que el « virus chino » fue accidentalmente liberado en un laboratorio de Wuhan. Varios científicos han desmentido esta afirmación, tan cierta como el uso de lysol inyectado y rayos ultravioleta para prevenir el contagio del virus, anunciado también por el Presidente Trump.

Actualmente, el valor probatorio de las declaraciones del gobierno estadounidense están al mismo nivel que las del gobierno mexicano.

Quizá hoy, los estereotipos están más vivos que nunca. Mientras tanto, hace algunas horas, el gobierno de China ha comenzado el primer programa piloto de prueba de la primer moneda digital administrada por el estado, “diseñada para contrarrestar la fortaleza del dólar”, conocida como e-RMB. Hacia allá vamos.