Guanajuato es un lugar de espíritus que van y vienen por los callejones y las calles cada noche cuando el viento de la serranía baja y los lleva en andas ayudándolos a recorrer la ciudad llevando, a veces, sólo a veces, buenas noticias, otras veces no hablan sólo se manifiestan, pues los que saben dicen que las almas llegan a quedarse en su terruño para saber de los suyos, para pertenecer a algún lugar, de hecho, tan no quieren irse fuera de la ciudad que cuando lo hacen la extrañan.
Me cuenta un amigo mío que trabaja en cultura del municipio que hace un tiempo salieron de viaje a Zacatecas para poder exponer una muestra de las Momias de Guanajuato, famosas internacionalmente; el objetivo era estar en público por unos días y luego regresar a Guanajuato para que siguieran en su museo.
Pues bien, me dice mi amigo que el trayecto siempre ha sido pues diferente, porque ellos sienten que no sólo es el equipo de montajes en que viaja, si no que, por ejemplo, el transporte donde viajan las momias a veces se siente normal otras veces ligero y algunas más muy pesado. Pensaron que era el tipo de vehículo en que van, la mayoría de las veces no le habían dado importancia, hasta que en pleno museo de esa ciudad las momias se hicieron presentes. Y entonces lo supieron.
Me cuenta que cuando llegaron a acomodar en la exposición, las colocaron en sus lugares con mucho cuidado, pues la piel seca y dura de los cuerpos momificados es como si fuera papel rugoso, las cajas de transporte son de madera no muy pesada, de hecho cada caja es como sarcófago que dentro trae de manera estilizada -de acuerdo al cuerpo a transportar- la forma hecha con un material que las conserve y no deje entrar humedad, pero trae la silueta interna con el fin de que estén inmovilizadas durante los viajes y el maltrato sea mínimo. Así que esa noche en que llegaron a montar al museo, abrieron, desatornillando cada caja, y para cuidar su mortaja, abrían, sacaban las momias, y luego la cerraban, pero esa vez estaban cansados por lo que alguien sin darse cuenta dejó una de las cajas muy lejos de las otras. Fue ya casi al final cuando se dieron cuenta que estaba ahí, lejos de las otras cajas cerradas. De inmediato fueron hacia la caja de muerto con la tapa ya puesta arriba semiatornillada, por lo que con las herramientas la cierran ahora sí completamente. Ya cerrada se colocan en sus lados para moverla, pero ¡oh sorpresa!, no pueden cargarla, la caja estaba tan pesada que ni entre todos pudieron moverla un centímetro ni mucho menos levantarla; extrañados, pensaron que era su cansancio y sin hablarse al instante hicieron otro intento de cargarla sin éxito. Al ver lo que sucedía, el encargado les dijo: “qué han hecho, que tal vez la momia seguía ahí que tal vez no la habían sacado”. De inmediato y con rapidez, los muchachos abren la caja y ahora sí la destapan completamente; ahí fue cuando el terror los dejó, a todos y cada uno, por instantes paralizados: no estaba ninguna momia ahí en el sarcófago, ¿cómo era posible que pesara tanto que no pudieron ni levantarlo un poquito? Con el miedo en sus ojos y en sus manos, el encargado dio la orden de cerrarla inmediatamente y dejarla ahí, ya mañana verían cómo moverla. Lo hicieron en completo silencio, y así mismo se salieron casi corriendo de ahí.
El viaje de regreso a Guanajuato lo hicieron tranquilos y sin bromear de nada, casi en silencio. Llegaron, bajaron los cuerpos en el Museo de Las Momias, y se fueron a sus casas. Mi amigo me cuenta que, desde ese día, siempre, siempre, le pide a su mujer que le deje un cambio total de ropa afuera de su casa, y sí, me dice: “llegando al pórtico de mi casa ahí está mi ropa y ahí mismo me cambio, me quito esas energías, esas malas energías, no las quiero llevar a mi casa, a mi familia, mejor así le hago, no quiero llevar ningún muerto”.
También en confidencia me dice que es fecha que antes de salir de viaje, lo primero que hace es reunir a todos los trabajadores encargados e, independientemente de la religión que profesen, los pone en círculo y levantan una oración de respeto por las señoras momias y las almas que llevan cargando porque saber que las sacan de aquí, de su lugar de poder, ahora sí lo saben, llevan más que un cuerpo, sus espíritus están ahí, por eso esa vez, el peso era de las almas de las momias que saben que no deben dejar su lugar, por eso mi amigo ya les pide permiso y las bendice para que no haya otro incidente como el de Zacatecas.
Dicen los que saben que es muy cierto que los muertos siguen aquí, que siempre, sin que nos demos cuenta, nos acompañan, a veces en buena lid, y a veces en mala. En el caso de mi amigo creo que ellas, las momias, ya están molestas de tanto trajín, ese ir y venir, y salir de su lugar sagrado las molesta, por eso se manifiestan de diferentes formas, esta vez, fue así, mostrando el peso de lo invisible, de la emoción del muerto, su sentir. ¿Quieres conocer el Museo de las Momias? Ven, lee y anda Guanajuato.