“Estrellita reluciente, de la nube colorada, si tienes amor pendiente, mándalo a la re…..” es la voz de Juanito, el de La Sauceda, quien a pesar de sus 82 años esparce buen humor en nuestras calles; canta, canta, y de sus labios brota una parte de la popular canción, que él, con picardía, la modifica un poco para enviar a muchos de los que le escuchan a ese lugar que nadie sabe dónde está, y al que nadie quisiera ir. Y precisamente cuando termina esa frase, la gente suelta la risa.
Juanito sabe bien que se trata de un sitio cuya fama ha derrotado al tiempo para colocarse en la boca de todos los mexicanos, y sin duda, ahí permanecerá muchos años más; pues bien, él muchas veces ha sido enviado a ese territorio lejano y desconocido, pero con la sabiduría que lleva a cuestas, así responde a todos los que le han invitado a irse muy lejos : “seguramente tú ya conoces dicho lugar, por eso me lo recomiendas” , y vuelve a reír, como lo hacen quienes realmente son felices.
Solo es cuestión de platicar un poco con él y de inmediato suelta las palabras, no se detiene, cuenta una y más historias sobre su vida en La Sauceda, comunidad situada a unos 15 kilómetros de la zona urbana, mientras lo hace, se sienta y recarga en las piernas la bocina que lo acompaña en sus conciertos a pleno pulmón; recuerda, por ejemplo, que las costumbres han cambiado mucho, hasta en la comida.
“Siempre he comido frijoles de la olla acompañados de tortillas de maíz auténtico y de un buen pico de gallo (la salsita elaborada con xoconoxtle, cebolla, chile y cilantro), y me siento bien, camino de un lado para otro, no me canso, ahora veo con tristeza a la gente que prefiere comer de otra forma” dice y señala los negocios de comida rápida instalados en la Plaza de la Paz.
Hasta hace medio año, Don Juan sembraba maíz y frijol, sus productos eran vendidos en los puestos de verduras instalados en los alrededores del Mercado Hidalgo, ahora quiere descansar un poco, y tal vez en el próximo ciclo agrícola vuelva a su actividad de campesino, por lo pronto, hace otra cosa que también le gusta mucho: cantar, pero sobre todo, le fascina divertirse, conocer otras personas y platicar, tanto que no hay forma de cortarle la conversación, es preferible dejarlo solo, y él, con el buen humor que le caracteriza, se retira y repite ; “…si tienes amor pendiente, mándalo a la re…”
Y uno se queda pensativo, reflexionando sobre ese lugar que los mexicanos solo decimos cuando no somos dueños de nosotros mismos: La Chingada.