Desde el Faro

Música para el horror y la tragedia

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Tal vez para muchos no sea muy agradable, pero tiene una enorme intensidad y está cargada de matices emotivos; profundamente triste y áspera, es la Sinfonía 13, de Shostakovich, obra que bien podríamos decir, es una música para el horror y la tragedia, por estar basada en un poema que trae a la memoria la masacre cometida contra 33 mil judíos en un bosque de Ucrania, en 1941.

Al escuchar esta pieza, interpretada el viernes anterior por la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato, en cada uno de sus cinco movimientos, el oyente sintió transportarse a una barranca donde son lanzados sin piedad, los cadáveres de niños, ancianos, hombres y mujeres, un vertedero de sangre, carne y huesos.

Sí, fue triste, aterradora la experiencia musical, pero también bella por la obra en sí, que permite el lucimiento de los metales, flautas, la tuba y el fagot, del bajo y del coro. También fue agradable la experiencia por volver a escuchar a una orquesta que no deja de sorprender en su conjunto y por la calidad individual de sus solistas.

La voz del bajo Genaro Sulvarón tuvo una dicción perfecta y una modulación de matices sensacionales que impregnó de más crudeza a la obra. Estuvo bien arropado por el director Roberto Beltrán Zavala, la OSUG y el Coro del Bicentenario.

Como una muestra del tono de la obra, un fragmento del poema escrito por Yevgeni Yevtushenko, y musicalizado por Shostakovich: «La maleza cruje sobre el bosque/los árboles observan juzgando/todo grita en silencio/quitándome el sombrero, me voy volviendo gris/ soy un largo y mudo grito sobre los miles aquí enterrados/ soy cada viejo acribillado aquí/ soy cada niño asesinado aquí…»
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PD .- Por momentos, el vertedero de cadáveres hizo recordar a Ayotzinapa.