+ El EDOMEX define el destape a la corcholata oficial
+ PVEM y PT, cuál pesa más
+ Campaña contra Ernestina Godoy
Durante muchos sexenios la política exterior mexicana se ha referido a la Doctrina del prestigiado canciller Genaro Estrada como su eje de acción, fincado en los principios de no intervención y libre autodeterminación de los pueblos. Tanto, que así está establecido en nuestra Constitución Política, en su Artículo 89 fracción X referente a las facultades del presidente de la República:
“Dirigir la política exterior y celebrar tratados internacionales, así como terminar, denunciar, suspender, modificar, enmendar, retirar reservas y formular declaraciones interpretativas sobre los mismos, sometiéndolos a la aprobación del Senado”.
Y más específicamente dicta que: “En la conducción de tal política, el titular del Poder Ejecutivo observará los siguientes principios normativos: la autodeterminación de los pueblos; la no intervención; la solución pacífica de controversias; la proscripción de la amenaza o el uso de la fuerza en las relaciones internacionales; la igualdad jurídica de los Estados; la cooperación internacional para el desarrollo; el respeto, la protección y promoción de los derechos humanos y la lucha por la paz y la seguridad internacionales”.
Sin embargo, estos principios también han servido para justificar una política exterior de simulación, pues ha sido claro que los reacomodos geopolíticos desde la Segunda Guerra Mundial obligaron a México a tomar posiciones, aunque haya sido un actor no alineado, como se pretendió en su momento. Intervenir implica más allá de lo militar, sino en reconocer y desconocer a un gobierno y, también, entrometerse en sus asuntos públicos como calificar o descalificar a un candidato, promover a alguien en sus elecciones o incidir en su vida interna con financiamiento ilegal.
La participación de México en los conflictos internacionales ha sido discreta, pero también ha tenido momentos de gloria como la declaración del guerra al eje fascista, en el desconocimiento al régimen franquista y otras dictaduras, en el reconocimiento a las revoluciones de China, Cuba, Nicaragua y brindar asilo político a los ciudadanos de otros países víctimas de golpes de Estado como los ocurridos en Bolivia, Argentina, Chile. La participación como mediador en conflictos bélicos de Colombia, Guatemala o El Salvador han tenido el reconocimiento de la comunidad mundial.
Y aunque se olvida, la defensa que hiciera el gobierno de Vicente Fox al extinto presidente de Venezuela, Hugo Chávez, apelando a la Carta Democrática Interamericana revertió un golpe de Estado en el 2002.
A la llegada del presidente de Andrés Manuel López Obrador la línea original de su política exterior fue la del respeto a la Doctrina Estrada de no intervención. Y parecía que así se conduciría, dado que el Canciller Marcelo Ebrard primero estuvo más ocupado en asuntos internos supliendo funciones de la debilitada titular de Gobernación, y luego, como es evidente, entretenido en su pre candidatura presidencial. Es decir, su pasividad y poco interés en colocar a México en una estratégica geopolítica de la región y de occidente provocó que flaqueara la agenda internacional.
Pero ojo, esta tibia política exterior de la 4T fue ocupada ya por el presidente de la República quien, sin cuidado, ha abierto frentes geopolíticos y puesto en entredicho su palabra ante el mundo, como lo fue la relación dócil con el gobierno de Donald Trump y la aceptación de acuerdos migratorios impuestos por el polémico ex presidente.
En contraste, con Joe Biden ha sido de confrontación, crítica y reclamos, tanto por los temas laborales y energéticos en el T-MEC, como el apoyo a Ucrania. Y aunque ha tratado de ser mesurado, la línea de endurecimiento de los Estados Unidos por el tráfico de fentanilo proveniente de México, ha abierto la confrontación con los políticos estadounidenses y ha llamado a los mexicoamericanos a no votar por candidatos republicanos, en una abierta intromisión electoral que ya tiene advertencias.
En otras circunstancias el presidente López Obrador ha dado espaldarazos públicos a los candidatos izquierdistas presidenciales de Bolivia, Argentina, Brasil, Colombia y Honduras, lo que ha desatado reclamos diplomáticos y de líderes políticos de derecha e izquierda de estos países. En resumen, atendiendo la línea ideológica o las coincidencias de pensamiento, la nueva doctrina parece ser la de sí intervención.
Claro, habrá de esperar las reacciones de los dirigentes de otros países cuando llegado el momento comiencen a opinar de las candidaturas, las elecciones y a quién deberíamos los mexicanos brindar nuestro voto. Esta circunstancia de que los extranjeros opinen sobre México no nos gusta tanto (y nos tenemos que aguantar, porque la reforma al Artículo 33 ya permite que extranjeros no sólo opinen, actúen y hasta nos ofendan en nuestro propio territorio, sino que funcionarios federales y dirigencias políticas ya ocupan carteras de relevancia).
La reforma al artículo 89 que incorporó los principios de la Doctrina Estrada fue en 1988, por lo que es conveniente su revisión y actualización dadas las recientes actuaciones del primer mandatario, pues entonces estaría entrando en claras violaciones a dicho precepto.
O en su caso, este gran tema será otra tarea más para que el próximo gobierno la atienda y componga, pues México, no sólo es un país líder de América Latina, sino un factor de estabilidad y pacificación, no puede mantener este clima de confrontación ideológica con todos los gobiernos que piensan y operan distinto al que le guste al presidente mexicano en turno.
+ El EDOMEX define el destape a la corcholata oficial… Si la cargada de operadores político-electorales de la Ciudad de México logran afianzar el predominio amplio en los municipios conurbados de la CDMX (el ex corredor azul del norte y el ex corredor amarillo de la zona oriente), Claudia Sheinbaum tiene asegurada la candidatura presidencial por MORENA y salvo una circunstancia extraordinaria podría desbancarla. Por ahora, va en ruta segura.
+ PVEM y PT, cuál pesa más… La probable derrota del senador Guadiana en Coahuila, además de estar bajo la sospecha de una concertacesión para darle vida artificial al PRI, es un ejercicio de interés de la 4T porque muestra realmente el peso que cada aliado suyo tiene en el mapa electoral nacional y con ello saber de quién deshacerse y no cargarlo en el lomo como una rémora que les da sobrerrepresentación. Para el PT, el ejercicio de irse por su lado es positivo (así dejen sólo a Mejía Berdeja) porque demuestra que si tienen un candidato atractivo podrían salvar el registro y tener diputados locales y federales por sí mismo y no depender de la línea morenista. El desconocimiento a la candidatura de Mejía, autonombrado “El Tigre”, pesará negativamente en su contra. El PVEM, como buen mercader, tiene todo para ganar, hasta perdiendo.
+ Campaña contra Ernestina Godoy… Videos, escándalos, denuncias, fiestas, acusaciones en su contra. Nada es circunstancial, después de aprobada la “Ley Godoy” hay una andanada contra la Fiscal de la CDMX. ¿Será el Cártel Inmobiliario? ¿Serán las redes criminales de cuello blanco desarticuladas en los últimos meses? ¿Será que los enemigos están adentro de la propia Fiscalía y cada mala actuación de éstos deliberadamente termina pegándole a Ernestina?
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