Guanajuato, Gto. Miguel tenía apenas doce años cuando, un día común en la ciudad de Guanajuato, salió de casa y no regresó. Su familia, llena de angustia, no esperó a que pasaran horas ni días. Conscientes de la importancia del tiempo en una desaparición, acudieron de inmediato a la Fiscalía
General del Estado de Guanajuato (FGEG) para reportar lo sucedido.
Al llegar a la agencia del Ministerio Público, fueron recibidos por personal especializado que les explicó algo fundamental: en una desaparición, la denuncia se atiende de manera inmediata. No existe un tiempo mínimo de espera para iniciar la búsqueda. Desde ese momento, Miguel fue considerado víctima directa y sus padres y hermanos fueron reconocidos como víctimas indirectas, con derecho a información, acompañamiento y atención psicológica.
La familia proporcionó datos esenciales de Miguel, como su nombre completo, edad, señas particulares, la ropa que llevaba al momento de la desaparición y una fotografía reciente. También narraron lo sucedido y aportaron todo detalle que pudiera orientar a los investigadores.
Con la denuncia recibida, el Ministerio Público activó los mecanismos establecidos en la ley. Por tratarse de un niño, se puso en marcha de inmediato la Alerta Amber, difundiendo la ficha de búsqueda en todo el estado y en entidades colindantes. Paralelamente, se realizaron diligencias de campo en los lugares donde Miguel había sido visto por última vez.

Agentes de Investigación Criminal recabaron testimonios, revisaron cámaras de seguridad y buscaron indicios que condujeran a la localización inmediata de Miguel. El área de inteligencia analizó registros
de dispositivos electrónicos, mientras que especialistas forenses se mantuvieron atentos a cualquier hallazgo que pudiera relacionarse con la desaparición.
Afortunadamente, gracias a la denuncia inmediata, a la activación de los protocolos establecidos, al despliegue de agentes de investigación, el análisis de información y a la colaboración ciudadana, Miguel fue localizado con éxito y regresó sano y salvo a casa.
La familia de Miguel recibió acompañamiento psicológico desde el primer momento, así como orientación y contacto con instancias como la Comisión Estatal de Búsqueda y la Comisión Estatal de Atención a Víctimas.
La prioridad de la Fiscalía siempre es localizar a las personas con vida. Sin embargo, cuando el tiempo se alarga sin saber sobre su paradero, la investigación no se detiene. La ley establece que los casos de desaparición deben mantenerse abiertos, sin importar cuántos años pasen.
En situaciones como la de Miguel, si después de un tiempo prolongado no se ha localizado, se aplican técnicas de búsqueda de larga data. Entre ellas destaca la progresión de edad, una herramienta científica que utiliza un software de inteligencia artificial para mostrar cómo podría lucir la persona desaparecida con el paso de los años.
En el caso de niñas, niños y adolescentes, estas proyecciones se actualizan cada tres años. Así, si Miguel desapareció a los doce, cuando cumpla quince años se generará una nueva imagen aproximada de cómo se vería en ese momento. Estas proyecciones son compartidas con la familia y con las autoridades encargadas de la búsqueda, ampliando las posibilidades de localizarlo con vida.
La historia de Miguel es un ejemplo de lo que cualquier familia puede vivir en una situación tan dolorosa. Pero también es una guía: la denuncia debe presentarse de inmediato, sin esperar 24 ni 72 horas. Entre más pronto se actúe, mayores son las posibilidades de encontrar a la persona.
