Histomagia

LA HORA DEL TÉ

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Estos días son días de guardar, de hecho, ya es un año que estamos guardados prácticamente en nuestras casas por la pandemia mundial que nos aqueja; sin embargo, la connotación de guardar en semana santa implica estar en paz con nosotros, los otros, aunque a veces, hay seres de otras dimensiones que no saben o no quieren estar quietos -sea la fecha que sea- pues para ellos el tiempo es relativo y bien que lo saben.

El fin de semana pasado fui a visitar a mi hermana, estuve con ella y mi sobrina hasta muy tarde, tanto que decidí mejor quedarme a dormir en su casa. Sólo le pedí que me prestara su laptop para poder editar y hacer mi histomagia de esa fecha. Sin problema me la prestó y estuve trabajando hasta casi las dos de la madrugada. Cansada, me levanté para hacer las abluciones propias del caso y decidí dormir. A las cuatro de la mañana salí al baño, vi el pasillo sumamente oscuro, ni una luz, pese a que la casa de mi hermana está situada arriba en una lomita, lo que permite que las luces de la ciudad entren perfectamente; somnolienta decidí obviar esa situación, entré y salí del baño aprisa, pues no quería que se me fuera el sueño, el pasillo seguía oscuro, solo la luz de la lámpara me guiaba al cuarto, llegué y me acosté dispuesta a dormir. Cerré la puerta, hacía frío, tenía frío, me cobijé y apagué la lamparita. Estaba en mi reconciliación del sueño cuando escucho que alguien pasa por el pasillo con un té, imaginé que eso era porque ese ser sonaba la cuchara con la taza dando idea de que estaba mezclando una tisana. En verdad pensé que era alguien vivo, en este caso mi hermana, quien lo hacía. El asunto tomó tintes macabros cuando el sonido de ese tintineo de la cuchara en la taza se fue haciendo cada vez más fuerte y este ser paseaba por lo largo del pasillo sin dejar de sonar, insistente, llamando la atención, como tratando de que yo saliera de la recámara no sé para qué. El sonido iba acompañado de pisadas de perro, como siguiendo al fantasma. Lo más extraño es que para ese momento yo estaba muerta de miedo, aterrada, sabía que no era nadie de los que viven en esa casa, sentía muchísimo frío, me cobijaba y no se iban ni el frío ni el tintineo que crecía, y pese a ello nadie se despertó. Me armé de valor y prendí la lamparita de noche, vi en la transparencia del vidrio de la puerta a Himalaya una de los mininos de mi hermana. Himalaya es blanca y estaba como a la espera de entrar al cuarto, como esperando que le abriera. No vi nada más. ¡Ah sí!, vi la luz de la ventana, vi que ya estaba otra vez todo normal. Ya no tenía frío. Pero el miedo seguía, porque esta es la segunda vez que me he quedado con mi hermana y que me pasa algo sobrenatural. La primera vez que me quedé escuché clarito como una señora hacía el aseo, siempre seguida por un perro que al caminar sonaban sus uñas en el piso. Esa vez le dije a mi hermana y solo se rió. Así que cuando le conté de esta vez, y al verme realmente asustada cuando hice mi relato, se dijo seria que le hubiera hablado, que la hubiera despertado. Yo, como mexicana que soy, sólo atiné a comer un pedazo de bolillo que tuvo a bien llevar Hugo para el desayuno.

Más tarde mi hermana, en tono serio, me dijo que tal vez ese ser quería decirme en dónde está el dinero, o algo para que pueda descansar su alma, y en verdad le pareció sumamente inusual, porque ella y sus hijas jamás han sufrido de este tipo de espantos en esa casa en la que ya llevan viviendo casi diez años.

Sé que escribo historias de terror, de misterio, pero en verdad para mí el misterio, en este caso, es el porqué decide mostrarse conmigo, y no con los habitantes de la casa. Mi hermana me dice que ese cerro de Peñitas estuvo mucho tiempo sin casas, pues es parte de una de las salidas de la ciudad a Silao o León. Quién sabe que pasaría ahí, quién sabe quién moriría ahí, lo cierto es que de una cosa estoy segura: ya no me quedaré a dormir más en casa de mi hermana, mejor me iré a mi casita selvática, azul, gatuna y perruna, donde me siento protegida de ese ente y de lo otros que quieren comunicarse conmigo. ¿Quieres ir tú a dormir ahí y esperar a ese ser? Ven, lee y anda Guanajuato.