Histomagia

ALMAS AL VIENTO

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Las historias de taxistas son relatos que van más allá de la nacionalidad, sin embargo, Guanajuato, como ciudad espectral, ha tenido muchísimas histomagias que nuestros compañeros ruleteros nos han contado.

Recuerdo que hace años uno de los chafiretes de aquí de esta mágica ciudad, me contó que cuando recién empezaba a trabajar en el taxi, tuvo un viaje que agarró en el pleno centro de la ciudad, ahí enfrente de la Basílica. Dice que se subieron dos personas, mujer y hombre, se les veía muy afligidos, venían vestidos de negro, seguro acababan de salir de la misa de difunto del templo. Así que los pasajeros con voz casi inaudible le dijeron que los llevara a Cata. Al instante se dispuso a subirlos hasta arriba, aunque ya era casi la hora de entregar al siguiente turno, eran casi las cuatro de la tarde de un día bastante soleado, pero no le importó, pensó en la pena de estas personas y no los dejaría tirados ahí con los barullos de la ciudad a esas horas.

Durante el viaje todos iban muy callado, el taxista no sabía de qué platicar, así que sólo les dijo que sentía mucho su pérdida, los pasajeros le musitaron un “gracias”, y siguieron con su mutismo. Al llegar a la dirección dada, el sol esplendoroso se ocultó en unas nubes grises furtivas que llegaron para abrirle paso al aire frío de la sierra, mi amigo taxista se extrañó un poco, pero ya casi era la hora de entregar así que sólo les dijo: “Son 50 pesos”, la mujer se apresuró a sacar de su bolso el dinero, se lo entregó y ya dispuestos a bajar del taxi, se quedaron petrificados sólo señalaban la puerta de la casona, mi amigo volteó y no veía nada ni a nadie, pero los pasajeros, sólo estaban ahí sin bajarse del auto las lágrimas resbalaban lentamente sobre sus rostros, hasta que el hombre dijo: “¿qué no ve al señor que está riendo sentado en el quicio de la puerta ?” mi amigo les contestó que no, la mujer a punto del desmayo, se tapó la cara y sólo se atrevió a pedirle, que por favor los llevara de regreso al templo.

Ante lo sucedido el taxista conmovido por la situación, los bajó rápidamente a la Plaza de la Paz, ni les cobró, los dejó ahí y se fue directo a entregar el taxi a su compañero de turno.

Me cuenta que en verdad él nunca vio nada ni a nadie afuera de ese portón, sólo eso sí, las nubes negras y el viento frío sí lo sacaron de onda, pero dice que él ha vivido tantas cosas que ya ni se asusta.

Dicen los que saben que muchas veces las almas o espíritus de los difuntos regresan a los lugares donde fueron felices o infelices, según el caso, ya sea por amor o por venganza, lo que sí es cierto es que las almas sólo viajan y se transforman en energía, esa energía que viene con el viento cada tarde, por eso a veces sientes que el viento te acaricia, y no, no es el viento son esas almas que viven y vivirán siempre aquí, libres de todo, del cielo y del infierno. ¿Quieres conocer esa casona? Ven, lee y anda Guanajuato.