Mientras los opositores insisten en pintar un escenario de desastre inminente, la realidad cotidiana de millones de mexicanos no coincide del todo con ese relato, y las políticas sociales, aunque perfectibles, siguen representando para muchos una mejora tangible respecto al pasado reciente. La respuesta parece estar en que, pese a la percepción de crisis y los múltiples frentes abiertos, la narrativa y el proyecto de la 4T siguen conectando con amplios sectores sociales que no se ven reflejados en los diagnósticos catastrofistas de la oposición.
Además, la figura de Claudia se ha consolidado como heredera legítima del movimiento y logra mantener cohesionado a su electorado, aprovechando los errores y la desconexión de sus adversarios. Así, lejos de debilitarse, Morena y sus aliados parecen reforzarse ante la falta de alternativas atractivas y la incapacidad de la oposición para ofrecer un proyecto verdaderamente distinto y creíble.
Aun así, se preguntan: ¿por qué fracasan los opositores? ¿cuáles son los errores? Y las respuestas parecen obvias…
Porque desde antes de 2018 siguen recitando la misma profecía del apocalipsis nacional: el país colapsado, las instituciones en ruinas, la civilización mexicana, llámense “élites”, a punto de extinguirse… pero curiosamente sólo lo ven desde una cómoda sala con aire acondicionado, leyendo portadas del Reforma o El Universal y quizá viendo los últimos descubrimientos de LatinUs sobre personajes de moda de la 4T, teniendo al TikTok o Youtube como si fuera un mapa mental del México que pretenden conocer desde una aplicación de Google Maps.
Porque, aun con un partido Morena reactivo, siempre a la defensiva y siempre tan predecible como una telenovela de las 9, los opositores perdieron el marco narrativo del subconsciente que quieren construir entre los mexicanos. Son autodigestivos, o sea, se quedan hablando entre ellos, convenciendo a quienes ya están convencidos de sus verdades y repitiendo sus propias opiniones como mantra espiritual en infinidad de canales youtuberos y tiktokeros, pasando por trasnochadas cuentas de X donde lo mejor que deslizan son mensajes de odio, sexismo y clasismo. Crítica gourmet para consumo interno: deliciosa, pero nadie más la prueba.
Porque sus “mentores intelectuales” no son los Krauze, ni los Aguilar Camín, ni los libertarios modernos internacionales como Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, sino son Alazraki, Loret de Mola, Sarmiento y —plot twist— Ricardo Salinas Pliego, cuya brújula ideológica apunta hacia Juan Miguel Zunzunegui, el influencer pro-porfirista que cree que la historia sólo se equivocó… seis veces. Con semejante Think Tank, ¿qué podría salir bien?
Porque siguen creyendo que México es un país conservador que secretamente sueña con Porfirio Díaz, cuando la realidad es un país profundamente desigual y con una tradición progresista desde la Revolución. La alternancia del 2000 no fue la coronación de la derecha: fue el berrinche histórico contra el PRI.
Porque piensan que para vencer a la 4T hay que correr hacia la derecha más rancia, cuando cualquier estratega medianamente lúcido sabe que el único camino es rebasarla por la izquierda. Pero no, ellos prefieren tropezar en el mismo escalón mientras aseguran que esta vez sí funciona.
Porque importan discursos de la nueva derecha internacional como quien compra ideas por Amazon: baratas, sin instrucciones y no compatibles con el voltaje mexicano. Luego se sorprenden cuando no prenden y se enojan acusándonos de ignorantes y adoctrinados.
Porque no entienden la raíz social de la protesta. Se suben a cada manifestación como tía incómoda en boda ajena: llegan sin invitación, opinan de todo y al final arruinan el ambiente.
Porque no tienen bases sociales. Las perdieron o las abandonaron, como el PRI perdió su CTM, CNC y CNOP, asumiendo que la gente las seguiría eternamente por amor al logo. Spoiler: no. El PAN ni las perdió, ni las construyó, porque siempre ha tenido veletas en sus filas, fácilmente cooptables.
Porque no tienen agenda social. Confunden señalar tragedias reales —inseguridad, desaparecidos, crisis en salud, movilizaciones agrícolas, inflación— con hacer análisis serio. Para ellos todo se resume en: “AMLO malo. Fin”. Un aporte monumental al pensamiento político, sin duda.
Porque ondean banderas ultraderechistas mientras gritan “somos la resistencia”, “los salvadores de libertad y la democracia”, “porque el país se nos va” y al mismo tiempo solicitan que Estados Unidos intervenga -política y militarmente— para arreglarles el problema. Patriotismo selectivo nivel experto.
Porque carecen de autocrítica. No son capaces de iniciar una campaña pidiendo perdón por los pésimos resultados cuando fueron gobierno, en desigualdad social, en inseguridad, en pactos con el crimen, en entreguismo del país a los más ricos y las transnacionales.
Y porque no reconocen sus errores, no se acercan al ciudadano real —ese que ellos llaman “pueblo” con cara de asco— y aun así esperan que vote por ellos como acto de redención nacional. Sus plumas afines sólo atinan a encontrar todos los lados oscuros de la 4T y ninguna a buscar entre ellos la salida a la debacle social, política y electoral tan prolongada que casi los extingue
Las oposiciones en México fracasan porque quieren recuperar el poder hablando del país que sólo existe en sus grupos de WhatsApp, mientras la mayoría vive los problemas en carne propia y no quiere más diagnóstico sino soluciones, contribuciones, alternativas, sin aspavientos, sin Voxes, Mileis, Bukeles ni Tíos Richies, que respondan qué hacer para no tener más de 157 muertos cada fin de semana, ni más de cien mil desaparecidos, ni falta de medicamentos y vacunas, ni oídos sordos a las protestas de agricultores, transportistas y población viviendo bajo el estado paralelo del crimen organizado. Y ahí hay mucho qué hacer, porque es la herencia que nos dejaron y nos está quemando a todos y tienen entrampado al gabinete de crisis de Claudia Sheinbaum sin encontrar salidas a la escalada de protestas que surgen un día sí y otro también porque fallan la comunicación y la acción política. Les urge asesores, pero también opositores con inteligencia.
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