¿Energéticas o estimulantes? El consumo frecuente de estas bebidas pone en riesgo la salud, alerta investigadora UG

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En cinco años, incrementó un 8% el consumo de bebidas energéticas en adolescentes, las cuales alteran el ritmo natural del organismo

Guanajuato, Gto.- Las llamadas ‘bebidas energéticas’ producen un efecto estimulante debido a su alto contenido de azúcar, cafeína y otras sustancias como la taurina, guaraná y ginseng.

De acuerdo al comunicado de prensa, estos ingredientes inhiben las señales de cansancio que el cuerpo emite cuando necesita descanso, lo que puede llevar a un uso excesivo con consecuencias perjudiciales para la salud, advirtió la Dra. Silvia del Carmen Delgado Sandoval, profesora de la Licenciatura en Nutrición de la Universidad de Guanajuato (UG), en el Campus Celaya-Salvatierra.

“La realidad es que, más que energéticas, deberíamos llamarlas bebidas estimulantes: estimulan el sistema nervioso y reducen la sensación de fatiga, pero no suministran energía real, a menos que contengan azúcar. Esa energía es de muy corta duración, lo que genera una falsa percepción de mayor rendimiento”, explicó la especialista.

La Dra. Silvia detalló que la cafeína actúa bloqueando los receptores de adenosina, un neurotransmisor inhibitorio que regula las funciones del sueño. Cuando la adenosina se acumula, el cuerpo entiende que necesita descansar para que el cerebro se recupere. Al bloquear esta señal, las bebidas estimulantes alteran el ritmo natural del organismo.

Además, su alto contenido de azúcar representa un riesgo adicional para la salud bucal, ya que incrementa la incidencia de caries, desmineraliza los dientes y daña el esmalte dental. Ingerir más de nueve miligramos de cafeína por kilogramo de peso corporal al día puede ser peligroso: entre los efectos más comunes se encuentran la taquicardia y el aumento de la presión arterial. Estos riesgos se agravan en personas con afecciones cardíacas no diagnosticadas.

Según diversos estudios internacionales, entre 2020 y 2025, el consumo de estas bebidas aumentó un 8% entre adolescentes, lo que representa una tendencia preocupante. “Ya estamos viendo adolescentes con hipertensión o resistencia a la insulina. En cinco años, serán adultos jóvenes con enfermedades crónico-degenerativas que, hace una década, solo observábamos en personas mayores de 40 años”, advirtió la investigadora.

Ante este panorama, la recomendación es evitar su consumo. Si se ingieren, no deben exceder las tres unidades por día y su uso debe ser esporádico. “Cuando estas bebidas se consumen de forma habitual, se convierten en una adicción silenciosa: las enfermedades que provocan se detectan cuando ya han avanzado. Cada organismo responde diferente, pero hay señales de alerta como palpitaciones rápidas, dolor de cabeza, zumbido en los oídos o una sensación de presión elevada que no debemos ignorar”, enfatizó la experta.

Como medida preventiva, la Dra. Silvia destacó la utilidad de los sellos de advertencia en productos con ingredientes potencialmente dañinos, aunque señaló que esto no es suficiente. “Tener una legislación y un marco normativo es un gran paso, pero necesitamos trabajar desde varios frentes. Por ejemplo, ya hay regulación dentro de las escuelas, pero también debemos regular la venta fuera de ellas. Lo más importante: necesitamos concientizar a los principales proveedores de estos productos, los padres y las madres de familia”, concluyó.