Hay historias que parecen increíbles, pero al ser relatadas por investigadoras como Rocío Corona Azanza, dejan de serlo. Ella señala que el 30 de noviembre de 1814, en Pénjamo, 400 mujeres fueron secuestradas y obligadas a caminar hasta la ciudad de Guanajuato, donde permanecieron en la cárcel sin formárseles causa legal alguna.
En un escrito titulado “Feminismo desde la Trinchera de la Historia”, la historiadora de la Universidad de Guanajuato, asegura que el ejército realista sacó de sus casas a las mujeres junto con sus hijos, incluso, muchas de ellas estaban embarazadas; así, con algunas cuantas pertenencias y sin alimentos, se les forzó a caminar al paso de la tropa, con la amenaza de recibir 25 azotes en caso de caer y no soportar el esfuerzo.
“No se sabe con exactitud cuántas mujeres fueron, pero en un informe enviado al virrey Félix María Calleja, Agustín de Iturbide señala haber trasladado a 300 mujeres, y un año después afirmó que eran más de mil; el número es incierto, pero queda claro que sufrieron muchas vejaciones”, dice Rocío Corona.
En el texto, la doctora en historia transcribe una carta enviada por una de las mujeres al virrey para solicitar su libertad, la cual dice: “… se nos hizo caminar a pie 19 leguas desde aquel pueblo a la Congregación de Yrapuato, y catorce desde allá a la ciudad de Guanajuato en un pequeño término, sobre habérsenos crecido demasiado estas penas los lloros de nuestras criaturas que derramaban lágrimas por falta de alimentos, sobre haber tenido la continua aflicción de caminar apresuradamente para igualar así nuestro paso con el de la tropa de infantería, e impedir que se executase la orden bárbara e inhumana de dar 25 azotes a la mujer que no anduviese con dicha celeridad”.
“Por desgracia, como las mujeres no fueron sometidas a un proceso legal, no he localizado documentos que pudieran respaldar los hechos, solamente las dos cartas escritas por Iturbide y la carta de una de las víctimas, sin embargo, con lo que se tiene es posible asegurar que la situación realmente existió”, asegura Corona Azanza, quien agrega : “a las mujeres se les toma como botín de guerra, se les viola y mata, sin que se hable de ello en los libros de historia, ni siquiera para mencionarlas como víctimas de guerra”.
Violencia de Género
Con esa pasión que caracteriza a los historiadores, Rocío Corona hurga en los archivos registrándolo todo: libros, carpetas, documentos que muchas veces se encuentran dispersos, para localizar una ventana que le permita ver y analizar el pasado; así, pasan meses, años, pero con la paciencia y la metodología de las ciencias sociales, logra asomarse a la historia y ofrecer sus conocimientos, como el asunto relatado acerca de las mujeres de Pénjamo; pero esta no es la única investigación que realiza, porque desde su trinchera que es la historia, aborda el tema de la violencia contra las mujeres.
En su más reciente libro, “Los Gritos de Dolores”, editado por el Instituto Estatal de la Cultura, se adentra en la vida cotidiana de las familias de Dolores Hidalgo durante la época porfiriana y deja al descubierto las condiciones a las que eran sometidas las mujeres.
Al revisar expedientes judiciales, se demuestra que la situación no ha cambiado mucho y que persiste la desigualdad ante la ley; en aquél tiempo, 1877 – 1910, se disculpaban las acciones violentas al dar como un hecho que los hombres son violentos por naturaleza, y en el caso de las violaciones sexuales, siempre se ponía en duda el dicho de la ofendida, aún a pesar de que el abuso hubiera sido contra una niña; aún más: el agresor era absuelto al considerar “la naturaleza incitadora de la mujer”.
Así es el trabajo de la historiadora, que se asoma a la vida del pequeño mundo que investiga a través de archivos y testimonios analizados con sentido crítico, análisis que refleja ansias de justicia y amor al terruño; trabajo que requiere mucha paciencia y que tiene escaso reconocimiento público.