Histomagia

MUJER FANTASMA

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Guanajuato es una ciudad que tiene orgullosamente entre sus plazas y las dos calles de arriba que la flanquean, teatros, básicamente son 3 teatros: El Cervantes, El Principal y el Juárez. Estos espacios culturales han recibido a grandes actores, artistas, escritores y políticos, porque la ciudad es una de las tantas que tiene 3 maneras de vida: comercio, turismo y burocracia, ésta última ya sea del mismo gobierno de los 3 niveles: federal, estatal y municipal o de la Universidad de Guanajuato quien cada semestre llena la ciudad de estudiantes, maestros y directivos que la mayoría ni son de aquí, sólo vienen, hacen su trabajo y se regresan a sus ciudades de origen.

Esta ciudad cultural y turística se convierte en un lugar de visitas. Esas visitaciones casi religiosas, se dan durante todo el año. Todo el tiempo el lugar exuda funciones teatrales, musicales, conciertos, exposiciones, paseos a los lugares representativos que la hacen fascinante sobre todo en la época del Festival Cervantino donde convergen en un mosaico cultural visiones, historias y gentes.

Me cuenta Miguel que su mamá estuvo un tiempo trabajando en el Teatro Juárez, ese lugar representativo del Churrigueresco por dentro y del Neoclásico por fuera, cuenta historias desde que se quemó allá por el siglo XX, ella que ha estado en sus entrañas ha sabido por escuchas y vivido en carne propia a los fantasmas que ahí perviven. Y sí. De repente ve pasar sombras entre las butacas aún cuando el teatro está lleno, o de repente una mujer atraviesa el escenario en plena función, o incluso se escuchan las voces de actores que repasan sus líneas, alguna música de fondo en plena mañana, como si estuvieran ensayando como si estuvieran ahí vivos. Pero no.

Miguel me dice que la historia que más le impactó a su mamá fue la aquélla que le contaron dos de sus compañeros. Una de las tantas noches de funciones teatrales, los trabajadores de la noche veladores y cuidadores esperaban que el último visitante dejara el lugar para ya cerrarlo y terminar su jornada laboral, en estas estaban observando que todos salían cuando vieron cómo una mujer muy emperifollada y con combrero entraba a uno de los baños, ella entró muy atropelladamente ellos pensaron que por obvias razones del lugar tenía urgencia de hacer del cuerpo, así que no le dieron mucha importancia y siguieron en su labor: mientras uno revisaba las butacas desde las de arriba hasta abajo, el otro se quedó a una prudente distancia a la expectativa de la salida de la mujer para acompañarla a la salida del Juárez. Pasaron varios minutos y la mujer no salía, llegó su otro compañero a preguntarle por ella y él sólo levantó los hombros en señal de que no sabía, pero no ha salido le dijo. Extrañado el compañero le dijo que esperarían unos cinco minutos más. Y así fue y nada, no salía. Fue entonces que ambos decidieron entrar al baño de mujeres y revisar si no le había pasado algo a aquella mujer, pues en verdad ya era mucho tiempo su estancia en ese lugar.

Antes de entrar hablaron en voz alta preguntando si todo estaba bien, y sólo el silencio les respondió. Preocupados entraron y la buscaron en cada rincón y nada, no había nadie. Muertos de miedo ambos se miraron y sin pensarlo salieron corriendo del baño rumbo a las puertas de entrada del teatro para mejor ya irse, ella era la última se dijeron, salieron y cerraron con rapidez. Afuera las estudiantinas arrullaban la noche, los turistas se tomaban fotos cerca de los imponentes Leones que flanquean el Teatro Juárez, todo seguía en la eterna paz y tranquilidad de las noches de Guanajuato histórico. Caminaron con rapidez, asustados, temerosos de que ella los fuera a seguir, pero no, ella se quedó en el teatro, y ellos, cada uno tomó el camino hacia su respectiva casa.

Dicen los que saben, los que han estado estudiando el pasado de Guanajuato, que quizás ella no era la última, tal vez fue la primera que se quedó ahí, y ha estado desde mucho tiempo en el Teatro. En esos tiempos la ciudad era distinta. El Jardín Unión estaba rodeado con frondosos árboles y eran calles que daban directamente al Juárez, los carruajes cruzaban la ciudad, incluso hubo un tranvía que llegaba arribita del Jardín Embajadoras, llamado El Cambio porque ahí era donde cambiaban en rumbo de los carros del tranvía.

Volviendo al Teatro Juárez, uno de los recintos culturales más importantes de México y del mundo, me dice Miguel que esa mujer la han visto que se aparece en cada función. Así que, cuando vengas, mira bien, cuando vayas, y la verás paseando por los pasillos, sentada en alguno de los palcos o incluso, a lo mejor la verás a un lado de ti, mirándote, como sorprendida por tu moda, maquillaje o por tu celular. Una cosa sí es segura, ella sigue ahí, ese es su lugar, esperándote. Ven, lee y anda Guanajuato.