
José Eduardo Vidaurri Aréchiga,
Cronista municipal de Guanajuato
Hagamos, de nueva cuenta, un pequeño viaje al pasado de Guanajuato y conozcamos algo más de las viejas estampas de nuestra historia, de nuestros personajes y de nuestra tradición. En esta ocasión abordaremos algunas efemérides relacionadas con nuestra más importante institución educativa y científica, la Universidad de Guanajuato, puesto que coinciden en este mes de agosto algunos acontecimientos históricos de gran relevancia para la misma.
Comencemos por referir que fue un 20 de agosto pero de 1744 (hace 276 años), cuando el rey Felipe V firmó la cédula que autorizaba la aprobación para la creación del colegio y hospicio de la Santísima Trinidad en la ciudad de Guanajuato y, para ello, resultaron muy útiles los bienes que habían dejado en donación tanto la señora doña Josefa Teresa de Busto y Moya Xerez y Monroy, distinguida dama nacida en Guanajuato en el año de 1682 y perteneciente a una de las familias que habían hecho gran fortuna en la industria minera y era poseedora de múltiples fincas en la zona urbana y rural de la región.

También destacaban los bienes legados por don Pedro Bautisla Lascuráin de Retana otro rico inversionista dedicado a la minería y a la agricultura que decidió hacia 1738 a contribuir en el sostenimiento de una misión permanente de jesuitas.

Cabe destacar que el documento referido, la cédula real que autorizaba el funcionamiento del hospicio colegio de la Santísima Trinidad, llegó a esta ciudad de Guanajuato hasta el 30 de julio de 1745, y la ocasión fue celebrada por la población. Quienes no pudieron celebrarlo fueron los benefactores. Doña Josefa Teresa de Busto y Moya había fallecido el 1 de abril de 1742 en su hacienda de San Miguel de Aguas Buenas en Silao, mientras que don Pedro Bautista Lascuráin de Retana había muerto el 2 de abril de 1744 en Valle de Santiago.
En realidad el hospicio colegio de la Santísima Trinidad venía funcionando desde el mes de octubre del año de 1732 con el arribo de los sacerdotes jesuitas, Mateo Delgado, José Redona y Bernardo Lozano quienes venían acompañados de dos legos Diego Camarena y José Volado, solo faltaba la aprobación del monarca para que operara con un reconocimiento oficial.
La construcción del templo de la Compañía en Guanajuato comenzó el 26 de julio de 1747 y fue, sin duda, una de las más grandes empresas que se ha impuesto la población guanajuatense, el templo fue dedicado el 8 de noviembre de 1765, luego de 18 años de arduo trabajo.
Por lo que respecta al Colegio, su fábrica se inició en el año de 1759 y para llevarlos a buen término se solicitó la incorporación del hospital de indios otomíes y otras habitaciones que estaban en los terrenos destinados al colegio, hacia 1761 ya estaban concluida la vivienda de los misioneros, un salón para la escuela y otro pequeño salón para la portería, pero resulta significativo que ese año ocupara la rectoría del colegio el padre Ignacio Coromina quien tuvo como encomienda iniciar los cursos de Gramática y Filosofía mismo que representan los albores de la educación superior en la institución.
El curso de Gramática Latina estuvo a cargo del presidente de la academia de filósofos en el Colegio de San Idelfonso en México, el sacerdote Ramón Cerdán, mientras que el de Filosofía estuvo bajo la responsabilidad del sacerdote Dionisio Pérez. Fueron quince los alumnos iniciales, dos de ellos fallecieron en 1762 a causa de la epidemia de Tifus conocida también como el Matlazahuatl que afectó de manera terrible a la población guanajuatense.
Pocos años después, en 1767, los jesuitas fueron expulados de todos los territorio de la monarquía española, el templo fue cerrado y el colegio suspendió sus labores. El colegio fue traspasado a los oratorianos filipenses, por instrucciones de la Real Superior Junta de Aplicaciones en el año de 1785 pero ahora bajo la denominación de Colegio de la Purísima Concepción. Al año siguiente 1786 el rey aprobaba la determinación de la Junta de Aplicaciones de los bienes de los extintos jesuitas y fue también, en ese año, cuando la ciudad de Guanajuato se convirtió en la capital de la intendencia del mismo nombre.

Los filipenses ampliaron y mejoraron el colegio que reabrió sus puertas a la actividad académica el 8 de diciembre de 1796 y fue desde entonces una prolongada tradición el que los cursos iniciaran el día de la Purísima Concepción en el marco de una solemne ceremonia.
Para 1798 los sacerdotes filipenses iniciaron también el internado, con 15 estudiantes, algunos de los cuales ya hacían cursos preparatorios de abogacía y de ingeniería, siempre bajo la atenta supervisión del intendente Juan Antonio de Riaño y Bárcena. Se debe en gran medida al intendente Riaño y a la notable influencia de su esposa, la culta Victoria Maixent de Saint Roche, que se introdujeran en el colegio los estudios de las ciencias exactas como las matemáticas, los de ciencias naturales como la física y la química además de la enseñanza del francés como segunda lengua.
Luego sobrevino la guerra de independencia y el establecimiento de la vida republicana, en el nuevo orden de Guanajuato como Estado Libre y Soberano, se reabrió el Colegio, con caracter oficial, el 24 de febrero de 1828, al efecto se diseñó una ceremonia que incluyó un paseo desfile que comenzaron los niños de la escuela lancasteriana, detrás de ellos seguía un carro alegórico que era tirado por niños y donde iban otros niños que cantaban himnos acompañados de una buena orquesta, luego seguían las autoridades del colegio y tras ellos el batallón cívico. Los invitados y catedráticos así como las autoridades municipales se incorporaron al desfile en el edificio casa de gobierno (actual presidencia municipal), luego se incorporaron ahí mismo, las autoridades del Congreso y otras corporaciones, la marcha seguía por las calles de Sopeña, San Francisco, Cantarranas, Truco, Plaza Mayor, Callejón de Zapateros (desde 1928 del Estudiante) y así la del Cerero para llegar al Colegio.

En 1870 se dejó de llamar Colegio de la Purísima Concepción y se determinó denominarlo Colegio del Estado. A partir de entonces recibió un gran apoyo del gobierno estatal y comenzó una de sus etapas más gloriosas.
En febrero de 1928 el Colegio cumplió sus primeros 100 años de vida, contados a partir de su nuevo carácter determinado considerando la vida independiente. El 25 de marzo de 1945, el antiguo y benemérito Colegio del Estado se convirtió en nuestra querida Universidad de Guanajuato, el proyecto educativo, científico y cultural más ambicioso de nuestra entidad.

Para finalizar dos efemérides más:
El 20 de agosto de 1955 se inauguró el nuevo edificio de la Universidad siendo rector el licenciado Antonio Torres Gómez y siendo gobernador el licenciado José Aguilar y Maya. Desde entonces el edificio central ha sido, indiscutiblemente, un elemento emblemático de nuestra ciudad y de nuestro país, su imagen por ejemplo está impresa en los billetes de más alta denominación de nuestro país y, al parecer, es la única universidad en el mundo que figura en un billete.

Y por último, ayer 20 de agosto tuvo lugar la ceremonia de informe y bienvenida al nuevo ciclo escolar de la Universidad de Guanajuato, un acto tradicional y emblemático muy arraigado en nuestra comunidad, un acto que fortalece nuestra identidad. En esta extraordinaria ocasión y atendiendo a las condiciones impuestas por la contingencia sanitaria la ceremonia se hizo, desde casa, utilizando las ventajas de la tecnología.
La ceremonia es importante porque representa el cierre de un ciclo escolar y el inicio de uno nuevo que viene cargado de esperanza, de ilusión y de un compromiso en el que todos debemos aportar lo mejor para seguir haciendo de nuestra colmena legendaria, nuestro mayor orgullo.
© J.E.V.A. 2020 AGOSTO 21.