Solidaridad del Pintor Gerardo Uribe
“La mejor música no es un lujo, es una necesidad, ayúdennos a convencer a nuestras autoridades para que sean sensibles y comprendan que Guanajuato merece tener acceso a la buena música igual que la gente de Londres, Moscú, o Nueva York”, fue el grito de auxilio lanzado por la OSUG a su público la noche en que la orquesta universitaria interpretó “Sherezada”, la obra sinfónica compuesta por Rimsky – Korsakov.
Tal vez, sin proponérselo, los músicos escogieron el viernes anterior para pedir el amparo de su público, precisamente cuando se interpretó la obra del compositor ruso en la que se confrontan la tiranía del sultán que genera agresión, miedo, temor; y la voz seductora de Sherezada quien trata de apaciguar al tirano y al final de la fantasía sinfónica, logra amansarlo; el caso es que en el Teatro Principal se alzó la voz de Russel Brown, el más viejo de los músicos, para decir:” muchos de mis colegas son jóvenes que llegaron en el último lustro, y la Universidad, además de pagar un sueldo mediocre, a estos recién llegados les niega un trabajo fijo”.
Russel, de origen estadounidense, pero mexicano por adopción, agregó: “ellos, los jóvenes, están excluidos de los derechos que tenemos los más añejos, carecen del servicio médico y muchas otras prestaciones, por ello, no tienen incentivos para quedarse con nosotros”.
Tal vez el mensaje más fuerte del contrabajista principal de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato fue señalar: “la autoridad universitaria suele jactarse de nuestra gran orquesta, pero ha perdido la voluntad política de mantenerla, para ella existen otras prioridades, la difusión del arte ya no tiene la importancia de antes”.
Después de mencionar la situación en la que viven los músicos más jóvenes, señaló otra parte de la crisis que casi asfixia a la OSUG : “la raquítica oferta de sueldos y prestaciones en comparación con otras orquestas mexicanas, evita que músicos sinfónicos de gran calidad concursen para puestos vacantes, la misma falta de apoyo se refleja en la menor cantidad de directores y solistas invitados”, por todo ello, a nombre de sus compañeros, pidió al público ejercer “ cualquier influencia que tengan, para ayudarnos a convencer a nuestras autoridades y comprendan que la buena música no es un lujo, es una necesidad”.
Al término del concierto muchas personas se acercaron a los músicos para externarles solidaridad y apoyo, entre ellas, Gerardo Uribe Aguayo, el pintor que trabaja con los pies; “yo he padecido hambre y racismo, los comprendo”, dijo y ofreció apoyar como lo hace un artista, con sus creaciones. Se comprometió a plasmar en sus lienzos los ensayos de los músicos y a difundir estas imágenes entre los artistas de México y otras partes del mundo, que como él han triunfado sobre la adversidad.
Así, parece que la lucha de la OSUG y la gran obra del compositor ruso tienen mucha semejanza, porque esta última es la representación del sanguinario que genera miedo y temor, y la persistente Sherezada que al final de la fantasía sinfónica logra amansarlo.
EL PROGRAMA
La creación de Rimsky – Korsakov está basada en los cuentos de “Las Mil y una Noches”, donde la bella y perspicaz Sherezada prepara un plan para salvar su vida, y la de otras mujeres, de la crueldad del sultán; la táctica era entretenerlo cada noche con narraciones fantásticas que le fascinaban, de tal forma, el malvado ansiaba cada noche escuchar las fantasías que excitaban su imaginación, así pasó mucho tiempo y olvidó su idea inicial.
Esta es una verdadera música encantada que lleva al oyente al hechizo del Oriente, donde además se oponen dos principios musicales: las agresiones del sultán y la seductora voz de Sherezada, que lo redime. Durante los 4 movimientos, la crueldad del sultán es representada por las maderas, metales y cuerdas; mientras que Sherezada es simbolizada por el violín concertino- ejecutado por Dimitriv Koselev- , quien fue sobresaliente, sobre todo al final, con la interpretación solista que sugiere la presencia femenina que seguirá narrando sus fantasías por siempre.
El programa se complementó con: La Madrugada del Panadero, de Rodolfo Halffter; y la Pequeña Misa de Órgano, de Joseph Haydn, esta última obra con la participación del Coro de la Universidad de Guanajuato; todos bajo la batuta de Mario Rodríguez Taboada, director invitado.