Por Juan Carlos Castellanos C.
La historiografía del cine mexicano reconoce nombres icónicos que son parte de la memoria y la identidad no solamente del séptimo arte hecho en este país, sino de la cultura nacional en su conjunto. Los Hermanos Soler, Pedro Infante, Pedro Armendáriz, María Félix, y una larga lista más, dentro de la cual Silvia Pinal brilla con luz propia.

Mimada hija de Moisés Pasquel y María Luisa Hidalgo, Silvia Pinal Hidalgo nació el 12 de septiembre de 1931 en Guaymas, Sonora, y tras una siempre dinámica trayectoria de casi siete décadas en cine, teatro y televisión, murió en la Ciudad de México el pasado 28 de noviembre de este 2024. Hoy, su memoria fue honrada en el Palacio de Bellas Artes.
Desde una agencia de pompas fúnebres situada en el Sur de la capital, una carroza llegó al máximo recinto cultural del país para que la diva, dueña del cariño y la admiración del público, fuera despedida de cuerpo presente por una legión de admiradores. Las puertas del coloso de mármol se abrieron a las 11:00 horas para que el pueblo le diera el adiós.
A las 10:45 horas se tenía listo el recibimiento del féretro por parte de los Solistas Ensamble del Instituto Nacional de Bellas Artes, quienes interpretaron una Selección de Réquiem de Gabriel Fauré, el Requiem de Faurè Op. 48, Introito, Kyrie, Sanctus, Pie Jesu Tania Solis, Agnus Dei, y Libera mee.
La Primera guardia de honor estuvo a cargo de Claudia Curiel de Icaza, Secretaria de Cultura; Alejandra de la Paz, Directora General del INBA; Sylvia Pasquel, hija; Alejandra Guzmán, hija, y Luis Enrique Guzmán, hijo. La Segunda guardia de honor la hicieron Marina Núñez Bespalova, Subsecretaria de Desarrollo Cultural; Daniela Alatorre, Directora General IMCINE; Stephanie Salas, nieta; Frida Sofía, nieta; Scherza Guzmán, nieta; Giordana Guzmán, nieta; Michelle Salas, bisnieta, y Camila Valero, bisnieta.
¿Por qué esa admiración? A las puertas del palacio, cinéfilos, televidentes y amantes de las artes escénicas contestaron a equisgente. Abel Hernández, 38 años, abogado: “Por su belleza y carisma”; Silvia Manríquez, 60 años, sobrecargo jubilada: “Por su simpatía”; José Luis Tovalín, 55 años, transportista: “Por su hermosura, y por ser una gran actriz”.
Dentro del palacio, Claudia Curiel de Icaza, Sylvia Pasquel, Alejandra Guzmán, Luis Enrique Guzmán, Stephanie Salas, Frida Sofía, Scherza Guzmán y Giordana Guzmán, vertieron palabras que dieron una idea de la vida profesional y familiar de la actriz homenajeada.
Cerca del mediodía, hubo una intervención musical de Solistas Ensamble del INBA con un repertorio de María Grever: “Alma mía”, “Júrame”, y “Despedida”. Luego, del cancionero de Consuelo Velázquez, “Bésame mucho”, y “Amar y vivir”. Acto seguido, las voces de la música de, Humberto Craviotto. Finalmente, el Mariachi del Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández.

Para cientos de seguidores que se dieron cita hoy, la también empresaria y política (Se desempeñó como Diputada Local, Representante de la Asamblea de Representantes del Distrito Federal y Senadora de la República), Silvia Pinal es “la reina del cine mexicano y una leyenda que seguirá viviendo en la memoria de millones de personas en el mundo”.
Silvia Pinal fue testigo presencial de la evolución del cine mexicano. Trabajó con los mejores directores y actores de la Época de Oro, y participó protagónicamente en algunas de las películas más emblemáticas de la historia de esa industria. Luis Alcoriza, director, guionista y actor español nacionalizado mexicano (1919-1992) señaló en cierta ocasión:
“Silvia Pinal no es solo una actriz, es una institución, una leyenda que ha trascendido la pantalla y se ha convertido en un símbolo de la cultura mexicana. Su talento y su belleza han sido aplaudidos en todo el mundo, por eso es que ha obtenido numerosos premios y reconocimientos”. Se le otorgó el Premio Ariel a la Mejor Actriz en varias ocasiones.
Desde la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes, México despidió a la primera actriz quien con talento indeleble marcó una era en la historia del cine nacional e internacional. Ella abonó mucho al arte y al espectáculo del teatro, el cine y la televisión, por eso fue el homenaje en ese recinto, por su herencia a numerosas generaciones de actores y actrices.
Efectivamente, Silvia Pinal hereda más de 100 personajes que encarnó, tres de ellos de la mano del director de cine surrealista Luis Buñuel: “Viridiana” (1961), que se llevó la Palma de Oro del festival de Cine de Cannes; “El ángel exterminador” (1962), y “Simón del desierto (1965), mediometraje de 45 minutos donde encarna a una “femme fatale”.
Los mexicanos y mexicanas, sobre todo de cierta edad, recuerdan tres filmes donde se acompañó de igual número de enormes figuras, tres cintas que son parte de su personal acervo cultural: Con Germán Valdés “Tin Tan”, “El rey del barrio” (1950); Con Mario Moreno “Cantinflas”, “Puerta, joven” (1950), y con Pedro Infante, “El inocente” (1956).

Sin embargo, Silvia Pinal no fue un talento sin pulir. Fue alumna de luminarias como Carlos Pellicer, Salvador Novo y Xavier Villaurrutia en la Escuela de Bellas Artes. Su formación práctica en los escenarios fue obra de personalidades de la talla de Manolo Fábregas, Jorge Mistral, Carmen Montejo, y otras más, de las cuales abrevó lo mejor.
La diva supo rodearse de las personas más influyentes dentro de los campos del arte, la cultura, los espectáculos y la política. Su entrada inmortal a las artes plásticas fue por la puerta grande, cuando el célebre pintor y muralista Diego Rivera hizo un retrato de ella en 1957; en los años 50 produjo su primera obra musical, “Ring Ring, llama el amor”.
Empresaria y visionaria, compró en 1988 el viejo Cine Estadio y pronto lo transformó en el Teatro Silvia Pinal, donde montó principalmente comedias musicales con sus propias producciones. En 1992 compró el Cine Versalles y tras acondicionarlo, lo convirtió en el Teatro Diego Rivera, pero en 2014 le cambió el nombre por Nuevo Teatro Silvia Pinal.
Antes, en 1952, ganó su primer Ariel con la película “Un rincón cerca del cielo”, luego se le dio el mismo galardón por “La dulce enemiga” y “Locura pasional”, y en 2008, obtuvo el Ariel de Oro. En televisión tuvo éxito con el “Televiteatro” de Manolo Fábregas, “Los especiales de Silvia Pinal”, y “Mujer, casos de la vida real”, que produjo de 1985 a 2007.
Como política, trabajó arduamente en favor de actrices y actores, y llegó a ser dirigente de la Asociación Nacional de Intérpretes (ANDI) entre 1988 y 1995, y posteriormente fue secretaria general de la Asociación Nacional de Actores (ANDA) de 2010 a 2014. El 29 de agosto de 2022 se le realizó un homenaje, en vida, en el Palacio de Bellas Artes.

Hoy regresó a ese espacio cultural localizado en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Y como ha ocurrido con otras figuras del medio artístico, el público dio el último adiós al féretro con los restos mortales de la gran diva. Una vez terminado el homenaje póstumo, la carroza volvió a la agencia funeraria para el proceso de cremación. Llegó a ese lugar con el eco de un minuto de aplausos en Bellas Artes.
equisgente/JCC