El espacio de Escipion

Diciembre en #Acapulco 2024; a ritmo de 2025

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A unas semanas de concluir el 2024, ya se sienten los aires del año nuevo que, sin aún nacer, ya se sienten sus pataditas, sus movimientos y las ansias por irrumpir al mundo, en especial, a nuestro México lindo y querido.

Porque este año que concluye dejará muchas marcas para todos los mexicanos: primero, una primera sucesión presidencial democrática en que se ungió a la primera mujer a la presidencia de la República, la primera en que llega una militante de la izquierda universitaria, la primera científica, la primera descendiente de la migración judía europea, la primera en suceder al mandatario más popular del último medio siglo, cuyo ascenso se dio desde las calles, desde la protesta y desde los grupos de izquierda social que durante años habían luchado por democratizar al país y por dotarle de un régimen con mayor justicia distributiva, y a quien le tocó dar una estocada al Poder Judicial Federal (bajo una campaña de haberse roto el equilibrio de poderes) y abortar el proceso de “ciudadanización” de órganos autónomos del Estado mexicano (bajo otra campaña en que se acusa de una regresión al viejo presidencialismo).

Cuando cierre el 2024, el gobierno de Claudia Sheinbaum cumplirá tres meses y entonces, muchos esperamos, entenderá que las herencias en política tienen fecha de caducidad o son prolongaciones sin futuro ni éxito. Por ello, los retos que se advierten para los próximos 12 meses no serán sencillos, pues como lo anticipamos hace un año en la agenda de riesgos, había temas ineludibles que iba enfrentar como mandataria y el principal era el regreso de Donaldo Trump a la presidencia de los Estados Unidos, más radical, más provocador, más antimexicano y proteccionista.

Y así es como nos está metiendo los temas de seguridad (tanto nacional como interior) como eje central del próximo 2025, pues para él primero cumplimos con cerrar la frontera a las migraciones, asestamos golpes a los cárteles de la droga, entregamos a los jefes de las mafias de alto perfil que trafican principalmente fentanilo y después negociarán el tratado comercial, el famoso T-MEC.

Por supuesto, el impacto se ha sentido en lo político (teniendo hoy por hoy a Omar García Harfuch para meter en orden a los gobernadores y dando los golpes de impacto para suavizar la relación bilateral), en lo económico (porque esos golpes son garantías para la continuidad del T-MEC), lo social (en que habremos de tomar nuevas dimensiones sobre la migración y como recuperar el tejido social). El difícil edificio de la inteligencia policial y la conformación de la inteligencia ciudadana son retos que estarán por afinarse para que esto camine por el rumbo correcto.

La reunión que tiene lugar este día en Acapulco del 50 Consejo Nacional de Seguridad Pública tiene varias misiones: primero, unificar posiciones ante los retos del vecino del norte y, segundo, para llamarles la atención a los gobernadores, que pongan sus barbas a remojar y no digan sorprendidos si no han leído la nueva ley para la Secretaría de Seguridad Ciudadana en que se les obliga corresponsabilidad, dado que no es contundente que las complicidades del pasado se mantengan, pues Claudia no tiene necesidad de cargar cadáveres del pasado y cuotas políticas sin sentido. Esto tiene una valoración, pues en el ambiente se huele la ejecución de algún político de alto perfil; ayer uno de Veracruz, se suma a la lista de los más de 670 incidentes de violencia política.

No hay mucho para dónde hacerse, pues el T-MEC es fundamental para el éxito de la presidencia de Claudia Sheinbaum, dada la falta de recursos y la necesidad de un segundo piso en la política social, más allá de formar parte del bloque comercial capaz de competirle a China y a países asiáticos que vienen pujando fuerte. Sin embargo, la posición proteccionista, antivacunas, anticambio climático, antimexicana y antiinmigrante de Trump, no vislumbra buen augurio.

Lo global será determinante, porque tiene que definirse: seguir siendo América del Norte o apostar por una aventura llena de incertidumbre como formar parte de los BRICs o alguno de sus integrantes. A ello debe sumársele que deba definirse con claridad ante los conflictos bélicos de Medio Oriente e Israel, de Rusia- Ucrania, los regímenes autoritarios —especialmente de América Latina— y los ejes alternativos al liderazgo de Estados Unidos.

En lo administrativo, el año que deberá marcar el rumbo a la gestión de Claudia Sheinbaum porque además de la gran reforma a la Ley Federal de la Administración Pública, su apuesta por un salto cualitativo en política social, ampliación de oferta educativa e instauración de un sistema nacional de cuidados requiere de inyección de mucho dinero.

Por ejemplo, Acapulco, que se ha convertido en la misión personal de Claudia Sheinbaum, establece una refundación en 70 kilómetros del puerto turístico, necesitará más que voluntad política y convocatorias de buena voluntad. 

De ahí que, sí o sí, vienen una reforma fiscal o hacendaria, esa tan suplicada y anhelada, pero que no dará a luz este 2025 sino uno dos años después cuando se haga una demostración de fuerza mayor, siempre y cuando Morena se mantenga unido y alineado a su proyecto de gobierno, no como un ente etéreo sin saber qué dirección atender.

Fundamental que la eliminación de los llamados órganos autónomos no se resienta a los usuarios de sus servicios, especialmente en lo que respecta al sistema anticorrupción (cuanto más que este fenómeno representa el 5% del PIB según el INEGI, algo así como 500 mil millones de pesos anuales), la regulación de competencia económica, las telecomunicaciones y el acceso a la información gubernamental que pueda ser pública

Otra reforma de interés será la política, la cual tiene la intención de regresar a la no reelección en todos los cargos de elección y, adicionalmente, un marco regulatorio contra el nepotismo, que tiene nerviosos a quienes creen que los partidos y las candidaturas son franquicias personales que se pueden heredar.

Y, claro, el 2025 requiere que se aterrice correctamente la reforma al Poder Judicial Federal, depurando la lista de inscritos, abriendo correctamente la exposición de los aspirantes y, demostrar que no por hacerse al chilazo sea un acto fallido del segundo piso de la 4T.

¿Qué hacer sin oposición del PRI y PAN, y con las minioposiciones del Frente Cívico y la ultraderecha de la vela perpetua? Esa pregunta circula entre los diferentes círculos del poder, al grado de que sugieren que la 4T tenga que autogenerar sus propios disensos. Mientras eso ocurre, una pregunta seria es qué hacer con su partido, Morena, donde el subcomandante Andy acapara reflectores, pero sin marcar ninguna línea sino sólo confusión y especulación.

La comunicación política navega entre el ser y deber ser, cambiar o prolongar el estilito heredado del sexenio pasado. Al momento de escribir estas líneas, dos señales son de harto interés: la renuncia Martín Borrego, que le da la primera victoria a ese instrumento de presión político- mediático llamado LatinUs y la toma de distancia de la gobernadora Layda Sansores por sumar a su gobierno al panista procesado por Odebrech, Javier Lavalle. “Yo no lo hubiera invitado”, concluyó.

Siendo breves, Norberto Bobbio, el científico político italiano, refería que “ser de izquierda es optar por los pobres, indignarse ante la exclusión social, inconformarse contra toda forma de injusticia y considerar una aberración la desigualdad social”. Y sobre esa línea, Claudia debe ser Claudia sin traicionarse a sí misma.

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