Amable lector, si su llamado “time line” o el muro de sus plataformas personales como X antes Twitter, Facebook, Instagram o de las nuevas de la llamada Inteligencia Artificial (IA), de pronto aparecen excesivos posteos, memes o mensajes de grupos, activistas, personajes y amigos cercanos a las posiciones neoconservadoras, derechistas, libertarias y pro estadounidenses, no es producto del azar ni la improvisación.
Estamos observando el realineamiento y readaptación de las grandes empresas de plataformas creadores de contenido llamadas “redes sociodigitales” como META, que agrupa Facebook, Instagram y Whatsapp, además de X, antes Twitter, a la nueva dinámica política de los Estados Unidos con el arribo del empresario Donald Trump.
El 11 noviembre del año pasado advertimos que uno de los elementos novedosos de las elecciones en los Estados Unidos era que magnates como Elon Musk, dueño de Twitter ahora X, se la jugaba con Trump, mientras que Bill Gates y los socios de Google lo hicieron con Kamala Harris. Meses después, resultó alarmante entre los especialistas de las nuevas tecnologías de la información y estudiosos de la comunicación humana que Mark Zuckerberg, el dueño de META haya decidido cambiar sus políticas de verificación y se haya sumado al bloque que apoyará al próximo presidente estadounidense.
No es un asunto menor, porque el empresario republicano y quien tiene la espada desenvainada contra México, trae tras de sí una nueva estrategia que busca recuperar la grandeza de los Estados Unidos de América:
La famosa MAGA, Make America Great Again (que quiere decir “Haz a los Estados Unidos grande otra vez”), o sea, recuperar la filosofía del “destino manifiesto” o una nueva “doctrina Monroe” que justificaría las amenazas expansionistas de este país, como ya lo ha expresado con la sugerencia de que Canadá y Groenlandia se les anexe, que recuperen sus derechos sobre el canal de Panamá o quieran intervenir en nuestro país so pretexto de perseguir narcoterroristas.
(Y eso que aún no se ha analizado a fondo el apoyo que dio la USAID al proyecto del Interocéanico, el único que EUA apoyó de todo el paquete de megaobras del sexenio pasado)
Lo publicamos hace meses, para muchos el gigante imperialista estaba dormido y su declive era inminente ante el crecimiento de potencias como Rusia, China y algunos de los llamados “tigres asiáticos”. Emmanuel Tood publicó a fines del 2023, La derrota de Occidente, un texto en el cual anticipó “un irreversible derrumbe de Estados Unidos y Europa”, porque, según el autor, “todo el bloque occidental está en una crisis terminal”.
Para acabar con esta dinámica, Donald Trump va en serio operando con las debilidades de las negociaciones comerciales como el T-MEC, con administrar las guerras abiertas que le dejará Joe Biden, retomando y forzando abrir negociaciones políticas dejadas flexibles por sus antecesores frente a Panamá, pero no se duda que lo quiera hacer sobre Venezuela, Bolivia, Perú o Cuba.
Pero quizá el frente menos analizado hasta ahora sea el mediático, en particular de las redes sociodigitales, pues tiene como aliado y segundo al frente al magnate Elon Musk, quien no ha tenido empacho en poner sus plataformas digitales totalmente a disposición de Trump, además de que él, personalmente lanza amenazas a gobiernos y políticos de otros países, a quienes incluso ha advertido en crear climas desestabilizadores o exigencia directa de destitución como el caso de Nicolás Maduro.
Hoy por hoy, por ejemplo, es Musk quien alienta la retórica antiinmigrante, estigmatiza a los extranjeros, especialmente mexicanos (como fue el caso del mexicano indocumentado detenido en Los Ángeles con un soplete, al que viralizó por X acusándolo sin probar que era uno de los causantes de los incendios) y fomenta la promoción de figuras extremistas de derecha como Javier Milei, Ricardo Salinas Pliego y otras cuentas que promueven el pensamiento “libertario” contra el pensamiento “comunista” y “socialista”, según rezan en sus leyendas.
Si hasta hace unos años el poder de Facebook, Instagram, Telegram y Whatsapp se habían mantenido al margen de cualquier posición político partidista, hoy ya no lo es y están en el eje de promoción de la misma retórica divisiva de Musk-Trump del populismo derechista más recalcitrante estadounidense.
Ya no estamos frente a plataformas que son un mero negocio a donde cualquiera podría anunciarse, pues hoy son medios de información masiva que se vale de cualquier dispositivo “inteligente” (celular, tableta, la TV digital), para mandar mensajes sesgados, limitados, acotados a “las reglas” y supuestos códigos internos que los algoritmos definen qué sí y qué no puede tener el impulso necesario para que llegue a los usuarios. Ellos pueden decidir a quién eliminar, a quienes promover y, en ese tenor, es que se ha observado a los promotores del discurso del odio y teóricos de la conspiración sobrevivir en las redes.
Peor aún, la advertencia del empresario de los autos inteligentes promete lo mismo instalar chips para que podamos escuchar música, discursos o ver series sin pasar por una pantalla, que generar ambientes desestabilizadores sin “la libertad y la democracia” están en riesgo. Es decir, serán las plataformas para defender el gran proyecto de regresión de las derechas en América Latina y Europa, llámense Conferencia Política de Acción Conservadora, Foro Madrid o Fundación Disenso.
En 1982, el investigador Heliodoro Jiménez publicó La Ciencia de la Comunicación en América Latina (Quinto Sol-UAM X), el cual resumía estas tesis centrales: 1) Los medios masivos de comunicación refuerzan la dependencia de América Latina, a través de las agencias de información predominantes y originarias de los Estados Unidos, 2) que las industrias culturales en nuestro continente a través de distintos medios y foros se habían encargado de difundir el “modo de vida estadounidense” como el modelo de sociedad que debía generalizarse en occidente, generando una dependencia científica y cultural, y 3) que, por tanto, las escuelas de los comunicadores tendían a reforzar esas ideas y esa red aspiracional de todo latinoamericano: ser un poco más estadounidense. Es evidente que ese “modo de vida americano” impregnó tanto como la necesidad de democratizar liberalmente a nuestro continente y con ello acabar el intervencionismo territorial y militar, suplantado por la colonización de consciencias.
En este momento, estamos viendo el nacimiento de un nuevo orden informativo mundial impulsada por lo peor de los que se creen dueños y policías del mundo. Cuidado. Así como a mediados de la década 1980 surgió la necesidad de debatir el Nuevo Orden Mundial de la Información y Comunicación como una forma de reorganizar los flujos de información a nivel global en un mundo dominado por las agencias de noticias estadounidenses, hoy se requieren acciones más fuertes, pues empresas multinacionales tanto estadounidenses como de otros países (“X”, META, Google, Apple, Amazon, Twitter, TikTok, QZone, QQ y Microsoft) controlan la información y contenidos de más de 5 millones de usuarios de estas plataformas.
En México, la capacidad de respuesta ha sido evidente; no existe, no hay contención de daños ni una estrategia que contrarreste un flanco que, de no contenerse, podría generar brotes de inconformidad, disenso e inestabilidad teniendo como principal mercado el universo de los desencantados con la 4T y el bloque de derechistas mexicanos que deambulan en la orfandad.
Durante el sexenio pasado, el gobierno mexicano, al igual que otros regímenes, habían considerado impulsar plataformas propias de información que contrarrestara la tendencia conservadora de Twitter o Facebook, pero no pasó de una mera promesa. Sin embargo, en este momento sí sería pertinente que el gobierno mexicano impulsar un nuevo Sean MacBride («Un solo mundo, voces múltiples», conocido mundialmente como «Informe MacBride») para hacerle frente a esta nueva realidad.
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