Histomagia

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Guanajuato no pide más que los turistas y habitantes se envuelvan en su magia que se ve en cada andar por cada camino que se toma y que da la ilusión de estar en un lugar vivo, pero en verdad, las más de las veces esta ciudad abraza sus muertos y fantasmas que pintan la ciudad de colores y de bruma que se disipa o viaja con el viento que la lleva a cada rincón.

El tiempo para y en verdad también por las noches aquí pasa un espectro que recorre todo el lugar y lo impactante es que no sólo una persona lo ha visto, porque eso sí, quienes generalmente la ven son hombres que regresan de sus trabajos en la madrugada, en soledad, apurados por llegar a su casa, viniendo de una fiesta o simplemente en un paseo nocturno.

A veces, aunque quieran evitarlo se les presenta y poco a poco se convencen de que en verdad fue realidad, porque, aunque ellos no lo saben, la llevan a su lado desde el momento que la ven hasta la eternidad, porque ella no olvida y jamás piensa en un final, ella se sabe de ellos y necesitan de su forma de vivir porque es lo que la hace seguir aquí después de tantos años.

Mi amigo Miguel me dijo que la vio cerca del Florencio Antillón, ahí por La Presa de la Olla y que cuando la vio ella estaba bailando una música inaudible y se le veía un cuerpo voluptuoso, acuerpada, muy hermosa como me la recetó el doctor, dice, pero con ropa muy desgastada, en harapos, y cuando volteó a verlo ella tenía la cara de caballo. Mi amigo corrió hasta su casa en El Cambio, y se aseguró en el camino de que ella no la siguiera. Creo que este es el caso en que él no quiso volver a verla.  

Mi compañero de escuela, Jorge, me contó que una madrugada cuando venía de una fiesta, ahí por el Mercado Hidalgo frente al Templo de Belém. Dice que de pronto vio a una mujer muy guapa que vestía un vestido blanco con caminar pausado con el pelo largo cubriéndole gran parte del rostro. Dice que traína huaraches y que sus pies en verdad eran delicados y hermosos. Él la vio y ella sintió su mirada y fue cuando volteó a verlo y tenía la cara de caballo. Mi amigo dice que cruzo la acera y sentía esa mirada fría y penetrante de ese ser, pero que se le acercó y el preguntó si necesitaba algo. De inmediato su cara se transformó en una hermosa mujer morisca con rasgos inolvidables para él, sólo le dijo gracias y ante sus ojos se esfumó. Él sí quiere volver a verla y por eso se le ha hecho una costumbre pasear en las madrugadas a ver si la vuelve a ver porque Jorge fue sensible a ella, la escuchó pese al su horrorosa cara.

Y así como Jorge varios amigos me cuentan que cuando la ven casi casi la tocan y se sienten, en los momentos más tristes de sus vidas, acompañados en esas madrugadas que caminan por este lugar mágico. Alguno me ha dicho que muchas madrugadas sale para ver si la vuelve a ver, dice que se siente enloquecer si no la ve, si no la siente cerca. Aunque ella no sienta nada por él ni por nadie. Es extraño lo que pasa en Guanajuato.

Dicen los que saben que el espectro de la Llorona siempre se aparece en lugares cerca del agua o por donde pasó el río, y Guanajuato fue una cañada, tanto que aún hoy se inunda la subterránea donde estaba el río. También no dicen que necesariamente se lamenta por la muerte de sus hijos, a veces sólo se presentan en silencio, te sigue y no la ves hasta que ella lo quiere; otras veces se escucha en su andar un grito fuerte, un lamento de haber estado viva y haberse dado muerte.

Relacionado a los hombres que se encantan con su presencia, muchos de ellos mueren en soledad, porque añoran estar con ella, al verla sienten de pronto una afición por tenerla cerca, piensan en estar con ella, sólo con ella quien los atrapa; la sienten como una compañía, la sienten como suya, pues este espectro se les presenta de acuerdo con los gustos estéticos de cada hombre y eso para ellos representa su mujer ideal, aunque sea una mujer muerta, un espectro destinado a vagar por la eternidad.

¿Quieres conocer esta ciudad de madrugada para ver si te encuentra? Ven, lee y anda Guanajuato.