Histomagia

REFLEJO EN OCTUBRE

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“Lo único que me consuela es que uso dos almohadas
y que ya no me torturo cuando te hago trasnochar,
otro alivio es que en su árbol los pajaritos de alba
siguen ensayando el coro con que te bienvenirán…”

Silvio Rodríguez Domínguez

Estas noches frías y ventosas en Guanajuato siempre traen presencias, lamentos, apariciones, fantasmas que dan fe de personas que han muerto y que aún pasean cada noche y día por este lugar, pero ¿qué pasa cuando el aparecido en tu cuarto es igualito a una persona viva?

Hace dos noches me quedé dormida como a eso de las once. Afuera el aire que corría hacía que el sonido y canto de las hojas de los árboles me arrullaran y como en verdad estaba cansada, después de ver en Pinterest casas con patios y plantas, me quedé profundamente dormida. De rato ya de madrugada, sentí que alguien o algo movía cosas de mi escritorio; en mi despertar duermevela pensé que era Rigoberto, uno de mis gatos, así que al instante decidí abrir mis ojos para regañarlo y bajarlo de mi laptop, entonces vi ahí, de pie, a mi esposo Hugo parado a un lado de la cama con una mano en el escritorio y la otra señalando la puerta de entrada del cuarto, exclamé cerrando un minisegundo los ojos: “¡Ay, amor, me espantas!”, en cuanto los abrí ya no estaba. No pude creerlo, era imposible que se hubiera salido de la recámara con tal velocidad y rapidez. Me quedé perpleja, sin moverme como unos cinco minutos, pensando quién o qué era el que vi porque claramente Hugo estaba profundamente dormido a mi lado, pero juro que a quien vi era él con su playera gris larga, volteando hacia la puerta del cuarto, no me miró, su cabeza estaba dirigida a mirar la salida, como señalándola con la mano izquierda, la siniestra… me aterré.

Después de mi parálisis de miedo, levanté mi cabeza para ver hacia la puerta y puede observar que a mis pies estaba Dragon (así sin acento) mi guardián, mi gato negro, profundamente dormido, vi el reloj y eran las tres de la mañana. Escuché también que el silencio de la noche se rompía con los ronquidos del mismo Hugo dormido y de la Vampys, una de mis perras. Fue cuando decidí moverme, prender la lámpara y la computadora para escuchar música y tratar de reflexionar sobre lo que me acababa de pasar y darle cabida a la razón en mi mente vagabunda en las sombras de lo paranormal que a veces da escalofríos. No pude dormirme ya. Me quedé despierta ya todo el día.

Cuando ayer le platiqué a Hugo lo que había sucedido esa madrugada, me dijo que tal vez había sido una premonición, porque en ese momento, me estaba dando un masaje en mis manos y estaba exactamente en la misma pose, sólo que viéndome a mí y no a la puerta.  En ese momento caí en la cuenta de que le había hablado con cariño a ese ser, y recuerdo que cuando vi aun fantasma en la casa del Tecolote en el centro, también le hablé con amor, lo bueno es que en aquel momento el fantasma no me contestó y esta vez tampoco obtuve respuesta.

Dicen los que saben que hay seres Mimic, que imitan la voz o incluso la figura de algún ser querido, generalmente para hacerle daño o molestar sólo para divertirse, lo descarté de inmediato porque ninguna de mis mascotas me alertó, mis doce gatos y cinco perros estaban tranquilos.

Así que mejor me quedo con lo que dicen los antiguos: cuando dormimos profundamente hacemos viajes astrales que reflejan nuestro deseo vívido de las preocupaciones de lo cotidiano o afectivas, pienso que esta es la mejor opción para explicar lo sucedido porque últimamente mi estado de salud no ha sido óptimo, así que si Hugo está preocupado por ello,  entre sus sueños, quiso corroborarlo, y sí porque todos los que vivimos en esta ciudad sabemos que estos vientos huracanados de octubre traen almas vagabunda, y esta vez trajeron al lado de mi cama el alma preocupada, el reflejo de esa alma de mi esposo vivo y que -sin querer- me di cuenta que vela mis sueños desde lo más profundo de su amor, fe y corazón. Gracias Huguie.

¿Quieres conocer más sobre mis experiencias paranormales? Ven, lee y anda Guanajuato.