Desde el Faro

Una obra que provoca placer. Museos guanajuatenses, excesiva soledad

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Parece estar elaborada por manos infantiles, o por un artista que se remonta a su lejana infancia, pero sobre todo, refleja felicidad, ganas de vivir. Se trata de una obra del cubano René Portocarrero, no tiene título, eso no importa, quien la vea puede ponerle el nombre que quiera, finalmente, una de las funciones del arte es motivar la imaginación.

El uso del color verde en diversas tonalidades, el azul, un poco el negro como contraste, y las figuras de animales, árboles, cerros, y la de una niña transportan al espectador a un entorno de intensa alegría. Es un cuadro pequeño pero bello que se muestra en el Museo Casa del Conde Rul como parte de la Colección Famsa.

Tan solo por ver el trabajo de Portocarrero vale la pena visitar el museo que se localiza en plena Plaza de la Paz; pero además, la Colección Femsa está integrada por más obras, algunas, de Rivera, como la famosa “Bañista”, y otras de José Chávez Morado, de éste último destaca “Autorretrato con Nana”, un óleo en el que el artista guanajuatense muestra especial ternura por la presencia femenina que seguramente le proporcionaba protección y alimento.

Y en la parte baja del edificio pueden apreciarse otras 2 colecciones de Cuba y Coahuila, invitados del Festival Cervantino. Para quienes disfrutan de las artes plásticas, es imperdible la visita al mencionado museo, sin embargo, la visita podría ser más disfrutable si el recinto, dejara de ser lo que parece: un cementerio.

Tal vez, quienes deciden la forma en que deben organizarse los museos guanajuatenses piensan que la sensibilidad artística no es cualidad al alcance de todos, que sólo unos cuantos pueden sentirse atrapados por los colores, formas y sonidos que alteran la imaginación, tal vez, otras sean la barreras que se autoimponen los funcionarios de la cultura; el caso es que todas ellas impiden que un mayor número de personas disfruten los beneficios del arte.