Guanajuato, Gto. El estado de Veracruz, reconocido a nivel nacional por su alegría, picardía y ambiente carnavalesco, no defraudó en la edición 53 del Festival Internacional Cervantino, al llenar las principales calles de la capital con un policromático desfile que demostró la cultura de los jarochos.
Desde antes de las cinco de la tarde, el público cervantino y guanajuatense, ya se encontraba situado sobre las banquetas de las calles de la capital, algunos afortunados lograron ocupar asiento, ya sea en el estacionamiento San Pedro o las escalinatas del Teatro Juárez.

A las 5 de la tarde, dio inició el desfile de la delegación veracruzana, estado invitado de honor, el cual no tardó mucho en encender a los presentes con el sonido de las típicas bandas de viento del puerto jarocho como primera comparsa.
Al paso del contingente, los residentes comenzaban a gritar “viva Veracruz” o “ Sólo Veracruz es bello”, en referencia a la emblemática película del cine de oro mexicano, la cual lleva este nombre y que fuera interpretada por Esther Fernández y Antonio Badú.

Así, poco a poco fueron circulando los contingentes artísticos, y si bien todos fueron aplaudidos por la concurrencia, hubo algunas que destacaron del resto debido a la enérgica participación de sus integrantes.
Los Toros de Coyolillo, personas con largas túnicas floreadas y máscaras de toros decoradas con un tocado floral, dejaron todo en las adoquinadas calles de la capital mientras danzaban al ritmo de la banda de viento, pero el baile no fue propio de la comparsa, pues a su paso, hicieron a las guanajuatenses parte del festejo al sacarlas a bailar.

El danzón, melancólico recuerdo de principios del siglo XX que en Veracruz se convirtió en una tradición típica del puerto jarocho, también se manifestó en el festejo, con la agrupación “tres generaciones”, que convoca a personas de la tercera edad, adultos y jóvenes que conserven este baile que es todo un arte.
Los voladores de Papantla, si bien no pudieron demostrar su gallardía en las alturas por cuestiones logísticas, durante todo el desfile fueron aplaudidos mientras danzaban en su paso por las calles, no necesitaron descender desde las alturas para recibir el cariño del público cervantino.

Y qué decir del son jarocho, mientras se rascaban las jaranas, jóvenes oriundos de distintos sitios del estado invitado, con su tradicional vestimenta blanca y en los pies el genuino tacón veracruzano, hicieron eco con el zapateado sobre las calles de la capital mientras al ritmo “La Bamba”, “El Coco”, “El Cascabel” o el “Colás”, melodías emblemáticas de la cultura veracruzana.
Así fue como el estado invitado de honor, con desfile que inició en el Jardín Embajadoras hasta la Plaza de la Paz, ofreció a Guanajuato una muestra de cada una de sus regiones, de las culturas indígenas y la herencia afromexicana, mezclada con los elementos españoles que demuestran, como reza el dicho jarocho, que “solo Veracruz es bello”.