Histomagia

SOMBRA ANTIGUA

Compartir

Vivir en Guanajuato es un privilegio porque estar rodeado de construcciones antiguas que traen al presente el pasado al ser historia, nos permite recorrer en un instante, con nuestra imaginación, la vida de ese inmueble o de los habitantes de este mágico lugar.

El asunto es que cuando ya vivimos aquí en Guanajuato, muchos de nosotros hemos sido testigos de que la historia no se queda solo en las narraciones que hacen los historiadores, sino en las que se cuentan solas o cuentan los seres de luz u oscuridad, fantasmas, espectros, sombras o entes que pertenecen a esta enigmática ciudad y que, sin querer, al aparecer, dejan incipientes relatos que completamos con esas experiencias que vivimos con ellos.

Los seres que coexisten en cada casa, casona, calle, callejón o plaza, saben que pertenecer a un lugar, va más allá de nacer o vivir aquí, la pertenencia es a voluntad, uno pertenece al lugar que ama, u odia, y muchos de esos seres se han quedado cuidando sus casonas o a sus seres queridos que los recuerdan o atormentándolos.  

Esta situación la vive mi amiga Jessica. Vivir en el centro de Guanajuato, en una casona con su portón de madera y grandes aldabas, casa amplia con macetones cuyas plantas parecen que tiene vida pues al pasar por los pasillos, pareciera que te acarician el rostro, como dándote la bienvenida. En esa casa de repente ves pasar a personas con indumentaria antigua, incluso algunos perros o gatos, que ya han partido de este mundo pero que siguen en este plano cuidando a los hijos o nietos de sus dueños. Sabemos que los animales de compañía tienen como labor el cuidado de sus dueños, esa es su deber.

Me dice Jessica que estas noches de calor y frío, no ha podido dormir bien, por lo que, para ayudarse a conciliar el sueño, ha dejado abierto la puerta del balcón que da a la calle; la luz tenue de los faroles entra y le da la oportunidad de ver en esa claridad las cosas que tiene en su cuarto, mira alrededor y se da cuenta que es afortunada al oír la algarabía que los turistas provocan con su trajín nocturno en la ciudad.

En ese mirar nocturno estaba, cuando ve, en un rincón de su recámara, una columna de humo que sale de la esquina de la pared, piensa que tal vez es el inicio de un incendio en la parte de abajo, pues su cuarto está en un segundo piso. Se sienta en la cama y poco a poco ve que ese humo va tomando forma de una persona, lo anómalo de ese ser es que era muy alto, casi como tres metros, pues alcanzaba sin chistar las vigas de madera del techo. Asustada, intentó gritar, pero no pudo, se quedó pasmada al ver que unos enormes ojos verdes surgieron de ese volátil rostro, mirándola con insistencia como si quisiera saber algo; al instante mi amiga se tapó la cara con la sábana, cerró los ojos, y comenzó a pensar en qué era esa cosa, nunca le había sucedido, ¿por qué ahora se aparecía? y a ella… De pronto, escuchó cómo retembló el piso, sin dudarlo se quita la sábana del rostro, abre los ojos y cual es su sorpresa que el rostro de ese ser estaba cara a cara, no había boca, ni nariz, sólo esos enormes ojos verdes, que la veían enigmáticamente; ella sabía que tenía que salir de ahí de inmediato, tomó valor al recordar que sus hermanitas estaban en el cuarto contiguo y no quería que ellas vieran a ese horrendo ser.  No supo cómo, pero de un salto logró salir de la cama y correr hacia la puerta, ese fue su error: el ser la tomó con su enorme mano y la aventó a la cama. Ella, en el colmo del horror, pudo gritar y recordó que maldiciéndolo era la forma correcta de ahuyentarlo. Así lo hizo, pero no, esa sombra se quedó ahí y lo peor es que seguía mirándola. Armándose de valor, llorando, le pidió que por favor la dejara en paz, que se fuera, que no quería morir, pues amaba a su familia. Entonces fue cuando ese humo se disipó, la sal de sus lágrimas había sido, sin querer, el conjuro contra ese ser sombra. Aliviada lanzó un suspiro, cerró los ojos, y al abrirlos, vio que en esa pared, quedó una mancha negra que dejaba entrever unos trazos verdes, como de unos ojos que, desde ahora, siempre la estarán mirándola dormir.

Dicen los que saben que le agua bendita se hace con sal, por eso es que las lágrimas contienen un enorme poderío al salir desde lo más profundo del alma que, en este caso, se defendía ante lo desconocido, ese ser quedó detenido en ese muro para siempre, y tal vez salga cuando el conjuro con sal se termine, ¿quieres conocer esa casona antigua, ven, lee y anda Guanajuato.