Un sueño del que aún no ha despertado es el que vivió Salvador Alejandro Vargas, quien en 1970 detuvo 3 penales al mismísimo Pelé, sí, el mejor jugador en la historia del balompié.
Han transcurrido 52 años y en Santa Teresa, comunidad rural de Guanajuato, jóvenes y adultos conocen la historia de aquel chamaco de apenas 15 años, que se impuso al astro brasileño, y la sienten como suya, porque así son las historias del futbol, hunden sus raíces en el sentimiento popular y se convierten en algo que fortalece la identidad, la pertenencia a un lugar. Aquí, parece que la vida transcurre alrededor del balón y de ese sueño, que a pesar del tiempo, no se ha borrado.
Los recuerdos de Salvador Alejandro llegan hasta mayo de 1970, en el Parque Nieto Piña, donde “a un montón de chamacos nos invitaron para que fuéramos recoge bolas durante los entrenamientos del equipo sudamericano que participó en la Copa Mundial, una de esas mañanas, el entrenador –Zagallo- ordenó que los delanteros titulares se enfrentaran a los defensas y portero titular, para ello utilizaron la mitad de la cancha, mientras que en la otra parte hacían lo mismo los jugadores suplentes”.
“Al tercer día de las prácticas, uno de los porteros suplentes se lesionó y alguien me invitó a ocupar su lugar, lo hice sin pensarlo; cuando los titulares concluyeron su entrenamiento, se acercaron para observar qué pasaba en la otra parte de la cancha, y al rato, ya estaban tirando balonazos desde fuera del área sin poder meter gol; fue cuando Pelé decidió tirar un penalti; imaginé que por ser jugador de pierna derecha mandaría la pelota hacia el mismo lado de la portería, y ¡adiviné!; para el segundo tiro, pensé que tiraría al lado contrario – el izquierdo – ¡y volví a adivinar!, fue mi día de suerte porque vino otro tiro que también atrapé”.
“El propio Zagallo me abrazó y también se acercaron Roberto Rivelino y los porteros Félix y Leao para felicitarme, eso vieron los espectadores que llenaron las gradas, ¡nunca voy a olvidarlo!”, dice el ahora médico homeópata.
La historia parece una leyenda, un lejano sueño, algo extraído de la imaginación, sin embargo, varios jugadores integrantes de aquel equipo campeón afirman en un video grabado hace años, que a ese “porterito del llano deberían hacerle una estatua”.
Ya trascurrieron 52 años y Salvador Alejandro no ha despertado del sueño, todos los días lo vive; tanto que al conocer la noticia que ahora ha dado la vuelta al mundo, vuelven a su mente esos momentos; recuerda la imagen del Rey Pelé, tal y como lo vio aquellos días, siempre cercano la gente de Guanajuato, como un gigante al que pudo vencer.
Pero haberle detenido penaltis al mejor futbolista del mundo no lo desconecta de la realidad, vuelca sus experiencias en la enseñanza a las nuevas generaciones, sabe que el deporte está por encima de las individualidades, es un factor de cohesión social en la comunidad y se convierte en la vida diaria, alimento y forma de convivir.
Al escuchar a Salvador se descubre porqué es tan valioso ser parte de una comunidad, y cómo los valores de la vida en común, no los promueven personas indiferentes, sino quienes se involucran en el desarrollo de su entorno, porque a sus 67 años, Chava aún juega en la liga local y es maestro de educación física en el Sistema Avanzado de Bachillerato y Educación Superior (SABES), donde imparte sus experiencias y ha logrado que el futbol sea visto con perspectiva de género porque sus equipos femeniles han obtenido campeonatos nacionales. Así es, así vive el “porterito del llano” que alguna vez logró algo realmente increíble.