Pasear estos días en el “pueblo adorado” produce muchas emociones encontradas, ahí, las cosas más simples, como caminar, tomar una nieve, saludar a los amigos, y recordar las canciones de José Alfredo, son verdadero placer. Este regocijo contrasta con la contaminación visual y el constante desprecio al patrimonio histórico.
De acuerdo al comunicado de prensa, sobre el atrio del Templo Parroquial se instalaron estructuras metálicas que impiden apreciar en toda su magnitud la fachada del recinto donde se inició la Guerra de Independencia; más aún, enfrente se colocó un escenario, que obstaculiza la vista tanto hacia el jardín principal como al propio atrio y al antiguo edificio de la Presidencia Municipal. Es imposible captar con la cámara fotográfica la belleza de todo el conjunto arquitectónico.
En el intento por atrapar una buena imagen, representativa del momento que se vive- el festejo patrio – la cámara se detuvo en una esquina, donde se observa, en primer plano, una réplica de la campana utilizada por Miguel Hidalgo y Costilla, y al fondo, las torres de Nuestra Señora de los Dolores. Es la única imagen rescatable.
Sin duda que la amabilidad de los habitantes de este municipio contrasta con el menosprecio e indiferencia de los 3 niveles de gobierno hacia este sitio que contribuye a la identidad de los mexicanos. Si a ese trato agradable de los dolorenses se agrega la visita a la Casa Museo de José Alfredo, el paseo es más agradable.
Al entrar a la casa donde nació el compositor, sorprende una pintura metamórfica, aquella técnica donde en una obra pueden encontrarse superpuestas varias figuras que se integran para formar un personaje principal, es la imagen de José Alfredo Jiménez, que contiene los rostros de quienes fueron sus compañeros e intérpretes: Jorge Negrete, Pedro Infante, Lucha Villa, Pedro Vargas, y muchos más; también, Paloma, su gran amor, una imagen guadalupana, el Cerro del Cubilete, e infinidad de detalles captados por el pincel de Octavio Ocampo, el pintor celayense.
Entrar a esta casa es rescatar una parte de la memoria de nuestro país porque ahí se observan figuras que son muy importantes en la construcción de nuestro ser mexicano: María Félix, Agustín Lara, Libertad Lamarque, Carlos Monsiváis, Chabela Vargas, etc, etc; por supuesto que las canciones inundan el espacio; aquí se observan cientos de videos, donde por ejemplo, vibran las voces a dúo con Lucha Villa: “…estoy pensando en tu amor, y a lo loco platico contigo/ te cuento de mi dolor, y aunque me hagas feliz, no te lo digo…”, o aquella que dice : “ y ahí, juntitos los dos, cerquita de Dios/ será lo que soñamos/ si nos dejan, te llevo de la mano, corazón…”
Y antes de despedirse, bien vale la pena sentarse en una banca del jardín y paladear un exquisito “mantecado”, la deliciosa nieve de este pueblo, donde, parafraseando al compositor, “aquí hasta un pobre se siente millonario”.