Los fríos en Guanajuato siempre son intensos, pero en estos días todo el tiempo, sea día, noche o madrugada, ya se siente el viento helado porque, aunque estamos en otoño, se ha intensificado el frío y los vendavales no se van, se quedan a contarnos las historias de las casas, las plazas, los callejones y las almas o espíritus y los espectros, curiosos de este temporal, salen a darles escalofríos a los vivos de por aquí, porque eso sí, sabemos que en este lugar los muertos se quedan a observar la vida que añoran y se les fue.

Me cuenta mi amigo Jorge que lo que más encanta de esta ciudad es salir a caminar de madrugada y sentir el helado viento en la cara para saber que sigues vivo, pero lo malo es cuando el temor se apodera de ti y ya sientes el acecho de que algo o alguien te acompaña a cada paso que das.
Efectivamente cada paso a paso aquí se siente como si alguien te llamara a voltear para que conectes con ellos, con los que van acompañándote en tu caminar. Aquí no vale que reces, porque al rezar, eso sí, dicen los que saben, desprendes una luz que ellos lo ven y piden que reces por ellos, porque el rezo es en gran parte la energía que ellos necesitan para seguir deambulando por aquí.
Así que ayer por la madrugada mi amigo iba caminando en plena Plaza de la Paz disfrutando el casi silencio que por los escasos autos y prácticamente ninguna persona viva ahí, dejaba tararear al viento de la sierra que cada día toma esta ciudad y sus ventarrones hacen pequeños remolinos jugueteando con las hojas de los árboles y alguna basurita por ahí.
Me cuenta mi amigo que al pasar por el callejón del Truco sintió que lo tocaban pensó que algún amigo desvelado lo quería asustar, volteó a ver quién era y no era nadie; a esas alturas ya temblaba porque sintió y cada vez que daba un paso se sentía pesado como si cargara a algo y ese algo no se quería ir. Lo peor es que al andar veía sombras alrededor que estaban al acecho, se escuchaban pisando fuerte esos espectros de la noche, eso espanta y tanto que ante la presión mi amigo se sintió mareado y a punto de caer sintió como manos invisibles lo sostuvieron, no lo dejaron caer. Entre sueños de ese casi desmayo, dice, y sin pensar siquiera en la situación, pues sólo quería sentirse bien y seguir su camino a casa, se recargó en la pared, en el muro rojo amarillo de la Basílica de Guanajuato, y ahí el horror se apoderó de él al grado de que lanzó un grito al escuchar algo que provenía de ese muro, alguien murmuraba algo ininteligible, pero se escuchaban clarito sollozos y lamentos. Curioso, aún con el malestar, escuchó que le tocaron con una pequeña piedrita por dentro del muro preguntándole: “¿estás ahí?, ¿me escuchas?, ayuda por favor…” Jorge quiso desprenderse del muro para salir corriendo pese a su mareo, pero no pudo. Mi amigo se quedó en pausa, ya las sombras y las almas que lo sostenían se fueron despavoridas como si esa cosa o cosas fueran más fuerte que ellas, Jorge ahí se quedó por un instante realmente solo, en la oquedad total… pensó entonces que, aunque se sintiera mal debía de seguir caminando, así que tomó fuerzas de quien sabe dónde y dijo: “no perteneces a este mundo, descansa en paz en el Nombre de Dios”. Esos seres al escucharlo mencionar al Altísimo, en un millar de murmullos se retiraron, gritando, como si la bendición de Dios fuera a lo que más le temen, y se regresaron a su lápida ese muro de piedra, regresaron al subsuelo por siempre o hasta sentir a alguien que se recargue en esa pared.
Jorge, en cuanto se pudo separar de esa pared, corrió despavorido hacia el Baratillo, y volvió a sentirse acompañado de esas sombras, pero ahora lo tocaban como si tuviera energía del más allá, no paró para nada corrió y corrió, necesitaba llegar a su casa, y sentirse, aunque sea un poquito seguro por esos muros coloniales de la casa donde vive…llegó, abrió la puerta y volteó para cerrarla y vio cómo las sombras se disipaban en el aire frío de la sierra.
Mi amigo me dijo que muchas veces que pasa por ahí quisiera acercarse al muro y preguntarles: ¿qué hay allá?, ¿qué te faltó?, ¿por qué no puede tener un descanso?, ¿cuál es la regla para estar entre este mundo vivo y el otro lado?, ¿acaso hay un paso infinito que te conecta con otras dimensiones? “Nunca lo sabré, me dijo pensativo”. Desde ese día ya no sale a caminar por las madrugadas.
Dicen los que saben que esos seres quieren seguir viendo lo que pasa aquí, quieren saber si aún tienen el consuelo del recuerdo vívido en sus seres queridos porque el olvido es lo más desgarrador para toda alma de bien, y cuando los olvidan es fácil que se vuelvan al mal. Las almas son atemporales y quieren saberse trascendentes en el tiempo y en el espacio, en este lugar histórico hubo muchas muertes por ello se manifiestan, por eso el viento frío se encarga sí de traerlos y que viajen por todos los callejones y en cada recoveco de la ciudad, pero también ese aire helado te protege cuando el mal quiere meterse en ti o en tu vida, bendícelo cada vez que toque tu rostro porque él te cuida, en verdad te cuida. Agradece.
¿Quieres conocer la Basílica? Sabemos que esta ciudad magnética encanta a todo el que la ve, la vive y la siente. Ven, lee y anda Guanajuato.
