Histomagia

LA LLAMADA

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A veces estar cerca de tus enfermos hace que valores tu vida y te des cuenta de que la muerte es justa, pues ella nos lleva por los caminos que debemos recorrer para encontrar el eterno descanso de nuestra alma. En donde tu muerte alcance, es el lugar perfecto, elegido para ti, aunque sea una muerte violenta, sutil, imperceptible, ella llega, así es por la eterna vida que siempre se acompaña de la muerte.

Despedirse de un ser querido cuando la vida poco a poco se le esfuma es un momento doloroso e inolvidable, tarde o temprano llegará nuestro momento y haremos el eterno viaje donde la materia desaparece, pero perdura el espíritu, el alma que nos llevará a otros espacios y dimensiones que nos esperan en la eternidad. Dicen que los viajes son los alimentos del alma, recordemos que el cuerpo muere, el alma no.

Me cuenta mi amiga Clarita, que recientemente una de sus hermanas se enfermó de COVID-19, como es sabido en esta época de pandemia, es prácticamente imposible estar cerca de ellos, así que estas muertes de pandemia son muy solitarias, sin nadie que consuele del miedo que debe de sentirse entrar sin nada y sin nadie al más allá. Pues bien, me dice que, aunque no estaban cerca de ella, siempre estaban pendientes del teléfono, pues su hermana no se separaba de su celular, lo tenía en el buró, cerquita de ella, aun estando intubada. La familia estaba siempre cerca en la sala de espera, con la esperanza de que un milagro sucediera y ella sanara e irse a casa antes del anochecer. Y sucedió un milagro, pero no el que esperaban.

Pasadas ya las diez de la noche, Clarita recibió una llamada de su hermana postrada en cama, diciéndole que ya estaba en paz, que ya se sentía mejor y lista para emprender el viaje. Por un segundo mi amiga no cabía de felicidad, al igual que la familia, digo por un segundo porque al instante se dio cuenta del significado de esas palabras: su hermana se estaba despidiendo, estaba muriendo, digo, le habló por teléfono, pero cómo, si estaba intubada, todo el tiempo que estuvo en el hospital estuvo intubada.

Corrieron con la señorita enfermera y le pidieron que les diera razón del estado de salud de su hermana, ella les dijo que precisamente venía a informarles el fatal deceso de su familiar, tenía diez minutos que había fallecido a consecuencias de su enfermedad que se complicó.

Llorando, Clarita le dijo que no era cierto que hace un momento habían recibido la llamada de su hermana desde su celular, la enfermera le dijo que eso era imposible, pues ella, traía el móvil de su hermana guardado en una bolsa, y que en ese instante les hacía entrega. La ropa y lo demás se debería destruir, junto con el cadáver de su hermana, de inmediato, que rezaran por el descanso de su alma. Así son las reglas sanitarias ahora. Clarita y su familia quedaron deshechos, en espera de que las exequias de su hermana fueran rápidas fueron a la capilla a rezar, y solos, en la madrugada lloraron y se acompañaron hasta el amanecer.

Siempre he pensado que somos energía que trasciende todos los canales de comunicación y usa los que debe dependiendo del mensaje que se quiera dar, afortunadamente la hermana de mi amiga les pudo decir que ya se iba, pero cuántos seres vivos se van si decir nada, sin nadie, en la eterna soledad se quedan, en la oscuridad que los hace no reconocer la muerte como esa parte complementaria de la vida. El consuelo que le queda a mi amiga es que esa llamada fue para dar la última palabra, desde el fondeo de su corazón que paró de latir hace exactamente un año en la clínica que se ubica en Paseo de la Presa en esta antigua ciudad. ¿Quieres conocer ese Paseo? Es hermoso, como el camino de la muerte hacia la eternidad del viaje de tu alma. Ven, lee y anda Guanajuato.