Ecos de Mi Onda

Guardar cosas

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Si encontráramos la manera podríamos vivir mil veces más de lo que estamos viviendo por culpa de los relojes, de esa manía de minutos y de pasado mañana.
Julio Cortázar (1914-1984) Escritor argentino

Guardar cosas

Tengo la manía de guardar cosas,
un tornillo
que posiblemente embone en la futura construcción
de una estructura utilitaria,
un botón de tamaño mediano
para algún pantalón que lo requiera,
un trozo de alambre recocido
para unir dos piezas metálicas o de madera,
un tramo de cable
para completar alguna instalación eléctrica,
una piedra lisa, densa y ovoide
que me gustó para pisapapeles,
un retazo de tela con la textura adecuada
para dar lustre a mis zapatos,
papel usado para hacer notas,
o tal vez intente reciclarlo,
un trozo de unicel para el empaque
de un regalo de cumpleaños,
o tal vez para un arreglo navideño.

Guardo un collar de cuentas
de recuerdos vivos
que me mantienen vivo,
guardo el beso de mi nieto
y la cara de satisfacción de mi hijo
al observar la escena.
Guardo tu rostro con las arrugas
naturales del paso del tiempo,
me gusta la arruga de la que fui testigo
al irse trazando en tu rostro
por tu sonrisa perenne.
Guardo el saludo estruendoso
de mis amigos compañeros de vida,
forjando lazos que nos dan fortaleza,
guardo los fracasos en una cartera,
sólo para confirmar que existió la voluntad
de superarlos y seguir adelante.

Tengo la manía de guardar cosas.

Aspiración

No me acostumbro a la oscuridad,
aun cuando a veces me sirve de refugio
para lamer las heridas,
o paladear el recuerdo
de las transitorias victorias,
para imaginar colores volando en los ensueños,
para ocultar la presunción tenebrosa de los miedos
o esos momentos involuntarios de locura,
en las que se teme ser violento.
A veces resulta útil sentir el amparo
el tibio consuelo de las sutiles sombras.

La vida es fugaz,
pero en su efímero contexto,
el dolor puede hacer que un segundo
se acomode sobre la almohada,
con una fatigosa somnolencia
que puede parecer interminable,
y las preguntas se desgranan
errabundas en las extrañas dimensiones,
en los ecos del tiempo y del espacio

En realidad, no sé quién soy,
tampoco sé hacia dónde me dirijo.

Pero soy una entidad física
con la capacidad de pensamiento,
si bien debo reconocer
que con facilidad me pierdo en laberintos
y me aferro a la energía que me concede el alma,
y al extremo de la cuerda del espíritu,
para retornar al punto seguro
de las preciadas convicciones.

El sol apareciendo en el oriente,
inundando de luminosidad al mundo,
aspirando a ser,
a ser un ser
un ser humano.

Tiempo

El tiempo es la espera
de que algo suceda.
Cabalga raudo en segundos,
toma aliento en los minutos,
prosigue la ruta en las horas,
celebra los avances en los años,
casi lo sabe todo en los siglos,
se hace sabio en los milenios.
Pero el humano no aprende las lecciones.
De aparentar una ostensible madurez,
se transforma en un niño juguetón
o puede explotar luego en inexplicables emociones,
para perder insensible la paciencia,
vana,
torpe,
desesperadamente,
dejando al azar la espera
de que finalmente,
con el tiempo,
algo bueno suceda.