Cuando el oyente escucha un concierto de chelo se acerca un poco al cariño entre un padre y su hijo, porque el instrumento parece necesitar del calor humano, como si se tratara de un bebé que requiere afecto, y cuando lo recibe, entonces sus cuerdas ríen, gritan, suenan a plenitud; sensaciones como esta surgen al observar a Bruno Mente en el escenario del Teatro Principal; y es que el violonchelista abraza, acaricia al instrumento como si fuera parte de sí mismo.

El músico, integrante de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato, coloca entre sus piernas al chelo, lo abraza y casi de inmediato establece con él un vínculo muy estrecho; parece que esa “vibra” la percibe Vahan Mardirossian, el director invitado, y comienza la ejecución de la obra escrita por Edward Elgar. Se trata del Concierto para Violonchelo, en el cual el compositor, afligido por la Primera Guerra Mundial y las enfermedades, ayudado por la voz grave y melancólica del instrumento, eleva las preguntas esenciales de la vida.
A lo largo de los 4 movimientos que integran la obra se percibe un ambiente impetuoso, pero permanece un aire de tristeza; al final de los 29 minutos, el escucha puede preguntarse si está presenciando un triunfo o si el autor está molesto por las locuras del ser humano, y por eso, el mundo se derrumba alrededor de él. Es una obra maestra que logra poner en pie un drama sin palabras, donde el instrumento solista llega a dimensiones desconocidas.
Y al final, una escena fugaz, pero emotiva: Bruno Mente recibe de su otro hijo, del que apenas tiene año y medio, una rosa. Instante hermoso que se deja en estas líneas en un intento de ponerlo fuera del alcance del tiempo y del olvido.
MELANCOLÍA DE SCHUMANN
En Schumann, como en otros autores, predomina el binomio vida= obra/ obra = vida, que caracteriza a los grandes maestros, y es que las dramáticas circunstancias de su existencia se reiteran en su música; un ejemplo es la Sinfonía No. 4, también interpretada por la OSUG. Lentos, melancólicos, tristes, pero bellos, son los movimientos que la integran; es una pieza contemplativa, apasionada, casi devocional, como la propia vida del músico alemán. Del mismo autor, la OSUG prepara la Sinfonía Primavera, para interpretarla en el marco de la Feria Internacional del Libro de la Universidad de Guanajuato.