Desde el Faro

TCHAIKOVSKY, GENIO QUE EMOCIONA

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La música, como cualquier obra de arte, primero se siente, luego se piensa y analiza; esta reflexión surge después de escuchar la Sinfonía 1, de Tchaikovsky, interpretada por la OSUG, en el Teatro Principal.

Y es que, durante 45 minutos, la pieza conduce al oyente por un remolino de emociones, algo así como una rueda de la fortuna, que primero está arriba y luego, abajo; para empezar, en el primer movimiento, se percibe tranquilidad, la paz inmensa que se genera al ver caer la nieve mientras se observa a través de una ventana; luego, en el segundo se oyen notas tristísimas, mucha melancolía, con los violines y las violas que producen un interminable lamento.

La obra continúa con un vals, y uno se imagina a un grupo de patinadores que bailan y se deslizan con facilidad sobre el hielo, es tan sublime esta parte que hasta dan ganas de mover los pies; finalmente concluye con la explosiva alegría del folclor ruso. Una obra muy equilibrada porque inicia con bastante mesura, pero concluye con un arrebato emocional.

Por su parte, la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato, dirigida en esta ocasión por Martín Corleto, joven músico guatemalteco, se oyó bastante bien, a pesar de que en los últimos meses varios de sus integrantes han emigrado a orquestas ubicadas en la Ciudad de México o en el extranjero. Han sido sensibles las ausencias, pero quienes se han quedado mantienen la calidad interpretativa que distingue a la orquesta universitaria.

La jornada se completó con la pianista Sofía Vasheruk, con interpretaciones a la pieza “Endurance”, de Jerome Lesar, y el Concierto para Piano no. 3, de Sergei Prokofiev. Un programa profundamente ruso, muy de acuerdo con Roberto Beltrán Zavala, director titular, quien ha programado a grandes autores, como: Stravinsky, Thaikovsky, Prokofiev y Shostakovich.