A Rolando
Cuando las personas caminan por Guanajuato no se dan cuenta de que tumbas sin nombre se encuentran debajo de esta ciudad. La vida fantasmal de aquí es conocida internacionalmente, pero es vívida para los que habitamos aquí, sobre todo en las noches y madrugadas en vela en que los vivos esperan ver a sus seres queridos en las calles que frecuentaban o en los panteones donde los recorridos nocturnos, que se hacen generalmente en octubre y noviembre, dan cuenta de que los fantasmas y seres perdidos entre este mundo y el más allá siguen permanentemente presentes en sus corazones y en formas espectrales recordando que somos resultado de otros que a veces, sólo a veces, se quedan para cuidarnos del mal, somos asuntos pendientes.
Es de todos sabido que aquí la muerte nos acompaña y muchas de las personas que vemos en las calles son espíritus que pasean para ver esta nueva ciudad que los años han transformado de vida tranquila a vida cosmopolita, donde infinidad de visitantes las más de las ocasiones no se dan cuenta que ellos están entre nosotros.
Los vivos que quedamos en la pena al perder un ser querido hacemos tumbas que representen lo que para nosotros significó el ser humano en vida, en ocasiones lo que el familiar representa es tan desgarrador que asusta a los que vemos las estatuas inmóviles de día y como ánimas en las noches porque sí, las tumbas, los personajes tallados en piedra toman vida cada que les es posible y se cansan de su eterna postura, de a poco sus cambios generalmente son infinitesimales, pero aunque es increíble es común que entre ellas que se miren a las cuencas o admiren las alas que las hicieron caer y quedarse ahí de guardianas de los sepulcros donde los muertos con esperanza de saber de este mundo, salen cuando lo desean…la libertad de la muerte es la libertad suprema. Los que saben dicen que morir es volver al origen del ser, a la luz que es oscuridad y en esa ambivalencia se mueven los seres, los espíritus, las almas que viajan a la muerte, pero que se quedan a observarnos desde sus tumbas o desde las calles de esta hermosa ciudad de Guanajuato.
No sé, tal vez esta reflexión es porque los seres que se nos adelantan no siempre estuvieron con nosotros y por eso nos dan lata por las noches, cuando estamos dormidos y nos drenan la energía. Ojalá que mis muertos descansen en paz, con tumbas suntuosas o no, pero que sean felices en el más allá: pienso también que ojalá que los otros muertos que aquí nos traicionaron e hicieron daño nos olviden realmente, para que nos dejen en paz para siempre. ¿Quieres ver las tumbas sin nombre? A veces son los mismos edificios, las casonas, los que contienen a esos muertos que siguen sin descansar. Ven, lee y anda Guanajuato.