Histomagia

FUERZA EXTRAÑA

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La temporada de lluvias en Guanajuato es un tiempo que ayuda mucho a que se limpien las malas energías que dicen los que saben se conjuntan en las ciudades y que hacen que el calor y el sudor despierten los bajos instintos en las personas, por eso en cuanto llegan las gotas de lluvia o incluso granizo sabemos que la calma regresa después de los chaparrones o incluso las lluvias ligeras.

Las inundaciones de la calle subterránea que anteriormente era el cauce de río dan fe de que la sequía llega a su fin y la vida real, no la de algarabía de fiestas de Guanajuato, la vida que llega a las casas en forma de agua, de plantas, verduras y viento fresco de la sierra.

Como nuestra ciudad está rodeada de cerros los arroyuelos hacen sus formas serpenteantes que muestran que la vida regresa a cada espacio. Los callejones se limpian y el petricor, olor a tierra mojada, el frescor de plantas y los árboles que lo aprovechan para colmar su sed y crecer, inundan la ciudad.

Me cuenta mi amiga Naty que cuando llegan estas lluvias le recuerda a su prima que hace mucho tiempo vino aquí a la ciudad y de repente tuvo cambios de personalidad muy raros, tan raros que asustaban a sus parientes por lo que la familia preocupada le encargó que investigara qué pasaba en la casa que se quedaba ahí en Cantarranas, casa céntrica cerca del Edificio Central de la Universidad de Guanajuato.

Ella me cuenta que su prima que llegó a Guanajuato a estudiar y llegó a hospedarse a una casa de asistencia donde le daban de comer a sus horas, le lavaban su ropa y demás.

La señora que les rentaba tenía fama de ser una bruja, porque vivía sola y nunca supieron de quien era su único hijo al que adoraba, y tampoco se explicaron por qué de repente se le ocurrió rentar cuartos sólo a mujeres a “señoritas” como se decía antes.

El caso es que su prima rentó junto con una amiga quien fue la que la puso al tanto de todo lo ocurrido en esa casa maldita. Le relató que la señora las trataba muy bien y pese a la fama de bruja que tenía, las jóvenes que vivían la llegaron a estimar mucho pues siempre las procuraba y atendía en verdad muy bien.

La señora tenía un único hijo y como lo consentía tanto, le compró un carro nuevo, y dice que lo consentía porque el muchacho no estudiaba ni nada, sólo vivía de los recursos que su mamá obtenía con la renta de cuartos.

Todo iba muy bien en la casa, la señora hasta bromeaba con ellas, pero el asunto se volvió tétrico cuando una madrugada sonó el teléfono y le avisaron a la mujer que su hijo se había accidentado en Marfil cuando estaba lloviendo tanto que parecía que se caía el cielo, que su carro había caído en el río,  y que su hijo había muerto.

El funeral transcurrió sin incidentes. Enterró a su hijo y cambió su actitud ante la vida.

Dice Naty que la señora seguía como siempre, pero ahora ya no bromeaba ni platicaba con ellas, pero sí se notó un cambio preferente hacia su prima. La consentía como si fuera su hijo, le preparaba la comida que le preparaba a él, incluso a veces le decía el nombre de él y era pretexto para contarle sucesos de la infancia del niño y demás. La prima aceptaba esos afectos pensando que ayudaría a la mujer a salir de su depresión, pero no fue así.

La señora comenzó a hacer cambios drásticos en la casa. Incluso ya dejaba el desayuno muy temprano porque por las madrugadas hacía rituales en el patio, subía las escaleras, envuelta en gasas con veladoras y siempre llevaba con ella un cráneo humano. Las muchachas la primera vez que la vieron se espantaron porque ahora sí creían que ella hacía maldades, hechizos y demás, pero como lo hacía casi a diario, llegó a ser tan común que no le hicieron caso, la tiraban, de acuerdo con la amiga de su prima, de a loca, le dijo.

Pero al parecer lo que hacía de brujería provocó cambios en su prima. De ser una chica alegre se volvió taciturna, casi no hablaba, se aisló del mundo. Fue cuando la familia fue por ella para sacarla de esa casa. La señora no quería dejarla ir, incluso la escondió, pero gracias a la amiga lograron sacarla de ahí.

A partir de ahí su prima dejó de estudiar, estaba casi muerta dice Naty, pero lo que sí los aterraba era que de repente una fuerza extraña la poseía: se ponía a llorar, se quedaba mirando al infinito tan concentrada que babeaba, se ponía a gruñir, aullar, murmurar algo ininteligible.

Fue entonces que la familia decidió llevarla a “curar” con un señor hasta San Martín de Terreros donde su Santo es San Martín Caballero. Naty no los acompañó, pero lo que sí supo cuál fue el diagnóstico: dice entre las limpias con hierbas y demás conjuros para contrarrestar la brujería, los espíritus le mostraron al señor que a su prima la enterraron a los pies de un muerto en el panteón de Santa Paula, con la foto del hijo de la señora que le rentaba. Lo catastrófico aquí fue que como el muchacho de la foto murió en el accidente, como alma muerta desconcertada al parecer se le metía a su prima y hacía eso de babear, gritar aullar por las noches, la descolocaba pues.

No sé a cuántos santos le rezaron lo que sí es que su prima salió con bien de esa situación. La señora, desde esa vez, ya no rentó cuartos y cuentan que murió sola en esa casona eso sí siempre platicando con el fantasma de su hijo que ella imaginaba estaba con ella.  

Dicen los que saben que cuando se les hacen amarres y los ponen en tierra de panteón la fuerza es tan titánica que es difícil deshacerlo. En este caso, al parecer la señora le hizo la promesa a su hijo de que viviría para siempre para eso usó el cuerpo de ella, de su prima. Afortunadamente lograron salvarla de esa hechicería, y lo contrarrestaron con prácticas esotéricas de ese mundo espiritual misterioso y mágico.

¿Quieres conocer a Naty y que te cuente de primera mano esta historia? Ven, lee y anda Guanajuato.