Desde el Faro

“EL TORO” EN GUANAJUATO

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Ciudad con historia muy ligada al beisbol

Entre 1979 y 1980 “El Toro” Valenzuela vivió en Guanajuato, era la época en que después de los entrenamientos, cruzaba el Jardín Embajadoras para comer en la fonda de Doña Tomasa, y a cambio, lavaba los trastes; no tenía dinero, por lo tanto, en ocasiones dormía bajo las gradas del parque de beisbol, y a veces, su amigo Pedro, “El Pedrín”, lo invitaba a descansar en su casa.

Era la época en que Zenaido, el vendedor de “guacamayas” (esa torta de chicharrón con salsa y aguacate, muy conocida en El Bajío) le fiaba, con la promesa de que después le pagaría el consumo. Era la época en que Luis H. Ducoing le heredó el gobierno a Enrique Velazco Ibarra; la ciudad era tranquila, recién se había construido el Parque Aguilar y Maya, y el Festival Cervantino se había iniciado 7 años atrás.

En “La Norteña”, cantina que se ubica cerca del parque de beisbol, Javier Moreno platica que Fernando era muy introvertido, “casi no platicaba, por eso nada sabemos de su vida anterior a Guanajuato”, “tal vez por ser muy joven aún no temía las armas necesarias para establecer una buena conversación, eso le obligaba a recluirse en sí mismo”, dicen algunos de los clientes.

Entre la plática, la anécdota más recurrente es la referente a Zenaido el que le fiaba las “guacamayas”, y a quien nunca pagó. “en cada partido se comía 4 o 5 tortas de chicharrón y aguacate y se fue sin pagar”.

En las paredes de “La Norteña” abundan las fotografías del beisbol de antaño, las hay con fecha de 1935, de los años 40, 50, 70 y 90 del siglo pasado, de entre ellas, destaca una con la figura del pitcher mexicano, junto a él, muy sonriente aparece Crisóforo Araujo, quien fuera contador de la Comisión Federal de Electricidad, la imagen muestra a Fernando Valenzuela enfundado en una casaca de Los Charros de Jalisco, equipo que lo contrató allá por 1990, cuando ya había dejado de jugar en Ligas Mayores.

En este sitio también estaba una foto del “Padre Pollo” junto a Fernando, pero algún cliente la “expropió”. Las imágenes que ahí se muestran comprueban la importancia que este deporte ha tenido en la historia de la ciudad.

Javier Moreno asegura que Valenzuela jugó poco tiempo con los “Tuzos” de Guanajuato, y casi de inmediato, los “Jicameros” de Silao se lo llevaron, ahí, Dodgers trató de llevarlo a los Estados Unidos, pero no pudieron porque el equipo guanajuatense no estaba registrado como profesional en la Liga Mexicana de Beisbol, entonces, hicieron que Los Leones de Yucatán lo contrataran, y de esta forma se cumplió el requisito.

Dicen clientes y cantinero, que Fernando Valenzuela nunca regresó a Guanajuato.

CIUDAD CON HISTORIA MUY LIGADA AL BESIBOL

En el libro “Los Mineros Muertos”, escrito por el periodista Alfonso «El Negro Ochoa», se asegura que la práctica del deporte se inició a finales del Siglo XIX, y que para 1910 ya existía el Parque San Jerónimo, construido a iniciativa de los empresarios mineros estadounidenses, que introdujeron la práctica del beisbol en Guanajuato.

De las imágenes colocadas en las paredes de «La Norteña»se observan algunas de 1938, con los equipos de «El Cubo», la empresa minera, del equipo de Luz y Fuerza; de diversos campeones estatales; al observarlas se puede identificar de inmediato a los empresarios, vestidos con traje y corbata; hay pocas mujeres, todas ellas, aparecen con ramos de flores, eran las «madrinas» de los clubes, incluso, se observan algunas rubias, posiblemente también eran estadounidenses.

Las fotografías muestran parte de la historia de la ciudad, con sus tradiciones y costumbres, la práctica del beisbol, como una de ellas.