No existe algo más inquietante que ver a una mujer tocar el chelo, esto lo pudimos comprobar el viernes anterior cuando Leslie Caballero interpretó, junto con la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato, el Concierto No. 1 para Violonchelo, de Camile Saint Saéns.

Y es que al colocar el instrumento en el regazo, acariciarlo, como a un amante, y con los ojos cerrados moverse lentamente, la solista logró que el espectador se sintiera casi en el cielo. Esta escena se repitió con frecuencia durante los 20 minutos que duró la interpretación de la obra y fue suficiente para emocionar al público reunido en el Teatro Principal.

La gente también se entregó a la joven porque supo resaltar las cualidades del chelo, que tiene una voz grave, melancólica, triste, sensual, y es tal vez, la voz más parecida a la voz humana.

Por otra parte, y con mucha razón, la obra de Camile Saint Saéns es considerada como la mejor pieza compuesta para el violonchelo, porque no se necesita estudiar música para entenderla sólo hay que afinar el oído y sentirla; es directa, no tiene obertura, empieza con un corto acorde de la orquesta y en seguida entra el chelo con el tema central del concierto, para continuar con una especie de diálogo en el que abundan preguntas y respuestas entre la orquesta y el instrumento solista. Predomina el tempo alegre y el plano dramático y musical recae en el violonchelo, mientras la orquesta ofrece un telón de fondo muy brillante.

NOCHE COMPLETA, MEMORABLE

La noche del viernes pasado con la OSUG se recordará por mucho tiempo porque además, el programada fue dirigido por la cubana Cosette Justo Valdéz; es decir, por primera vez, 2 mujeres – ella y Leslie – fueron las principales protagonistas. Cosette es hija de músicos aficionados que la impulsaron a estudiar, y en la actualidad dirige la Orquesta Sinfónica de Edmonton, Canadá.

Por si fuera poco, el programa se completó con la Sinfonía No. 5 de Tchaikovsky, noche redonda de la orquesta universitaria de Guanajuato.