El mundo está demasiado tenso para pensar en fútbol debido a los conflictos bélicos entre Israel, Irán y Estados Unidos, mientras que China y Rusia observan con calma, sugiriendo una posible nueva guerra mundial. Pero tenemos que hacerlo, porque en 2026, exactamente en un año, México, Estados Unidos y Canadá serán anfitriones de la Copa Mundial de Fútbol. En medio de la zozobra, el calendario avanza y la responsabilidad de albergar el mayor espectáculo deportivo del planeta nos convoca a mirar más allá de las sombras de la guerra.

Y en ese tenor, debemos preguntarnos si estamos preparando una agenda especial de riesgos para mitigar estos en las zonas metropolitanas de la CDMX, Guadalajara y Monterrey, las tres metrópolis más importantes del país que serán anfitrionas, donde se llevarán a cabo 13 duelos deportivos y que recibirán a millones de aficionados y visitantes.
De acuerdo con los organizadores, de nuestro país serán tres estadios sedes, se esperan cuando menos 5.5 millones de visitantes, los cuales formarán parte de los miles de espectadores en cada jornada que requieren seguridad, buen trato y agradecimientos.
Organizar este evento no solo implica preparar estadios y logística; significa también una oportunidad por mostrar nuestra mejor cara al exterior y apostar por la esperanza, por la posibilidad de que naciones enfrentadas encuentren un respiro en la competencia sana y el juego compartido, porque a diferencia de otros mundiales, esta vez México compartirá sedes con sus dos socios principales.
Sin embargo, en medio de aires de conflictos bélicos que por momentos parecen apagarse, el escenario mundial es incierto y, de no tranquilizarse el flujo de visitantes podría disminuir y hasta pensar en cancelación o postergación de algunos eventos por los riesgos que ello implica.
Los conflictos en América, Europa, Asia y Oceanía continúan. El impasse entre Estados Unidos e Israel con Irán persiste, así como los enfrentamientos entre Israel y Palestina, Rusia y Ucrania, India y Pakistán, China y Taiwán. Además, hay guerras civiles en Siria, Sudán, Myanmar, Nigeria y Haití, y una alta polarización que podría llevar a conflictos sociales en Argentina, Bolivia, Ecuador, Perú y Venezuela.
La historia del fútbol internacional está marcada por momentos en los que la pasión por el deporte logró desafiar incluso los tiempos más inciertos, es verdad, y así ha sido con otros mundiales y olimpiadas. Mas en este momento las condiciones podrían ser más complicadas de resolver por algunas razones, como:
- La intervención de Estados Unidos en el conflicto Israel-Irán convierte su territorio y ciudadanos en blancos de reacciones violentas.
- La probabilidad de una cancelación, suspensión o eventos a puerta cerrada es cada vez más alta -mientras sigan creciendo los enfrentamientos— y con ello afectar negativamente la economía mexicana y el turismo interno que se esperaría más allá de los estadios.
- La circunstancia crítica de cada zona metropolitana de las sedes mexicanas:
- La CDMX, donde convergente todos los males, como caos vial, deficiente transporte público, falta, deficiencia y abusos de infraestructura hotelera, pero, sobre todo, la delincuencia común y organizada donde hay presencia de todos los cárteles, lo cual generarían una pésima imagen al exterior para la jefa de Gobierno,
Ante este escenario, la responsabilidad de las autoridades capitalinas no se limita únicamente a reforzar la seguridad y modernizar la movilidad: implica también un esfuerzo coordinado para reconstruir la confianza tanto de residentes como de visitantes y para ello requiere que haya mayor participación ciudadana. Es indispensable mejorar la percepción internacional de la ciudad mediante programas integrales de seguridad, reacción inmediata a denuncias ciudadanas, hospedaje, atención al visitante y cambiar la narrativa y demostrar que la CDMX puede ser, incluso en tiempos complejos, un lugar seguro y acogedor para eventos de talla mundial.
- Guadalajara, sin duda, el clima de violencia alrededor del grupo delictivo predominante y la presencia de las organizaciones enfrentadas originarias de Sinaloa, que pesarían negativamente sobre los otros males como deficientes servicios urbanos y falta de cultura turística;
Así, en Guadalajara, el desafío se multiplica: la inseguridad ligada al poder y rivalidad de las agrupaciones criminales no solo permea la vida cotidiana, sino que tiñe la percepción de quienes podrían considerar la ciudad como un destino para eventos globales. La insuficiencia en servicios públicos y la carencia de una cultura que promueva el turismo dificultan aún más el esfuerzo por posicionar a la metrópoli como una anfitriona ideal. Para revertir esta situación, resulta urgente invertir a la de ya en infraestructura urbana, fortalecer la seguridad mediante estrategias de inteligencia, y crear campañas que inviten a la comunidad a apropiarse de su espacio urbano y revalorar su hospitalidad. Sólo con un trabajo conjunto entre ciudadanía, iniciativa privada y gobierno será posible transformar la narrativa y restaurar la confianza en Guadalajara como un escenario digno de talla internacional.
- Y Monterrey, quizá de menor riesgo, pero aún latente por las organizaciones delictivas que cuando se activan pueden generar caos severos. De hecho, en días recientes la inseguridad ha ido en aumento en las zonas rurales de Nuevo León, incluyendo la desaparición de un menor de edad y la advertencia del gobierno de Estados Unidos de no visitar la entidad ni transitar por sus carreteras por los riesgos que ello implica. Además de que si hay alguna eventualidad meteorológica todo puede ocurrir.
Esta advertencia internacional representa un golpe severo para la imagen de Nuevo León como destino seguro, especialmente en el contexto de eventos de gran escala o la llegada de visitantes extranjeros y nacionales. La percepción de vulnerabilidad en las carreteras y la sensación de que los riesgos no han sido mitigados socavan los esfuerzos por fortalecer el turismo y la economía local. Para revertir esta situación, resulta fundamental que las autoridades estatales intensifiquen los operativos de seguridad, mejoren la infraestructura vial y establezcan protocolos claros de protección para residentes y turistas.
No basta con reaccionar ante las crisis; es necesario anticiparlas y construir mecanismos de respuesta que transmitan confianza. Solo así Monterrey podrá aspirar a recuperar su reputación y convertirse nuevamente en un polo de atracción, donde la seguridad y la hospitalidad vayan de la mano.
La realización de un Mundial en medio de una guerra global parecería imposible, pero a lo largo del siglo XX, el fútbol ha servido tanto de refugio como de espejo de los conflictos y esperanzas de la humanidad.
Jugadores y aficiones han encontrado en cada enfrentamiento una forma de mantener viva la ilusión y la unidad, aun cuando fuera de las canchas el mundo se tambaleaba ante la incertidumbre y el ruido de los cañones. Por eso, gobiernos federal, estatales y locales tendrían a bien tomar muy en serio su gestión de riesgos antes de que la justa deportiva sea de la patada.
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