Imaginar la zona en que está asentado ahora Guanajuato, cubierta con suntuosos árboles, en donde en busca de la abundancia de estas tierras los primeros residentes encontraron ayuda en seres de otras dimensiones por medio de rituales, de hechizos, salmodias, es quedar maravillado. Tal vez, y solo tal vez, aquellas personas jamás imaginaron que eso que invocaron, que las energías llamadas se quedan en este lugar para siempre. Alejandro, mi alumno, me cuenta de forma fascinante su historia, historia que él atribuye a una parálisis de sueño, pero que yo creo es evidencia de que siempre estamos conviviendo con los seres que han estado aquí, seres que siguen aquí, y que no se irán fácilmente.

Esta historia quise narrarla desde mi perspectiva, pero es mejor que lean lo que él vivió: “Narraré de forma personal un acontecimiento que he experimentado en múltiples ocasiones a lo largo de mi vida. El fenómeno se denomina Parálisis del Sueño, y se refiere a este popularmente como “Subida del muerto”, consiste en que, durante la etapa MOR (Movimiento Ocular Rápido) en el ciclo del sueño, se despierta abruptamente y la persona queda inmovilizada a la vez que es consciente. No abundaré en causas ni tratamientos, solamente me enfocaré en narrar mi primera experiencia sufriendo este suceso.
Yo tendría unos 9 ó10 años. En ese entonces mi cuarto era la habitación contigua a la que estoy actualmente, y mi cama se encontraba pegada a la pared a la cual ahora también lo está. Mis hábitos de sueño eran bastante irregulares, pero yo ignoraba eso porque la única consecuencia era que solamente llegaba a tener sueño durante el día y no imaginaba que pudiera haber algunos otros efectos de seguir con esa rutina anormal. No tan grata fue mi respuesta al percatarme de que estaba equivocado.
Una noche me dispuse a dormir más temprano de lo habitual, ya que al día siguiente tenía que levantarme temprano para irme a la escuela. Todo sucedió de manera normal, me recosté, acomodé mis cobijas y sábanas, y al poco rato caí dormido. La verdad, ya que el hecho sucedió hace varios años, no recuerdo lo que soñé esa noche; sin embargo, no podré nunca olvidar lo que vi.
A media madrugada, mis ojos se abrieron abruptamente, yo sabía que había despertado, pero al parecer, no de una manera convencional. No podía moverme, mis ojos se movían hacia todos lados, intenté con todas mis fuerzas mover alguna extremidad, pero mi cuerpo no respondía a lo que le ordenaba… Estaba asustado, aterrado.
Después de unos segundos, empecé a sentir que algo estaba de pie al final de mi cama, poco a poco sentí que iba caminando por encima de mi cuerpo hacia mi rostro, aunque era tarde y ya todos estábamos dormidos, yo sabía que no estaba solo. Mi corazón latía con fuerza, no podía respirar en ese momento, pues el pánico y la desesperación me generaban escalofríos que no me permitían respirar con normalidad. Intenté todo lo que podía en ese momento, pero fue un simple delirio, ya no podía escapar de eso… de pronto, lo vi.
No lo recuerdo con claridad, pero lo que vi me aterró hasta el punto en que mi consciencia se detuvo por segundos… era un títere, un títere vestido de negro viéndome fijamente mientras mis ojos no podían ver a otro lado. Su expresión era malvada, tenía las mejillas rosadas y su cara era de porcelana. Sus ojos parecían de cristal… parecía que veía unos ojos reales, lo que me comprobó que lo que estaba viendo no era humano.
En el instante en que mi consciencia se detuvo, mi cabeza giró hacia el lado de la cama que daba al suelo. Ahí logré ver con claridad una especie de cabra humanoide, muy similar a las que representan el satanismo en diferentes culturas y creencias, su cráneo era oscuro y sus cuernos sobresalían al igual que una cabra normal, pero sus ojos eran rojos como la escarlata.
En ese momento, mis ojos se cerraron, y casi al instante volví a dormir. A la mañana siguiente desperté llorando. Me encontraba angustiado y confundido, no sabía con certeza que es lo que había sucedido ni por qué. Solo sabía que había sido un suceso aterrador que no le desearía a nadie jamás que lo experimentara.
Hasta el día de hoy, sigo sufriendo de estos fenómenos constantemente. A veces suceden a diario, a veces no pasan en meses, pero lo que puedo asegurar con certeza es que traspasan la barrera de los sentidos y del tiempo”.
No sé en verdad cuántas personas que vivimos en esta mágica ciudad, nos quedamos sin sueño, no porque queramos, sino porque esos seres nos acechan en la oscuridad de nuestras casas, en la oscuridad de nuestra imaginación, buscan una pizca de maldad en nuestros corazones, por fortuna Alejandro, con su corazón limpio, evitó que se apoderaran de él, por eso lo buscan, aún ahora, que ya tiene 17 años. ¿Quieres conocerlo? Ven, lee y anda Guanajuato.