El espacio de Escipion

El plan C, nueva Constitución sin constituyentes

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+ Parlamento Permanente Metropolitano del Valle de México

Un régimen de simple alternancia dará su pasó a una transición en México, con amplia legitimidad democrática, aunque con limitaciones a la pluralidad de la sociedad México. Y llegó rayando la conclusión del sexenio. El deseo frustrado de cambiar radicalmente la Constitución Política de 1917 de todos los presidentes neoliberales desde Carlos Salinas (1988) a Enrique Peña Nieto (2012), finalmente será posible con Andrés Manuel López Obrador, quien, sin apegarse estrictamente a la doctrina del Consenso de Washington, hará la transformación del Estado mexicano sin convocar a un Congreso constituyente ni llevar a cabo la grandes reformas económicas (la negada reforma fiscal, por ejemplo) y políticas (que rediseñe el ministerio del interior y el régimen de partidos), pero sí las sociales, que no han tenido objeciones.

Y claro está la próxima presidenta de la República también incorporará ajustes a las reformas lopezobradoristas y, más aún, se prepara para que dicho cambio se traduzca también en el rediseño del equipamiento de poder del aparato de gobierno a través de una modificación a la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal.

Que nadie se diga sorprendido y que no fuimos avisados, porque para eso es la democracia y la voluntad popular que se convocó en las urnas. Por si no lo recuerdan, el 20 de julio de 2018, el recién recordado Porfirio Muñoz Ledo, cuando aún comulgaba con López Obrador, lanzó las pautas de cómo sería la Cuarta Transformación: el proyecto de país tendría “dos tiempos: un tiempo de hacer las correcciones, fundamentalmente de las deformaciones en las que se ha incurrido durante los últimos 30 años, porque de las 900 reformas a la Constitución que ha habido, la tercera parte son de la época actual. Y luego habrá que entrar en un segundo momento a una revisión integral de la Constitución, cuando el gobierno se haya asentado y aumentado su consenso, probado su eficacia y su prestigio. Esto puede llevar a la convocatoria de una Asamblea Constituyente.

En otras palabras, es lo que Andrés Manuel llama «el segundo piso de la cuarta transformación”. En otras palabras, el “Plan C” convocado en la pasada elección y que Morena y sus aliados volvieron a ganar ampliamente ante una oposición ridícula y ahora pulverizada.

En efecto, se trata de una cadena de ajustes a todo el aparato del Estado y de cómo ha venido funcionado la administración federal, pues se pretendería reforzar la rectoría del Estado, tanto en lo administrativo como en la supervisión del cumplimiento debido, concentrando multifunciones de cada dependencia por sector (llámese educativo, en el cual habrán de confluir la SEP y la nueva Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación), energético (regresando facultades rectoras a la Secretaría de Energía y acotar a Pemex y CFE como organismos casi autónomos; social,  dando todo el poder de políticas pública sociales y de salud en una sola dependencia: Bienestar; seguridad e inteligencia como es que la SSPC retome al CNI, la GN y fuerzas policiales regionalizadas; desarrollo económico y fiscal, a la que falta por ver si será Hacienda o un ente aún superior; entre otros, y refuncionalizando la consecución de metas mediante métodos cuanti y cualificables.

No es nuevo, pero sí más contundente que en otros sexenios. Durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari se buscó adecuar las instituciones al esquema de modernización económica y política, pero encontró resistencias en aquellos sectores que defendían el legado del constituyente de 1917. Vicente Fox lo intentó, sin éxito, creando las súper secretarías que terminarían desmontando lo bien hecho hasta entonces. Con Peña Nieto cuando se vencieron algunas resistencias nacionalistas del PRI y se llevaron a cabo las reformas estructurales de tercera generación, pero sin construir las bases sociales de apoyo y de ahí que tuvieran poco tiempo de celebración, pues con la llegada de la llamada “Cuarta Transformación” vino un periodo de reversión ligera a las mismas.

Andrés Manuel y su movimiento han querido ir más allá: cambiar al Estado mexicano para que no haya vuelta a las políticas neoliberales, ha insistido, sólo que. sin pasar por un Constituyente, pues éste significaría darles oportunidad a todos los sectores sociales que, hoy por hoy están excluidos y a una oposición y detractores que podrían ganarles en el debate y en que una nueva Carta Magna no sea la que él desearía y se imaginaba.

En la actual coyuntura con una fuerza política predominante, Morena y sus aliados, los partidos derrotados en vías de pulverización y reacomodo, con las aguas turbias en el escenario internacional (con Donald Trump regresando al poder, China y el mundo árabe en ascenso) y en lo local con el crimen organizado al acecho, no parece ser el momento adecuado para revisar la Carta Magna. El problema es de forma y el fondo; mas es ahora o nunca.

El último paquete de reformas, que inicia su proceso de análisis, discusión y aprobación a partir del próximo jueves 1 de agosto, contiene muchos cambios, aunque el debate se ha concentrado en la reforma al Poder Judicial federal por ser el más sustancial. Pero vienen propuestas de reforma al Artículo 123 de la Constitución, abarcando apoyo a jóvenes, pensiones de retiro, salarios y vivienda para los trabajadores; en materia de austeridad, percepciones de servidores públicos, empresas estratégicas, prisión preventiva oficiosa, Guardia Nacional, derechos de comunidades indígenas y afromexicanas, transporte ferroviario, simplificación orgánica, justicia electoral y justicia en general. Y las de Sheinbaum, con un nuevo sistema nacional anticorrupción, la no reelección y la disminución de los congresistas, pero, sobre todo, de la administración pública federal que ha comenzado a ser observada por los sectores productivos nacionales y extranjeros.

Las reformas que se discutirán en la Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados en los siguientes días son de gran trascendencia. Nadie nos puede decir que fuimos sorprendidos, pues esa fue la oferta de campaña de 2018 y, más aún, reiterada como Plan C en 2024. Una nueva institucionalidad está en marcha, pero sin pasar por un desgastante proceso de elección de constituyentes.

En 1994, Porfirio Muñoz Ledo, con su paso en el foxismo, fue el más persistente en un nuevo Constituyente, y tuvo nulo éxito, pues fueron Francisco J. Paoli y Amparo Casar quienes le quitaron la coordinación de reforma del Estado y la nueva Constitución, ganando su ineptitud y cobardía para llevarlas acabo. En 2010, Cuauhtémoc Cárdenas, como comisionado para la conmemoración del bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución, planteó que en el 2010 México debía contar con una nueva Constitución; ambos tenían claro que debía hacerse. El tema ahora es… ¿estas reformas son las que ellos imaginaron?

 PAQUETAZO DE REFORMAS DE AMLO Y SHEINBAUM

Modificación al Artículo 123 de la Constitución en materia de:

Apoyo a jóvenes

Pensión de retiro

Salarios

Vivienda para trabajadores

Modificación a los Artículos 3°, 4°, 5°, 27 y 73 de la Constitución en materia de:

Agua, alimentos y protección al medio ambiente

Atención médica

Bienestar

Protección a la salud

Protección y cuidado animal

Modificación en materia de austeridad y percepciones de servidores públicos.

  • Modificación en materia de áreas y empresas estratégicas.
  • Modificación al Artículo 19 de la Constitución en materia de prisión preventiva oficiosa.
  • Modificación en materia de Guardia Nacional.
  • Modificación al Artículo 2° en materia de pueblos y comunidades indígenas, así como afromexicanos.
  • Modificación al Artículo 28 en materia de vías y transporte ferroviario.
  • Modificación en materia de simplificación orgánica.
  • Modificación en materia electoral, eliminando diputados y senadores plurinominales y la no reelección.
  • Modificación en materia de justicia.
  • Reforma radical a la Ley Orgánica de la administración pública federal.

Nace el Parlamento Permanente Metropolitano del Valle de México…. Reunidos en la calle de Allende número 2 del Centro Histórico de la Ciudad de México, más de 70 representaciones de organizaciones sociales, comerciantes, asociaciones de comunidades indígenas, de pueblos originarios, colonos y condóminos, académicos, periodistas y urbanistas de la CDMX y Estado de México, convocan a construir el Poder Popular a través de la conformación del primer Parlamento Permanente Metropolitano. “El pueblo de México históricamente no ha sido representado políticamente por la vía nominal ni representativa. Las consecuencias son profundas que no se acaban de vislumbrar todos los daños que ha ocasionado. Pese a ello, el pueblo de México no ha dejado de librar sus batallas contra el neoliberalismo imperante; su lucha ha tomado diversas formas a lo largo de más de tres décadas”, establecen en su convocatoria. Consideran que, con la llegada de Claudia Sheinbaum a la presidencia de la República, de Clara Brugada a la jefatura de Gobierno de la CDMX y Delfina Gómez al gobierno del Estado de México, el país tiene una gran oportunidad para transformar a profundidad las instituciones; pero consideran que ésta también debe tener el acompañamiento del pueblo, a través de auténticos instrumentos que vengan desde abajo y no por dictados verticales. Y convocan al primer trabajo formal el próximo 10 de agosto de 2024.

Contacto: [email protected]